Uno de los presidentes más glorificados y reconocidos en la historia
de los Estados Unidos y puesto al nivel de Abraham Lincoln y George
Washington, ha sido Francis Delano Roosevelt. Recuerdo que incluso un
presidente republicano como Ronald Reagan, se unió a los aplausos
oficiales por ese presidente durante los años ochenta. Diría que pocos
mandatarios son recordados de forma tan positiva y emocional, incluso
más allá de las fronteras de Norteamérica. Sin embargo, a medida que el
tiempo avanza y se va teniendo acceso a documentación clasificada e
incluso al testimonio de personas que formaron parte del entorno
presidencial, entonces se empieza a dibujar un cuadro alejado de la
glorificación a que nos tiene acostumbrados la versión oficial. Nos
hemos de olvidar de la verborrea de los políticos, los medios
interesados y periodistas mercenarios dispuestos a escribir cualquier
cosa, aunque sea lejos de la realidad.
Uno de los temas estrella en los panegíricos sobre Roosevelt fue su
firme compromiso electoral de no entrar en la II Guerra Mundial, hasta
que sucedió el ataque japonés a Pearl Harbor a finales de 1941.
Tras
este ataque y por un motivo de fuerza mayor, Roosevelt se vio obligado a
entrar en la contienda. ¡Quién podía discutirlo! Cuando se analiza la
historia y nos alejamos de los medios oficiales, nos damos cuenta que
Roosevelt ya había involucrado a los Estados Unidos en la guerra con la
violación de la neutralidad y de las leyes internacionales por su ayuda a
Inglaterra y a la Unión Soviética que sí estaban en guerra contra
Alemania. Asimismo, llevó a cabo actos de agresión contra Alemania en
el océano Atlántico, buscando la provocación para que le declarase la
guerra. No podemos olvidar también la vasta campaña de “triquiñuelas
sucias” contra los ciudadanos de los Estados Unidos, efectuada por
agentes del servicio de inteligencia británico violando la Constitución o
las provocaciones y ultimatums contra Japón, que condujeron al ataque
japonés arriba comentado.
Tampoco son muy conocidos los esfuerzos de Roosevelt en una campaña
secreta para provocar la guerra en Europa antes del inicio de las
hostilidades en 1939. Ejerció una enorme presión sobre Francia,
Inglaterra y Polonia, para que entraran en guerra con Alemania en ese
año de 1939. No sólo involucró de forma criminal a los Estados Unidos en
una guerra europea, sino que es responsable ante la historia, de la
guerra más destructiva de todos los tiempos. Esta denuncia que rompe el
molde histórico oficial está basada en unos documentos polacos apenas
conocidos que cayeron en manos alemanas cuando Varsovia fue conquistada
en 1939. Estos documentos establecen sin ningún género de duda, el papel
crucial jugado por Roosevelt para que la II Guerra Mundial fuese un
hecho. También revela las fuerzas que había tras el presidente para
forzar a la guerra.
Lo cierto es que muy pocos historiadores han hablado de estos
documentos o les han dado la importancia que tienen. Personalmente
opino, que su importancia no ha sido debidamente reconocida.
Posiblemente obligarían a la reescritura de la historia reciente de una
forma que no conviene a los que de verdad mandan. Es posible que hayan
tres razones para ello además de la que acabo de citar:
1) Durante muchos años su autenticidad no ha sido claramente reconocida
2) El juego completo de estos documentos no estaban disponibles en inglés u otra lengua mayoritaria
3) La traducción de los documentos en inglés hasta ahora era deficiente e incluso inaceptablemente mala
2) El juego completo de estos documentos no estaban disponibles en inglés u otra lengua mayoritaria
3) La traducción de los documentos en inglés hasta ahora era deficiente e incluso inaceptablemente mala
Pero veamos cómo aparecieron estos documentos secretos polacos. Como
he dicho, cuando las tropas alemanas entraron en Varsovia, incautaron
una enorme cantidad de documentos en la sede del Ministerio de Asuntos
Exteriores polaco. Estos documentos fueron incautados por una brigada de
las SS al mando de Freiherr von Kuensberg. Este detalle lo explica el
Dr. Karl Otto Braun de Munich, que conoció personalmente a von
Kuensberg. Esta brigada SS, en un ataque sorpresa y muy por delante de
la Wehrmacht, tomó el ministerio mientras el personal del mismo trataba
de quemar documentación incriminadora y de la máxima importancia. El Dr.
Braun antes citado, trabajó para el Ministerio de Asuntos Exteriores
alemán entre 1938 y 1945. Este ministerio alemán nombró a Hans Adolf von
Moltke, antiguo embajador en Varsovia, para liderar una comisión para
el análisis de esos archivos capturados y seleccionar aquellos que
podían ser publicados abiertamente. A finales de 1940, 16 de esos
documentos fueron publicados en forma de libro bajo el título “Polnische
Dokumente zur Vorgeschichte del Krieges” (documentos polacos sobre la
historia de la pre-guerra). La edición del ministerio alemán fue
subtitulada como “Libro Blanco Alemán nº 3”. Este libro fue rápidamente
publicado en varios idiomas en Berlín y otras capitales europeas. Una
edición norteamericana fue editada en Nueva York por Howell, Soskin
& Co, bajo el título “The German White Paper”. El historiador
americano C. Hartley Grattan, hizo un prólogo a esa edición donde
exponía sus reservas.
Hoy sabemos que la traducción que se hizo para esta edición americana era muy deficiente. Frases completas o partes de las mismas habían desaparecido y muchas otras habían sido traducidas de forma groseramente mala. Un primer y deficiente borrador en inglés fue enviado desde Berlín a Nueva York a la atención de George Sylvester Viereck, un publicista americano pro-alemán que también trabajaba como consultor para la German Library of Information en Nueva York. Viereck hizo un repaso rápido de lo recibido desde Berlín y lo tradujo con una prosa más legible, pero sin poder comparar con el texto original polaco o incluso la versión oficial alemana. Por ello, esa traducción quedo distorsionada.
Hoy sabemos que la traducción que se hizo para esta edición americana era muy deficiente. Frases completas o partes de las mismas habían desaparecido y muchas otras habían sido traducidas de forma groseramente mala. Un primer y deficiente borrador en inglés fue enviado desde Berlín a Nueva York a la atención de George Sylvester Viereck, un publicista americano pro-alemán que también trabajaba como consultor para la German Library of Information en Nueva York. Viereck hizo un repaso rápido de lo recibido desde Berlín y lo tradujo con una prosa más legible, pero sin poder comparar con el texto original polaco o incluso la versión oficial alemana. Por ello, esa traducción quedo distorsionada.
El gobierno alemán consideró que estos documentos capturados eran de
la máxima importancia ya que probaban, más allá de cualquier duda, la
clara responsabilidad de los Estados Unidos en la guerra. El Ministerio
de Asuntos Exteriores alemán hizo públicos estos documentos el Viernes
29 de Marzo de 1940. En Berlín, periodistas de todo el mundo incluidos
los de Estados Unidos recibieron su copia facsímil de la documentación
original y su traducción al alemán. Se les permitió ver los documentos
originales polacos pudiendo compararlos con los facsímiles recibidos. La
publicación de todo este material fue una auténtica sensación,
consiguiendo titulares en los medios más importantes de todo el mundo.
Sin embargo, el impacto fue menor de lo que esperaban las autoridades
alemanas. Como podemos imaginar, miembros del gobierno de los Estados
Unidos no tardaron en denunciar que los documentos no eran auténticos.
El Secretario de Estado Cordell Hull afirmó “Puedo decir que ni yo ni
nadie de los asociados del Departamento de Estado hemos oído hablar de
esas conversaciones que se alegan, ni les damos la menor credibilidad.
Lo alegado no representa de ninguna manera ni en ningún momento, el
pensamiento o la política del gobierno americano”.
William C. Bullit, el
embajador americano en París, que estaba particularmente incriminado en
los documentos, dijo “Yo nunca he dicho a nadie las afirmaciones que se
me atribuyen”. Y el conde Jerzy Potocki, embajador polaco en
Washington, cuyos informes confidenciales a Varsovia fueron de lo más
reveladores, declaró “Niego las acusaciones que se me atribuyen en mis
informes. No he tenido nunca conversaciones con el embajador Bullit
sobre la participación de los estados Unidos en la guerra”.
Estas negaciones por personal gubernamental del máximo nivel,
tuvieron el efecto de cortar de raíz el impacto de la documentación
presentada por Alemania. Hay que tener en cuenta que hablamos de una
época donde el acceso a la información era menor por parte de los
ciudadanos, no había habido las experiencias de mentiras oficiales de
Corea, Vietnam, Wartergate, Torres Gemelas, etc. En aquel momento
histórico, la gran mayoría de ciudadanos norteamericanos creían sin
fisuras que sus políticos les decían siempre la verdad. Hoy hubiese sido
bastante diferente. No tengo dudas de que los documentos polacos
presentados por el gobierno alemán eran auténticos, con lo que el gran
líder americano y de su democracia era un hombre que había mentido a su
propio pueblo y había violado las leyes de su país, mientras Alemania
decía la verdad. El gobierno alemán siguió publicando esporádicamente
más documentación e incluso en 1943 editó un libro con más información y
añadieron otros documentos capturados en el Ministerio de Asuntos
Exteriores francés y de otros archivos europeos, bajo el título
“Roosevelt Weg in den Krieg: Geheimdokumente zur Kriegspolitik des
Praesidenten Des vereinigten Staaten” (El camino secreto de Roosevelt
hacia la guerra: documentos secretos de la política de guerra del
Presidente de los Estados Unidos)
Una pregunta muy importante y sin respuesta es la siguiente: ¿Dónde
están los documentos polacos originales en la actualidad? A excepción de
que fuesen destruidos durante la guerra, podemos pensar que cayeron en
manos americanas o soviéticas en 1945. Si tenemos en cuenta la ley
americana de desclasificación, hoy deberían ser de alcance público, por
lo que es posible que no cayesen en manos americanas, aunque nunca se
sabe… Es posible que no se destruyesen y fuesen capturados por los rusos
y se hallen en Moscú ahora, tras haber estado en los Archivos Centrales
Alemanes de la Alemania Oriental en Potsdam. Son conjeturas, por
supuesto, pero nada me impide pensar así.
Cuando leì que una brigada se las SS precediendo a las tropas regulares entrò en Varsovia y en el Ministerio de Relaciones Exteriores se apropiò de importantes documentos, recordè haber leìdo en los ´'70 el libro de Jacques De La Rue "GESTAPO" donde mencionaba algo parecido, tropas de las SS entrando en Parìs (1940) a todos los edificios gubernamentales haciendo lo propio y en especial en las oficinas de Deuxieme Bureau y de la Suretè, estos tenìan uniformes de la Feldgendarmerie de modo a no despertar sospechas y todos eran oficiales que hablaban francès, español,inglès,italiano, etc. por lo visto era un protocolo a seguir en cada invasiòn, lo cual me parece muy lògico.!
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