lunes, 8 de diciembre de 2014

CABALGADA MORTAL 2/2 (Editado originalmente el 31/3/2014)

El análisis de Mosier también habla de las otras formas de artillería móvil alemana, que muchas veces no se considera como “blindados”, ya que su cañón sólo puede ser elevado o bajado y sin torreta móvil. Los cañones de asalto, artillería autopropulsada, antiaéreos móviles, caza-carros y otras nuevas armas se produjeron en gran cantidad y puestas al servicio como unidades de apoyo a la infantería o como complemento a las divisiones panzer. Fueron muchas veces rechazadas, por ejemplo por Guderian y otros como una innovación no bien recibida. Sin embargo tuvieron un éxito indiscutible en la destrucción de miles de carros enemigos soviéticos, incrementando los ratios que he comentado más arriba.

El autor demuestra que las tropas alemanas y sus oficiales estaban muy bien preparados y entrenados, mejorando sus tácticas y estrategias a medida que la guerra avanzaba. Sin embargo sus oponentes soviéticos, oficiales y tropa, se mantenían pobremente preparados y muy mal dirigidos. Mosier presenta de forma franca a los militares soviéticos como generalmente incompetentes, manteniendo las altísimas bajas y fracasos a su nivel hasta el final de la guerra. También pone en duda la alta reputación “oficial” de los mariscales soviéticos Zukov, Koniev y otros, mostrándolos como superados por las circunstancias y deshonestos en sus memorias sobre la guerra. Por ello, se pregunta lógicamente ¿cómo pudieron ganar la guerra los soviéticos? Mosier muestra el cómo.

Primero, la URSS recibió una cantidad enorme de ayudas dentro del programa americano “Lend & Lease” y otras formas de colaboración desde los USA e Inglaterra. Camiones, aviones, tanques, gasolina, comida y todo en gran cantidad fue suministrado a los soviéticos y les salvó de la destrucción en manos alemanas. Esto es algo que derriba el mito estalinista de que la ayuda fue insignificante y que jugó un papel mínimo o ninguno en la victoria soviética. Segundo, a pesar de las repetidas solicitudes de Stalin de que los aliados abriesen un segundo frente para rebajar la presión sobre la Unión Soviética, de hecho ya habían dichos frentes en marcha que consumían recursos de Alemania. Por ejemplo, un segundo frente era el bombardeo continuado sobre Alemania, un tercer frente en el Atlántico, un cuarto en el norte de África y luego Sicilia e Italia y todo ello antes de abrir el quinto frente en Normandía en Junio de 1944.

El autor presenta de forma concluyente que lo que dio a los soviéticos la victoria fue el hacer que las mejores unidades alemanas se trasladasen a otros frentes en el oeste y el sur, a los Balcanes, a Francia, a Italia y en cualquier otro lugar donde fuesen requeridas de forma urgente. Entre ellas se encontraban las unidades de élite de las Waffen SS o la división “Grossdeutschland”. A la Wehrmacht se le quitó parte de su capacidad de fuego y armamentos que necesitaba en el este y por lo tanto su papel se convirtió en defensivo. El mito de la solidez pétrea del Ejército Rojo que de forma victoriosa empujó a los alemanes hasta Berlín, cae ante el análisis de Mosier.

También Mosier analiza algún error alemán como el no haber tenido un bombardero estratégico en producción masiva, pero esto se debía a que Hitler no quería una guerra mundial y su ejército estaba diseñado para operaciones de poco alcance geográfico, como mucho hasta Ucrania, tal como ya señala en su libro “Mein Kampf” y el “Lebensraum” que el Führer quería. Esta falta de un bombardero de largo alcance limitó el bombardear las fábricas más allá de los Urales. Sin embargo y a pesar de ello dice que Alemania estuvo muy cerca de aniquilar totalmente al Ejército Rojo ya en 1941, y sólo se debió a la generosa y vital ayuda americana e inglesa que la URSS pudo sobrevivir. Por lo tanto, aunque sin ese bombardero estratégico, Alemania casi acabó con los soviéticos.También dice que en la guerra contra los partisanos en Rusia, Ucrania y Bielorusia, no fue más que una pequeña molestia para los alemanes y nunca fue una amenaza mayor.

A este respecto, señala que la mayoría de las víctimas civiles soviéticas durante la guerra fueron el resultado directo de las órdenes de Stalin y no de las acciones alemanas, ya que mandaba ataques y retiradas en cualquier lugar tras las líneas, y que la mayoría de las mismas fueron machacadas por los alemanes con un gran costo de vidas rusas y pocas bajas alemanas. Mosier sostiene que las enormes pérdidas humanas sufridas y la destrucción física (ciudades, edificios, fábricas, presas, etc.), llevaron al colapso de la URSS unas décadas después. Si esto es así, Hitler fue la persona que lo consiguió. 

Pero, sobre todo, protegió a Europa de ser arrollada por Stalin en 1941, algo que nadie es capaz de admitir a día de hoy.
Mosier observa con atención la naturaleza de la “verdad” y “realidad” soviética mezclada con el estilo de liderazgo de Stalin y eso, dice, es muy revelador. Stalin podía hacer un pronunciamiento político sobre la guerra, la economía o la producción, etc., y se esperaba que sus subordinados produjesen informes, estadísticas, por ejemplo “hechos” que confirmasen la “realidad” de Stalin. esta información tamizada, según Mosier, es la que fue usada por los historiadores oficiales, periodistas y otros buscando cifras y estadísticas, incluso cuando creían que ese material era dudoso en su veracidad, lo usaron igualmente pensando que así perpetuaban los mitos de Stalin.

Su sucesor Krushev perpetuó selectivamente esos mitos si eran útiles a sus propósitos. Por ello, cuando Krushev en sus famosos discursos donde denunciaba los crímenes de Stalin en los Gulags y las purgas del “Gran Terror”, no lo extendía sus denuncias a los mitos que rodeaban a la “Gran Guerra Patriótica”, que siguieron y siguen en pie hasta hoy. también hay mitos similares en el lado aliado...El mismo Stalin no aceptaba ninguna contradicción y fue famoso por castigar a esos que le daban malas noticias. En una ocasión fue un líder de la aviación soviética que le indicó a Stalin que los aviones de la Flota Aérea Roja, estaban pobremente diseñados y fabricados, averiándose continuamente. Fue arrestado, torturado y ejecutado y fue un ejemplo para los demás... La visión marxista-leninista de la naturaleza de la verdad misma, revela que es una construcción política, cuyo objetivo político es siempre más importante que los meros hechos o la realidad.

A diferencia del modelo occidental, el marxismo dicta que “todo es político” como la verdad, la literatura, etc., de hecho cualquier cosa debe servir para conseguir los objetivos del marxismo-leninismo. La naturaleza de la verdad misma es entonces definida, desde su punto de vista, como que el marxismo no está técnicamente “mintiendo” cuando fabrica los mitos y literatura sobre la II Guerra Mundial o como la URSS ganó la guerra.

Añadiría que el trabajo de Mosier es refrescante y placentero y en particular para los que defienden una lectura revisionista de la historia oficial. ¡Muy recomendable!

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