El “Diario de Goebbels” ha sido publicado en diversas ocasiones y en muchos
idiomas. Es un libro muy interesante para todo investigador de la II Guerra
Mundial y del III Reich en particular. Yo dispongo de varias versiones y en
varios idiomas como español, inglés y alemán. Sin embargo, algo que llama la
atención de las versiones publicadas es que faltan pasajes vitales desde mi
punto de vista. Por ejemplo, del año 1944, un año importantísimo de la guerra,
no habla del Desembarco de Normandía, el complot de Stauffenberg o la Batalla
de las Ardenas, entre otros asuntos menores de aquel año. Incluso de algunos
años sólo hay unas pocas anotaciones al alcance del público.
Esto me hace sospechar que alguien sabía que estaba sobre un auténtico
tesoro histórico y que no piensa soltarlo. El diario privado del Dr. Goebbels
se hallaba en los archivos secretos del extinto gobierno de la Unión Soviética
en Moscú, microfilmado en 1.800 placas de cristal, con más de cuarenta imágenes
cada una, en sus cajas originales AGFA. Hasta la fecha que yo sepa, sólo David
Irving, el historiador revisionista, ha tenido acceso a ese material secreto en
Moscú y fue en dos ocasiones durante 1992.
Con todo lo malo que se ha llegado a decir del III Reich, uno puede pensar
que este diario contendrá toda la basura de esa época, sin embargo el episodio
de la “Noche de los Cuchillos Largos” donde se descabezó la dirección de las SA
en Junio de 1934, o la “Noche de los Cristales” de Noviembre de 1938 o el
misterioso incendio del Reichstag e incluso la historia interior del nazismo,
faltan de los diarios publicados hasta la fecha. Y sorprende por la
meticulosidad del Goebbels en todo lo que hacia. Deduzco que esas partes y
otras no interesa que se sepan.
De una forma u otra, las porciones del diario se han ido esparciendo.
Primero estaban el diario original mecanografiado en parte de los años
1942/1943, que está en la biblioteca de la “Hoover Institution” en Stanford,
California y que fue publicado en 1948. La “National Archives” en Washington,
adquirió unas cuantas páginas de Agosto de 1941. Los franceses obtuvieron de
alguna manera Abril de 1943 y de nuevo la biblioteca de la “Hoover Institution”
consiguió seis páginas del diario de Julio de 1944.
Y también y muy importante, el Instituto de Historia Contemporánea de
Munich trató de conseguir todo o parte del diario negociando con las
autoridades de la Alemania del Este. Pero como he dicho más arriba, faltan
partes fundamentales, vitales del diario. Sin embargo, David Irving consiguió
partes del diario sobre la “Noche de los Cristales”, la “Noche de los Cuchillos
Largos”, el incendio del Reichshtag, el ataque a Pearl Harbor, todo 1944 y los
meses previos al inicio de la II Guerra Mundial. Todo un tesoro para cualquier
historiador. Pero Irving también sufrió las presiones de sus enemigos para que
los soviéticos no le permitiesen hacer su trabajo. Pero, afortunadamente para
todos, pudo hacerlo. Los soviéticos tenían todo este material original ya que
Goebbels ordenó entre 1944 y 1945 que se preservase toda esta información en
placas microfilmadas y fue capturado por los rusos. Lo cierto es que nadie sabe
donde está sus anotaciones originales, ni lo que fue de ellas. Quizás se
perdieron para siempre y sólo queda el material microfilmado.
Con referencia al incendio del Reichstag, la nota manuscrita y microfilmada
dice que él estaba en su casa con Hitler en ese atardecer del 27 de Febrero de
1933, cuando el teléfono sonó a las nueve. Era el bromista de “Putzi”
Hanfstaengl, diciendo: “El Reichstag está en llamas”. Goebbels recordaba que
esa semana había estado dos veces con “Putzi” Hanfstaengl y pensó que era otra
de sus bromas y por lo tanto le colgó. “Putzi” Hanfstaengl volvió a llamar y
dijo a Goebbels “Es mejor que escuche bien lo que le digo, el Reichstag está en
llamas”. Goebbels se dio cuenta de que podía ser algo serio, por lo que llamó a
la policía de la Puerta de Brandenburgo, que le confirmó que había un incendio
en el Reichstag. Él y Hitler subieron al coche inmediatamente y fueron hacia el
Reichstag donde sus peores temores se confirmaron.
Esto está escrito de su puño y letra en el diario, por lo que es genuino y
confirma la que ya se sospechaba de que los nazis no incendiaron el Reichstag.
No hay comentarios:
Publicar un comentario