lunes, 8 de diciembre de 2014

ARQUITECTURA (Editado originalmente el 20/11/2011)


Tuve ocasión en una de mis estancias en Berlín, donde he trabajado para un proyecto formativo entre la alcaldía de la ciudad y la prestigiosa Universidad Humboldt, de asistir a la charla que dio Léon Krier el arquitecto nacido en Luxemburgo, que habló sobre su admiración por el trabajo de Albert Speer, el arquitecto oficial del Führer y más tarde eficaz Ministro de Armamentos en la segunda mitad de la guerra, llamada "Albert Speer, Architecture 1932- 1942". Podemos imaginar que una conferencia así en el Berlín del siglo XXI no resultaba cómoda para más de uno de los asistentes. Se celebró en esa ciudad en “Yale School of Architecture”.

En el auditorio en penumbra, la monumental imagen que apareció en la pantalla resultaba muy familiar. Pero la descripción que se hizo de esa imagen resultó no tan familiar e incluso chocante “Más bien elegante”, dijo el profesor Krier en el estrado. La imagen era de la nueva cancillería de Adolf Hitler en Berlín, diseñada en 1938 por Albert Speer. En la siguiente imagen aparecían los terrenos y el estadio de Nuremberg, donde se celebraban los inmensos rallies y desfiles durante los años 30 “Creo que es realmente una gran arquitectura” decía Krier ante el pasmo de algún presente “Si sacas de la imagen las cruces gamadas, puedes admirarlo sin sentirte culpable”

Había gente que se revolvía incómodamente en sus asientos e incluso algunos salieron de la sala para protestar por los comentarios de Krier. Éste reconocía esa incomodidad diciendo sobre su admiración por Speer “La gente se vuelve loca porque creen que aplaudo Auschwitz” y añadía que “Esos edificios están llenos de referencias modernas. Sólo son los ciegos los que creen que eso es arquitectura fascista”. La misión de Krier es abrir los ojos de la gente a la maestría de Albert Speer, desde que pudo hacerle una entrevista unos meses antes de su muerte en 1981. Y mientras que a  muchos investigadores y académicos que le vieron tras cumplir condena y salir libre en 1966, sólo les interesaba su papel como confidente de Hitler y Minsitro de Armamento, Krier enfocó su interés en el ciclópeo plan de convertir a Berlín en la capital del mundo.

En 1985 Krier realizó un monográfico sobre los diseños de Speer de la nueva capital Germania que mostraban el grandioso, frío y neoclásico estilo del arquitecto. No sólo era la Cancillería del Reich donde Hitler quería que los diplomáticos se deslizasen sobre el suelo de mármol pulido entre los inacabables pasillos, sino también la enorme palacio de Hermann Göring, con sus jardines colgantes y la Gran Sala, un edificio enorme que sería coronado como la cúpula más grande del mundo y con capacidad para 180.000 personas dentro del mismo. El libro hizo que Krier fuese condenado en todo el mundo por lo que parecía una apología del nazismo, y desapareción rápidamente de las estanterías. La Monacelli Press lo ha vuelto a editar, pero con el añadido de una introducción del renombrado arquitecto Robert A.M. Stern, decano de la “Yale School of Architecture”, que diseñó la biblioteca presidencial de George W. Bush.

El amigo Stern cree que Krier debe recibir el agradecimiento por su trabajo sobre Speer “ya que lo que transpiraba Alemania fue tan extraordinario, reprensible políticamente, que también se debería considerar laudatorio desde el punto de vista de la arquitectura”. El amigo Stern, en una cena en el apartamento de Berlín para los participantes en la conferencia, recibió de sus colegas la sorpresa generalizada por su proximidad con el libro de Krier. El contestó “Habeis leído mi introducción y en ella me protejo de cualquier idea nazi o soporte a la misma”. Es lo mínimo que puede esperarse de alguien como el amigo Stern, un antiguo miembro del consejo de la Walt Disney Co., cuya empresa de arquitectura trabaja en muchos estilos diferentes y que él llama “tradicionalista moderno”. Stern se alió previamente con Krier, considerado como el padre del “Nuevo Urbanismo”, en el esfuerzo de crear ciudades neo-tradicionales como Celebration y Seaside en Florida. Krier defendía ciudades transitables par los peatones, con comunidades planificadas y llamó la atención del Príncipe Carlos, que le contrató para crear una nueva ciudad en Poundbury en Inglaterra, donde desaparecían de la vista las antenas parabólicas y las luces de tráfico. Krier tiene aversión al modernismo y a la modernidad.

En la conferencia "Albert Speer, Architecture 1932- 1942" Krier iba contra la industrialización y en particular lo que el Plan Marshall construyó en la Alemania del Oeste. Él ataca a modernistas como Le Corbusier, diciendo de sus planes urbanísticos que “Ni siquiera los más crueles y sanguinarios dictadores no hubiesen impuesto ese íncubo sobre sus gentes” y argumenta que los aliados deberían haber detenido la persecución sobre Speer al igual que permitieron que antiguos nazis como von Braun, trabajasen en los USA y en sus programas militares y espaciales. De esa forma, Speer hubiese embellecido París, Washington y Moscú y que perdieron una gran oportunidad. Krier añade que “el Führer apreciaba que las cosas fuesen bellas”. Speer entendió su papel como diseñador para el III Reich y dijo más tarde sobre Hitler “Por supuesto que yo era consciente que él pretendía el dominio del mundo. Ese era el punto que yo consideraba en mis edificios... Todo lo que yo quería era para ese gran hombre y su dominio del mundo”

Tras la derrota del nazismo, tanto el Este como el Oeste querían apartar el fantasma de Speer y sus  obras monumentales.  La Alemania del Oeste montó su capital provisional en Bonn, mientras que la Alemania del Este, bajo control soviético demolía los restos de la Cancillería del Reich. Cuando la reunificación de las dos Alemania se llevó a cabo en 1989, los diseños de Berlín huían de la maldición de Speer. Cualquier atisbo de construcción que vagamente recordase ese tipo de arquitectura disparaba reacciones de miedo y pavor. Krier objeta correctamente que no hay una relación clara entre la arquitectura y su sentido ideológico. Washington DC tiene fachadas modernas que hubiesen sido bien recibidas en el Berlín de Hitler. El clasicismo, piensa Krier, ha sido injustamente tratado por su asociación con el fascismo. Sin embargo, Brasilia, construida para significar la apertura a la democracia, sirvió perfectamente a un régimen militar...

Por ello, querer mostrar a Speer y su trabajo desde un punto de vista sólo estético, es un trabajo muy difícil que pocos quieren entender y condenado al fracaso. Krier dice que la visión de arquitecto en Speer se pierde en el momento en que es nombrado Ministro de Armamentos y adopta “una creencia profunda en la civilización industrial”. Speer se convierte en un eficaz ministro sin parangón en la historia de la guerra y su producción.

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