En un artículo anterior hice alguna referencia al Dr. Ronald
Richter y sus investigaciones sobre la energía durante el III Reich. Sin
embargo, el Dr. Richter es más conocido por su estancia a principios de
los 50’s en Argentina a las órdenes de su presidente, el general Perón,
y sus investigaciones sobre la energía atómica, o eso parecía… Se
supone que todo terminó en un gran fracaso.
Perón, un líder carismático, no tuvo empacho en anunciar a todos los
medios que Argentina había logrado sonados avances en la investigación
del átomo La revista TIME se hacia eco de la noticia en su número del 2
de Abril de 1952, de la siguiente manera: “Juan Perón llamó a los
periodistas la semana pasada para anunciarles algo muy especial. Con una
elaborada ostentación, miembros de la prensa extranjera fueron
convocados.
Lo que debía decir, explicó Perón, era únicamente para su
propio pueblo. Anunció: científicos argentinos, utilizando sólo material
argentino, relativamente barato, habían conseguido el 16 de Febrero de
ese año una “liberación controlada de la energía atómica” (es decir, una
explosión atómica) “La nueva Argentina ha decidido que copiar la fisión
nuclear vale la pena. Y contrariamente a experimentos extranjeros, los
técnicos argentinos han trabajado sobre la base de las reacciones
termonucleares, que son idénticas a las que expele el sol. El
experimento ha sido llevado a cabo por el gobierno en la planta atómica
de la isla de Huemul, en el lago andino de Naheul Huapi, 900 millas al
suroeste de Buenos Aires. No requirió ni uranio ni plutonio” Perón
indicó también que esta nueva energía se utilizaría en plantas de
energía e industria.
El mismo artículo sugería más adelante que la cruz gamada estaba
detrás de este desarrollo: “Junto al presidente Perón estaba el Dr.
Ronald Richter, físico austríaco, que ha estado asociado con el programa
atómico argentino desde su inicio hace ya nueve meses” ¡En sólo nueve
meses! El Dr. Richter había hecho pasar a la Argentina de ser una
potencia regional a la primera potencia termonuclear del mundo… A través
de un interprete el Dr. Richter anunció que “lo que hemos conseguido es
estrictamente argentino e infinitamente superior al sistema usado en
los USA. Desde hace algún tiempo, Argentina conocía el secreto de la
bomba de hidrógeno, pero el presidente Perón la rechazaba”. La
“explosión controlada de fusión” del Dr. Richter, fuese lo que fuese,
mostraba signos serios de poca credibilidad.
Sin duda, lo que decía el Dr. Richter sonaba muy extraño y fantástico
para la física convencional del momento, ya que una explosión
termonuclear debe ser accionada por una bomba atómica, que actúa como
fusible de encendido y consigue la presión y temperatura extrema
necesaria para la ignición del ingenio. Tan pronto como Perón hizo su
anuncio, fue denunciado en los Estados Unidos por la Comisión de la
Energía Atómica. Perón consultó con sus científicos que le aseguraron
sin duda alguna que la visión norteamericana estaba basada en la ciencia
de verdad y que por lo tanto creían que había algo erróneo con el
proyecto atómico del Dr. Richter. Perón nombró a una comisión de
investigación para que emitiera un informe exacto de los trabajos del
Dr. Richter y su alcance, en la remota isla de Huemul. El informe fue
presentado a Perón en Septiembre de 1952.
Del extenso informe sobresalen dos cosas curiosas. Primero, la actuación del Dr. Richter y su equipo, como si no supiesen o tuviesen el suficiente nivel de conocimientos para desarrollar su trabajo. Segundo, no parecían contar con los equipos necesarios para su investigación. Por ello, dice el informe “Los análisis efectuados muestran la imposibilidad, de acuerdo con los conocimientos actuales, de obtener en el laboratorio este tipo de reacciones nucleares. Sin embargo, el Dr. Richter dice que ha descubierto una serie de fenómenos que invalidan un razonamiento como el nuestro. Además, insiste que este fenómeno descubierto por él, constituye la base del secreto del proceso de reacción termonuclear” el informe sigue “No es posible conocer a qué clase de fenómeno se refiere el Dr. Richter, ya que su existencia no puede contradecir el conocimiento básico que es aceptado en la actualidad”.
A la vista de este párrafo oficial, hay dos opciones, o el
Dr. Richter y su investigación fueron un fraude o bien que encontró algo
más allá de las explicaciones convencionales de la ciencia de la época
(incluso hoy). El principio del Dr. Richter se basaba en la “Precesión”.
El Dr. Richter explicó a la comisión que un ingenio termonuclear se
basa en la resonancia obtenida en medio de la frecuencia de precesión de
Larmor – que se origina en la interacción del campo magnético actuando
en el momento magnético del átomo, litio 7 – y del campo magnético de
oscilación producido por un generador de radio-frecuencia. La cifra
obtenida por la intensidad del campo magnético constante es de 15.000
Gauss”.-
Por qué el Dr. Richter actuó así es un misterio que le costó la
pérdida de los fondos y el material que le suministraba el gobierno
argentino. Sin embargo, la última frase del informe es muy sugerente y
ambigua “Todo el fenómeno observado no tiene parecido con un fenómeno
nuclear” Es decir, observaron algo que no pudieron racionalizar con sus
conocimientos científicos basados los principios de la reacción nuclear
conocidos. El Dr. Richter se quejó de que el informe estaba basado en
criterios erróneos y desconocimiento científico.
Sin embargo el Dr. Richter no era un cualquier y quizás iba muy por
delante de su tiempo. Lo prueba el informe, de la Fuerza Aérea de los
Estados Unidos, dentro de la Operación Paperclip para llevar científicos
alemanes a Los Estados Unidos y trabajar para ellos. En el informe se
cita el tipo de trabajos e investigaciones que el Dr. Richter llevaba a
cabo en Alemania antes y durante la guerra. No son cualquier cosa:
“Investigación en la activación de catalizadores, procesos de rotura e
hidrogenación del carbón por catalizador de alta presión, desarrollo de
un convertidor de imagen para un microscopio de actividad contractada,
basado en el escaneo de hidrógeno o deutrinos, absorbiendo las
superficies laterales con protones, deutrinos o electrones: por vez
primera será posible ver y fotografiar la actividad que no puede puede
ser visible por la luz ni por los microscopios electrónicos.
Investigación y estudios sobre sistemas de arcos eléctricos, desarrollo
de nuevos tipos de arcos de plasma analizando instrumentos y métodos. En
1936, descubrimiento de un proceso de generación de onda de plasma,
concepción un nuevo tipo de sistema de reactor de arco industrial,
basado más en la reactividad de la onda de plasma que ne la trasferencia
de calor. Desarrollo de una base de operación para probar las
condiciones de la onda de plasma por medio de la inducción de reacción
nuclear en colisión de plasma”.
Aparte de lo que se pueda decir del Dr. Richter, estaba muy
adelantado del pensamiento convencional aliado y por lo tanto de ser un
fraude en Argentina en los 50’s. El texto anterior indica claramente que
el Dr. Richter quería medir, analizar y desarrollar un microscopio que
pudiese ver más allá de los límites del microscopio electrónico y poder
observar el tejido atómico y las partículas sub-atómicas ¡en 1936!
Parece que consiguió un avance importante en este campo y sólo se
quejaba de “la falta de equipo de medición que pudiese aguantar la
presión de las altas temperaturas” Algo así pasó en Argentina, donde el
equipo de que disponía era de tipo estandard y quizás por eso su
comportamiento técnico parecía no correcto ante la comisión.
Al final
del texto, también hay otro dato interesante y es que el Dr. Richter
intentaba inducir fusión en el plasma por medio de la presión eléctrica y
trataba de desarrollar un reactor para tal propósito que trabajase en
ondas de choque, es decir, ondas longitudinales para conseguir la
colisión del plasma y finalmente la fusión. Para que entendamos lo
adelantado del trabajo del Dr. Richter en la Alemania de los años 30’s,
una idea muy similar ha sido propuesta seriamente para principios del
siglo XXI por una corporación norteamericana llamada General Fusion. Es
decir, setenta años más tarde una empresa considera la misma idea.
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