miércoles, 10 de diciembre de 2014

REGRESA COLONIALISMO, TODO ESTÁ PERDONADO (Editado originalmente el 8/10/2012)

Con el título que indico, hoy quería haceros partícipes de un artículo de Alex Perry en el Time World, que habla del colonialismo en África y la visión actual del mismo, por parte de los propios habitantes negros. Es sorprendente, no añado ni quito nada. Habla por sí mismo. Os dejo y vale la pena reflexionar...

Le Blanc y yo llevamos ya 500 kilómetros por el río, cuando cambia mi visión de la historia africana moderna con lo que me dice “Deberíamos devolverle todo a los blancos”. Le Blanc, el capitán del barco fluvial continua “Incluso si usted va 1000 kilómetros río abajo, no verá ningún signo de desarrollo. Cuando los blancos se fueron, nosotros no nos quedamos donde estábamos. Fuimos para atrás”

Le Blanc se gana la vida navegando por los afluentes del río Congo. Tiene 40 años de edad y su nombre real es Malu-Ebonga Charles - tiene su apodo, sus ojos verdes y piel miel oscura de un abuelo alemán, que se casó con una congoleña, en lo que era el Congo Belga. Si su genealogía no convencional le da una visión única del pasado colonial del Congo, es su trabajo en el río el que le ha formado su opinión del presente de la República Democrática del Congo. “El río es la arteria económica” dice “Cuando los belgas y portugueses estaban aquí, había granjas y plantaciones - cacahuetes, anacardos, goma, aceite de palma. Había una industria y fábricas que empleaban 3000 personas, 5000 personas... Pero desde la independencia, ningún congoleño ha triunfado. Las plantaciones están abandonadas” Usando una expresión francesa traducida literalmente como “por tierra” y añade “Todo está par terre”.

Es verdad que nuestro viaje a través de 643 kilómetros de selva hasta donde el río Maringa se une al río Congo en Mbandaka, ha sido una exploración del declive. Un remolcador abandonado aquí, allí encallado un vapor a palas sin las planchas laterales y convertido en un esqueleto oxidado, algunas fábricas de aceite de palma abandonadas, con sus techos perforados y las paredes tragadas por la selva, así como los tanques enormes para el aceite también oxidados. Las palmeras crecen de forma salvaje y sin cuidados en las orillas del río y en las aldeas que vemos pasar, donde la gente viste harapos y nos piden jabón o sal. No hay escuelas, no hay hospitales, no hay electricidad, no hay carreteras. Puede tardar un año recibir cosas necesarias para la población desde su capital Kinshasa, a 2000 kilómetros de aquí. En un punto sobrepasamos a una gabarra que tarda tres meses en recorrer la misma distancia que nosotros cubrimos en dos días. Paramos con la esperanza de comprar algo de gasolina, pero lo único que conseguimos de la gabarra fueron ratas.

Incluso entre el terrible declive, es como un shock oír llorar a LeBlanc en favor del colonialismo. El colonialismo europeo más potente para poseer África y sus recursos, se dio cita en el Congo. Al finales del siglo XIX, el rey belga Leopoldo hizo un feudo personal de este territorio central africano, tan grande como toda Europa occidental. Desde ahí extrajo marfil, goma, café, cacao, aceite de palma y minerales como oro y diamantes. Las condiciones de trabajo eran de esclavitud y a los trabajadores rebeldes se les podía cortar la mano. La crueldad del sistema belga se basaba en que el Congo y sus habitantes eran un recurso a explotar lo más eficientemente posible.

La brutalidad del rey Leopoldo marcó el camino para los que le siguieron gobernando en el Congo - sucesivos gobiernos e incluso el gobierno independiente de Mobutu Sese Seko, que gobernó desde 1965 hasta 1997, el cual en campo abonado, marco los niveles de represión y corrupción entre los déspotas africanos.

Le Blanc no está muy preocupado con esta historia. Él vive el presente en un país donde la educación es un lujo y la muerte está en cualquier sitio. Una 45.000 personas mueren cada mes en el Congo como resultado del colapso social que provocó la guerra civil, según un estudio del Comité de Rescate Internacional.  Se estima que la perdida de vidas entre 1998 y 2007 ha sido de 5,4 millones. Para muchos congoleños como Le Blanc, las dificultades de hoy hacen olvidar las del pasado “En este río, todo lo que ve - barcos, casas, etc. -lo hicieron los blancos. Después de que se marchasen, los congoleños no trabajaron. No sabíamos cómo. Durante los últimos 50 años, hemos caído” hace una pausa “Conquistaron este país por la fuerza” dice, con algo más que un toque de admiración “Si regresan, esta vez les daremos el país gratis”

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