domingo, 14 de diciembre de 2014

GASEAR JAPÓN (Editado originalmente el 6/11/2011)


En un artículo anterior ya hablé sobre el enunciado de este artículo. Debido a que creo que es muy interesante vuelvo sobre él con información más detallada y de los pensamientos que conducían las conductas de los norteamericanos en la guerra del Pacífico.
 
En un informe suprimido del escrutinio público durante casi 50 años y escrito en Junio de 1945 por el Servicio de Guerra Química del Ejército de los Estados Unidos, muestra claramente la intención del Alto Mando de lanzar un ataque preventivo con gases a gran escala, antes de la invasión terrestre del Japón. El documento de 30 páginas, designa “zonas de ataque con gas” sobre detallados mapas de Tokio y otras grandes ciudades japonesas. Los planificadores militares habían seleccionado 50 objetivos urbanos y/o industriales, incluyendo 25 ciudades como Tokio, Osaka, Yokohama, Kobe y Kioto, especificando que eran “especialmente adecuadas para ataques con gases”.
 
Cuando planificaban la invasión del Japón, los líderes militares y políticos americanos esperaban que los japoneses luchasen con fanatismo en defensa de su patria. El plan americano, denominado “Operation Downfall”, hablaba de una invasión en dos etapas. Un asalto a la parte más al sur de Japón, la isla de Kyushu bajo el código “Operation Olympic” y prevista para Noviembre de 1945. A continuación vendría la segunda etapa denominada “Operation Coronet”, prevista para Marzo de 1946 y que sería la invasión de la isla principal de Japón, Honshu, y que incluía el asalto a Tokio.
 
“Unos ataques con gas del tamaño e intensidad sobre esos 250 millas cuadradas de población urbana” declaraba el informe americano “podrían matar fácilmente a 5.000.000 de personas y herir a otras tantas”. En el primer ataque que se lanzaría sobre Kyushu quince días antes del desembarco, los bombarderos americanos machacarían Tokio y otras ciudades en un ataque matutino con 54.000 toneladas del gas mortal fosgeno. Tokio sería el objetivo principal del ataque, ya que “un ataque de estas características debe empezar en una gran ciudad con mucha población”.
 
Los tres creadores del informe recomendaron que la Junta de Jefes de Estado emitieran “una política de uso de gases tóxicos tanto sobre objetivos tácticos o estratégicos como soporte a la “Operation Olympic”. Los planificadores sugirieron el uso de cuatro tipos de gases incluyendo el fosgeno y el gas mostaza. El estudio sobre el ataque con gases fue aprobado por el jefe del Servicio de Guerra Química del Ejército de los Estados Unidos, el general William N. Porter. Sólo cinco copias fueron hechas de este documento secreto y de cuya existencia se supo en Julio de 1991.
 
Tras el terrible uso del gas venenoso durante la I Guerra Mundial, las naciones prohibieron formalmente el uso de esta nueva arma. Esta prohibición fue incluida en el Tratado de Versalles de 1919, el Tratado de Washington de 1922 y en el Protocolo firmado por más de 40 países en 1925 (incluyendo a los Estados Unidos). Durante la II Guerra Mundial, tanto los Estados Unidos como Alemania produjeron y almacenaron gases mortales para su posible uso en el conflicto europeo, pero ninguna de las partes, por temor a las represalias, usaron estas armas.
 
A pesar de que públicamente en 1945, los Estados Unidos sólo estaban dispuestos a usar gases venenosos como represalia en el caso de que Japón los usara primero, en privado los líderes militares americanos consideraban seriamente usarlos primero. En el verano de 1945, las fuerzas americanas mataban a miles de japoneses en los bombardeos indiscriminados. De ese punto a usar gases, no había mucha distancia.
 
El 14 de Junio de 1945 otro documento muestra como el almirante de la flota Ernest King y miembo de la Junta de Jefes de Estado, recibió un informe secreto sobre gases venenosos del Jefe de Estado Militar general George C. Marshall. Los dos eran asistentes clave del presidente Truman. Truman se reunión en la Casa Blanca el 18 de Junio de 1945, con sus consejeros militares y civiles para discutir el plan general de la invasión de Japón. Aparentemente, el ataque con gases fue aprobado en esa reunión. Tres días después, el 21 de Junio, se dieron órdenes para incrementar la producción de varios tipos de gases, para disponer de ellos en los almacenes en las grandes cantidades que solicitaba el informe. Por alguna razón que por ahora queda en la especulación (¿bombas atómicas alemanas en sus manos?), Truman decidió lanzar la bomba atómica en vez del ataque con gases
 
Dos historiadores norteamericanos, Thomas B. Allen y Norman Polmar, han analizado este documento que ha sido secreto durante tanto tiempo en un artículo de 1995. Este informe de Junio de 1945 dice, según estos historiadores, que “incrementaba la matanza de enemigos civiles más allá de cualquier otra cosa vista en la II Guerra Mundial. No hay ningún otro documento conocido de la II Guerra Mundial que recomiende tal matanza de civiles” (T.B. Allen y N. Polmar, “Poisonous Invasion Prelude”, Pittsburgh Post-Gazette, 4 de Agosto de 1995)
 
Ningún oficial americano ha sido degradado o criticado por aprobar este plan de asesinato masivo, que ha recibido tan poca difusión en los medios e interés público. Si Alemania hubiese usado gas venenoso durante la II Guerra Mundial, seguramente los victoriosos aliados habrían castigado de forma severa a los militares responsables. Igualmente, si los líderes militares alemanes hubiesen aprobado un plan para gasear Londres, comparable al plan americano de 1945, sin duda se habría citado sin descanso en los medios como demostración de la maldad nazi y los responsables de su aplicación hubiesen sido ajusticiados.
Un ejemplo más del doble rasero.




No hay comentarios:

Publicar un comentario