domingo, 14 de diciembre de 2014

LA DOMINACIÓN (Editado originalmente el 6/3/2013)


Si se analiza la historia del ser humano a través de los siglos, se observará inmediatamente de que se trata de una historia de dominación de los unos sobre los otros. Esa dominación puede ser con el beneplácito de ambas partes o por respeto, sabiduría, o bajo las armas, el miedo o la fuerza. El sistema utilizado no quita el objetivo final: dominar.

La dominación puede darse de una persona sobre otra, en el amor por ejemplo o sobre varias en grupos, clubs, deporte, partidos, empresa. Sin duda en la empresa hay un salario de por medio y el asalariado-dominado acepta las condiciones de su contratador-dominador. Sabes a qué juegas y puedes renunciar en un momento dado a esa dominación y marcharte a otra empresa o montar tu propia empresa, esperando dominar a otros. Es como una paradoja interminable y seguramente es algo innato en el ser humano. Creo que forma parte de nuestra forma de ser. Lo que habría que analizar son los grados de dominación aplicados y el interés real que hay detrás de un dominador.

El estrato superior a la dominación se da cuando alguien ha alcanzado un nivel económico muy alto, que sin duda le permite la dominación sobre otros, pero eso no es suficiente para muchos multimillonarios y el siguiente campo es el poder. Ya no se trata de los bienes materiales que el dinero permite, sino de las reverencias de los demás hacia la persona. Se llama soberbia. Es muy típico en políticos bien situados económicamente que buscan no sólo incrementar su patrimonio (el axioma “como que es millonario no robará” es falso. Claro que incrementará su patrimonio, porque siempre quieren más. No hay límites y con impunidad), sino el reconocimiento social y las lisonjas de los demás hacia su persona. Todos hemos conocido casos de multimillonarios metidos a presidentes de clubs deportivos, cuya gran ganancia era el poder por el poder y la masa de aficionados jaleando frente a él en el estadio. Eso el dinero por sí mismo no lo da, luego la dominación no era completa, faltaba el factor “poder”.

La dominación también la sufren los animales y las plantas. El hecho de arar un campo o criar y tener animales de granja, es una forma de dominación sobre la naturaleza sin duda ligada a nuestra supervivencia. Estos seres vivos son criados, utilizados y eliminados a nuestra voluntad en función de nuestra dominación sobre ellos. Están obligados a hacer algo por nosotros. La comida es su premio. Los nuevos cultivos transgénicos son la forma científica de dominación sobre las plantas para que sean exactamente como queremos y que rindan económicamente como solicitamos. Los bonsais son plantas  absolutamente dominadas que deben crecer como quiere su propietario, aunque siempre dentro de su enanismo forzado. Debido a ello, para mí son plantas inquietantes por su artificialidad. Quizás también explica psicológicamente o psiquiatricamente cómo es el propietario y sus ganas de dominación. Quizás el refinamiento y las torturas crueles que historicamente se han atribuido a los orientales, explique también el fenómeno bonsai en su origen. Seguro que es un campo por investigar, aunque actualmente “políticamente incorrecto”.

Teniendo en cuenta lo arriba expuesto sobre el factor dominación, es fácil intuir que la dominación de unos sobre otros ha podido surgir por muchas razones, la diferencia en la actualidad sobre las formas históricas de dominación es que hoy esa obtención está basada en la mentira. La dominación en la historia era clara y abierta en la multitud de emperadores, reyes, militares, papas, etc. que ha habido.

No engañaban e iban de cara. Hoy es diferente, más sutil, más ladino, más mortifero. Vivímos en la mentira, para la mentira y por la mentira. Me estoy refiriendo a la mentira programada desde las más altas instancias a través de los medios de comunicación, educación, política, entretenimiento, etc… y que nos hacen vivir en una especie de sueño, que nos impide ver la realidad de las cosas. Es más, cuando intentas explicar lo que sucede a personas de tu entorno, parece que el raro eres tú, con lo que queda demostrado que la mentira está perfectamente solidificada y ha sabido sacarse de encima a sus contrarios tachándolos de “conspiranóicos”, “pirados” o “fachas”. El sambenito, el descrédito público está otorgado, pero no la discusión ponderada y con datos. La mentira es tan inmensa que la gente normal piensa que es imposible que sea cierto, no hay gente tan mala, no hay gente capaz de algo así. ¡Desgraciadamente, claro que sí!.

Creo en la frase “El gran éxito del demonio es habernos hecho creer que no existe”. Evidentemente, no se trata de un personaje de color rojo, cuernos y tridente, sino de la maldad intrínsica que guía los pasos de muchas personas que no podríamos ni imaginar y que se hallan en puestos clave y muchas veces tras el telón, en la tramoya del teatro, moviendo los hilos de políticos y gente influyente para que hagan exactamente lo que está establecido. Nosotros, como público de ese teatro, seguimos la obra sin percibir qué sucede exactamente, creyéndonos lo que vemos, votando y nos enfadamos con los políticos y cualquier persona con proyección pública, cuando en realidad son meros figurantes del verdadero dominio que está tras ellos y que ha escrito el guión que sus actores cumplen a rajatabla. Se trata de confundirnos y hacernos perder el tiempo con banalidades sin futuro.

1 comentario:

  1. Sr. Botaya: soy nuevo en el blog y estoy leyendo artículos de 2014. El presente me trae a la memoria una frase de Mark Twain (que no es santo de mi devoción) que dice: "Es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada". Un abrazo desde Argentina.-

    ResponderEliminar