Este es un capítulo muy curioso e increíble que rompe moldes con la
historia oficial y del que apenas se habla. Es “Políticamente
Incorrecto” y seguramente su conocimiento derribaría muchas conciencias.
Suena increíble, pero así fue: hubo reuniones, traslados y objetivos en
común entre el sionismo y el nazismo. También sé que es un tema
espinoso, pero forma parte de la historia, nos guste o no y este blog
analiza aquellos misterios o asuntos especiales que no son de dominio
público o que la historia oficial no quiere explicar abiertamente.
Por un lado, los nazis querían sacarse de encima a los judíos que vivían
en Alemania y por otro los sionistas querían tener su “Tierra
Prometida” en Palestina. Ambos intereses coincidían en la forma y en el
tiempo. Pero entremos en el tema.
Se puede decir que durante mucho tiempo hubo personas de diferentes
países que discutieron y polemizaron con la llamada entonces “Cuestión
Judía”, es decir, cual era lugar o el papel de los judíos en una
sociedad de no-judíos. Se puede decir, sin temor a equívocos, que
durante la década de los años 30, los nazis y los judíos sionistas
compartieron visiones e ideas similares sobre el tratamiento de este
asunto tan complejo. Incluso estaban de acuerdo que los judíos y los
alemanes eran claramente dos nacionalidades diferentes y que los judíos
no pertenecían a Alemania. Los judíos que vivían entonces en Alemania no
eran vistos como “alemanes de fe judía”, sino como miembros separados
de una comunidad nacional diferente. El sionismo o nacionalismo judío
además implicaba entre sus objetivos el re-asentamiento obligado de los
judíos sionistas en Palestina, llamada “la patria judía”.
Theodor Herzl, padre y fundador del sionismo moderno, mantenía que
“el anti-semitismo no es una aberración, sino una comprensible y natural
respuesta de los no-judíos ante los comportamientos y actitudes ajenas
de los judíos”. Herlz argumentaba “que la única solución era para los
judíos el reconocimiento de la realidad y vivir en un estado propio y
separado”. En su famoso libro “El Estado Judío” también decía “que la
“Cuestión Judía” se daba en aquellos lugares donde vivían un número
considerable de judíos”. Y agregaba “En aquellos lugares donde no
existe, aparece en el momento en que llegan los judíos… Yo creo que
entiendo el anti-semitismo, que es un fenómeno muy complejo. Considero
esto como judío sin odio o miedo”. Consideraba también que no era una
cuestión social o religiosa “Es una cuestión nacional. Para resolverla,
sobre todo, se debe tratar como un asunto de política internacional”.
Seis meses después de Hitler llegase al poder democráticamente, la
Federación Sionista de Alemania, la más grande del país, entregó una
memoria detallada al nuevo gobierno que revisaba las relaciones
alemanas-judías y ofreció de formalmente el soporte sionista para
resolver “la Cuestión Judía”. El primer paso, sugería, tenía que ser el
franco reconocimiento de las diferencias nacionales fundamentales.
Parece ser que los sionistas no se hacía ilusiones sobre la dificultad
de la condición judía, que se basaba sobre todo en la presencia y
postura intelectual y moral no enraizada en el país en cuestión. Los
sionistas llegaron a decir que “nuestro reconocimiento de la
nacionalidad judía, nos provee de una clara y sincera relación con el
pueblo alemán y sus realidades nacionales y raciales.
Precisamente
porque nosotros no deseamos falsificar estos fundamentos, nosotros
también estamos en contra de los matrimonios mixtos y mantener la pureza
del grupo judío y rechazar cualquier traspaso en el terreno cultural,
nosotros podemos mostrar un interés en las obras y valores de la cultura
alemana con admiración y simpatía…”
Por motivos prácticos, el sionismo esperaba ser capaz de obtener la
colaboración de un gobierno fundamentalmente hostil con los judíos. La
propaganda y los boicots llevados a cabo contra Alemania de muchas
maneras creo que fue, en esencia, no sionista ya que el sionismo no
esperaba luchar y sí convencer y construir la relación con Alemania. El
“Jüdische Rundschau”, el periódico principal de la comunidad judía en
Alemania, proclamaba un mensaje similar de colaboración: “El sionismo
reconoce la existencia del “problema judío” y desea una solución
constructiva. Para ello, el sionismo desea obtener la ayuda de todas las
personas, sean pro o anti judías, ya que estamos tratando un asunto
concreto, más que un asunto sentimental y cuya solución buscan muchas
personas interesadas”.
El rabino Joachim Prinz, que más tarde se instaló
en los Estados Unidos y llegó a ser responsable del American Jewish
Congress, escribió en 1934 en su libro “Wir Juden”, que la revolución
nacionalsocialista en Alemania quería decir “La Judería para los
Judíos”, y explicaba “no hay subterfugio que nos salve. En lugar de la
asimilación, deseamos un nuevo concepto: el reconocimiento de la nación
judía y la raza judía”.
Con la base de ideologías similares sobre raza y nacionalidad, los
nazis y los sionistas trabajaron en conjunto por lo que cada uno creía
de su propio interés nacional. Como resultado, el gobierno de Hitler
apoyó de forma intensa el sionismo y la emigración judía a Palestina,
desde 1933 hasta 1940/41, cuando la guerra impidió una colaboración
mayor. Incluso cuando el III Reich estaba más atrincherado en sus ideas
muchos judíos alemanes, seguramente una mayoría, se veían a sí mismos
con orgullo como alemanes primero.
Pocos se veían capaces o
entusiasmados para enraizar en una nueva vida en la lejana Palestina.
Sin embargo, más y más judíos alemanes se pasaron al sionismo durante
ese período. Hasta finales de 1938, el sionismo floreció en la Alemania
de Hitler. La circulación del “Jüdische Rundschau” bisemanal, creció
enormemente. Se publicaron muchos libros sionistas. La Enciclopedia
Judaica lo dice “el sionismo estaba a plena marcha”. Incluso la
Convención Sionista efectuada en Berlín en 1936, reflejó “en su
composición la vigorosa vida del partido de los sionistas alemanes”.
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