Estamos en plenas elecciones y me ha parecido este artículo de Pepe
Álvarez de las Asturias en el periódico digital “El Semanal Digital” del
18/11, sencillamente brillante, sobre el nefasto JL Rodriguez Zapatero.
Creo que es un artículo a guardar para cuando vengan los progresistas
de turno a vendernos las bonanzas del socialismo. Sin embargo, creo que
Rodriguez Zapatero ha hecho un gran trabajo para sus amos, a los que
sirve sin dilación y ha sabido destruir un país en marcha y dejarlo
destrozado hasta límites insospechados. Necesitaremos de una a dos
generaciones para revitalizar de nuevo España. Ha sido el típico “tonto
útil” o “useful idiot” que dirían los gringos. A disfrutar del artículo
Pepe Álvarez de las Asturias
EL SEMANALDIGITAL.COM
18/11/11
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18/11/11
El presidente que llegó de Gandhi y se va como Atila
Llegado el fin -¡al fin!- del zapaterismo, lo que ha dejado
este mal aprendiz de Gandhi es todo menos un país en paz; y, desde
luego, no un país donde hayan mejorado los humildes.
En julio de 2007 el presidente José Luis Rodríguez
Zapatero, alias Mister Paz, alias ZP, alias el iluminado de la Moncloa,
alias muchas otras cosas, visitó el mausoleo del mahatma Gandhi en el
bello barrio de Raj Ghat, en Nueva Delhi; dejó escritas en el libro de
ilustres unas inspiradas palabras que quedaron para la historia: “PAZ.
Vivir en PAZ, la más grande utopía universal. Con emoción y admiración… a
Ghandi. De España, un país en paz, un país para la paz”.
Paz, paz, paz, paz, cuatro veces en una sola frase dejó
escrita la palabra paz el presidente de la paz, siguiendo a pies
juntillas aquella máxima que ya desde su discurso de investidura marcó
la línea roja de lo que iba a suponer su gobernanza: un ansia infinita
de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes. Ni en
esta sentencia, copyright de su señor abuelo (de uno de ellos; del otro,
ginecólogo y no fusilado, sólo sabemos que ayudó a nacer a su ingrato
nieto), ni en la bella dedicatoria a la memoria de Gandhi hay una sola
verdad. Todo es hueco, todo es falso, todo es retórica sin sustancia,
palabras vacías como un cántaro vacío, como la vacía cabeza de su autor.
Como aquel gesto absurdo, tonto, infantil, inoportuno y ultrajante ante
la bandera de un aliado, cuando aún estaba en la oposición; un
significativo precedente.
Llegado el fin -¡al fin!- del zapaterismo, lo que ha dejado
este mal aprendiz de Gandhi es todo menos un país en paz; y, desde
luego, no un país donde hayan mejorado los humildes. A lo largo de dos
legislaturas, que han parecido una despiadada eternidad, nos ha dejado
no pocos logros: el enfrentamiento entre españoles en aras de la mentira
histórica, la voladura del espíritu de la transición, la satanización
antidemocrática de la derecha, el aborto como derecho inalienable, el
despilfarro obsceno, la muerte (ya anunciada por Guerra) de Montesquieu,
el desprestigio internacional (de liderar la Champions League a la cola
de los PIGS), la falaz negociación con ETA y la vil traición a las
víctimas, la chapucera y mentirosa gestión de la crisis, la
institucionalización de la mediocridad al más alto nivel, la absurda e
injusta paridad, el prohibicionismo, la puntilla a la educación, la
costosísima y estéril alianza de civilizaciones, las guerras disfrazadas
de misiones de paz, el laicismo fanático, la muerte de los valores y el
advenimiento del relativismo moral, la permanente agresión a la
familia, la indignación universal, el empobrecimiento general (salvo
presuntas excepciones) y más de cinco millones de parados (“nuestra peor
previsión de paro siempre será mejor que la mejor que tuvo el PP”,
abril 2008).
No, Mister Paz no ha sido precisamente Gandhi sino más bien
un Atila. Ha dejado tras de sí un país arrasado y desesperanzado. En lo
económico, en lo moral, en lo social, en lo educativo, en lo judicial,
en lo internacional, en lo institucional, en lo policial, en lo militar,
en lo diplomático, en lo comercial… no creo que haya un solo estamento
de la sociedad española que esté ahora mejor que hace siete años; ni
uno. Ha pasado por la presidencia de España como Atila por
Constantinopla; Atila, el Azote de Dios, que en sólo ocho años (¡qué
coincidencia!) no dejó más que destrucción, desgracia y desolación. A su
paso no crecía la hierba como al de Zapatero no han crecido los brotes
verdes… ni de ningún otro color; salvo rojos, tal vez (por lo de números
rojos, no me malinterpreten).
Y, como Atila, ha dejado descompuesto su imperio, que en el
caso del huno murió con él tras las luchas sucesorias de sus ambiciosos
herederos, Elac, el heredero oficial, Dengizik y Ernakh (lo que vendrían
a ser Rubalcaba, Chacón y Bono, un suponer, que ahora se devorarán los
hunos a la huna mientras el otro anda supervisando nubes en su retiro
forzoso). Ocho años, ocho, soportando al iluminado y sufriendo sus
iluminancias. Hay quien cree que le movía la maldad disfrazada de
inopia; puede ser. Sin embargo uno se inclina más a pensar que lo suyo
era simple y llanamente estupidez; tal como la definió el gran
historiador económico Carlo María Cipolla en sus Leyes Fundamentales de
la Estupidez (por cierto, unos años antes de la Era Zapatero): «El
estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye poderosamente a dar
mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora (…)
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más
natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a
perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo,
hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, apetito, productividad, y
todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón. Estúpidamente». Y
concluye: «La capacidad de hacer daño que tiene una persona estúpida
depende de dos factores principales: del factor genético y del grado de
poder o autoridad que ocupa en la sociedad». Digamos que un presidente
de Gobierno, máxima autoridad de un Estado, tiene una capacidad infinita
de hacer daño; si además lo hace con una sonrisa en los labios de la
magnitud de la que nos ocupa, ustedes calculen.
En fin, no quiero extenderme más en este final del fracasado
Zapatero (sí, amigo: has convertido en fracaso absolutamente todo lo que
has tocado, como un Midas inverso), que para eso están los archivos de
este Malecón. Simplemente colgar en sus cejas y en su sonrisa el
cartelito de “The End” mientras suena, en plan Apocalypse Now, la
deprimente canción de los Doors al tiempo que los helicópteros arrasan
la selva con napalm. La fiel imagen de lo que este Atila de iluminado
intelecto nos ha dejado después de ocho años en el trono.
Sólo espero
que el general Aecio que le venza el domingo en los campos Cataláunicos
de las urnas sepa, quiera y pueda sacarnos de este agujero negro que no
parece tener fondo. Y mientras Atila se retira a su guarida de León, de
rositas tras el desastre causado, yo me seguiré preguntando si ha sido
el Azote de Dios o el Zote de España (y gran parte del extranjero).
En
cualquier caso, ambas se escriben con Z. Como ¡ADIOZ, HAZTA NUNCA
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