El otro día encontré por casa la revista TIME del 31 Diciembre de 1999, la
última antes de entrar en el siglo XXI, en cuya portada aparecía un primer
plano del rostro de Albert Einstein y sobre el logo de la revista, la concesión
de “Persona del Siglo”. Sabéis de mi poca o nula devoción por Einstein y porque
siempre he creído que ha sido una de las farsas científicas del siglo XX.
Es posible que penséis que yo no puedo evaluar el trabajo científico de
Einstein sobre la “Teoría de la Relatividad”, pero sí puedo evaluar e
investigar como se hizo con él, lo que ya he explicado en otros artículos.
Desde luego, el “Moloch” siempre ha situado a Einstein muy por encima de otros
científicos y muy lejos por delante en sus investigaciones durante el siglo XX.
Sólo sé que cuando el “Moloch” hace eso, hay que empezar a sospechar, algo no
cuadra... Su nombre ha sido convertido en sinónimo de super-genio. Sin embargo,
él siempre ha tenido una imagen favorable en los medios por sus ideas sociales
de izquierdas que encajaban en el pensamiento dominante del establishment
intelectual. También por su retrato popular de gran humanista, hombre de paz y
defensor de la libertad humana. En breve, Einstein tiene el estatus de
verdadero santo secular.
Desde 1920 en adelante, al gran prestigio científico elaborado de Einstein,
se sumó a una imagen pública que enunciaba su visión de los asuntos sociales,
políticos, económicos y religiosos. Fue un escritor prolífico y de cierto nivel
además de polemista. Un individuo muy influyente y que quizás pueda merecerse
honores normales y corrientes, no creo que más.
Lo digo porque cuando uno
analiza sus opiniones, se detecta enseguida una serie de incoherencias lógicas.
En vez de verlo como un analista objetivo y analítico, las opiniones no
científicas de Einstein tienden a seguir y reflejar las opiniones dominantes de
los izquierdistas. Y si lo comparamos con los argumentos del profesor Kevin Mac
Donald, del historiador y escritor Israel Shahak y del historiador
especializado en la Edad Media Norman F. Cantor, nos damos cuenta enseguida del
alto nivel de judaísmo que sus escritos reflejan y denotan los intereses
creados de los judíos como grupo.
En cuanto a la religión, Einstein no era un seguidor del judaísmo
tradicional. Rechazaba el dios trascendente del judaísmo y del cristianismo,
que veía como contrario a las pruebas empíricas y científicas. Según su
pensamiento, Dios no tenía cabida en la ciencia aparte de los acontecimientos
naturales. Y también rechazaba la idea de que Dios juzgase las acciones
humanas, tuviese que ver con el mundo o concediese a los hombres una vida tras
la vida. Mientras rechazaba la religión trascendental tradicional, se hizo su
propia religión individual y sostenía que la gente necesita una religión. Su
religión era una variedad panteística, con el universo mismo como algo
“divino”. Einstein creía que la religión tradicional no podía sobrevivir en una
sociedad moderna y científica y además iba en contra de la felicidad y progreso
del hombre. Einstein quería líderes religiosos que moviesen a la gente lejos de
sus creencias religiosas tradicionales hacia su visión panteística.
En el aspecto social y económico, Einstein se declaraba a sí mismo como
socialista. Y su socialismo no era el del estados del bienestar sueco. En vez
de ello, el socialismo de Einstein encajaba con la propiedad estatal de todos
los medios de producción por lo tanto más cerca del comunismo. La definición de
socialismo de Einstein era la marxista: Comunista referido a la Unión Soviética
como “socialista”. Hay que matizar que Einstein nunca se afilió al partido
comunista. Se pueden leer sus ideas sobre este asunto en la revista
Marxista-americana “”Monthly Review” de Mayo de 1949 y titulado “¿Por Qué
Socialismo?”. En dicho artículo, Einstein condena la depredadora naturaleza del
capitalismo que no sólo trae el desempleo, monopolios, pobreza y depresiones
económicas, sino que también envenena el espíritu de la sociedad y causa la
alienación del individuo. Dice que está convencido de que sólo hay una vía para
eliminar estas graves maldades del sistema y es a través de una economía
socialista, acompañada de un sistema de educación que se orientaría hacia los
logros sociales. Es esa economía, los medios de producción serían propiedad de
la sociedad y serían utilizados de forma planificada. Evidentemente, Einstein
se equivoca de cabo a rabo...
Sin embargo, en cualquier polémica sobre este asunto Einstein barría
cualquier posible crítica del socialismo diciendo que era imposible juzgar el
futuro socialista en el contexto de la realidad del capitalismo. Einstein
escribía que “los datos económicos observables, pertenecían a la fase
depredadora histórica del capitalismo y que dichas leyes no pueden ser
aplicables a otras fases, ya que el verdadero propósito del socialismo es
precisamente el sobrepasar y avanzar más allá la fase depredadora del
desarrollo humano. La ciencia económica en su estado actual puede dar muy poca
luz sobre la sociedad socialista del futuro”. Da la sensación de haber sido
alguien muy cándido o muy malvado... Obviamente, Einstein presenta el
socialismo como una verdad no falsificable, un proceso que va contra la ciencia
y decía “¿Cómo podemos saber si el socialismo será bueno si es inmune a las
pruebas empíricas y al análisis económico?”
Einstein se definía a sí mismo como un pacifista, pero no fue tan pacifista
como para no apoyar ciertas guerras o acciones militares. Einstein evidenció su
pacifismo en la I Guerra Mundial, estando totalmente en contra de Alemania.
Expresaba un gran odio por el militarismo alemán, que decía que era innato en
la personalidad alemana e indica en varias cartas que espera que sea derrotada.
Cuando Hitler llegó al poder, Einstein se fue de Alemania y abogó por una
militancia opositora a la Alemania de Hitler, incluso antes de que se empezase
ningún tipo de acción militar.
Desde luego odiaba a Hitler por su anti-semitismo. En un artículo de 1934
que aparece en su libro “Out of My Later Years”, Einstein da apoyo al servicio
militar ya que “rechazarlo quiere decir que debilitamos el poder de resistencia
de la porción sana que queda del mundo civilizado”. Y propone que los países
que apoyan un “progreso pacífico” que según él incluían a USA, Inglaterra,
Francia y la Rusia de Stalin, deben unirse para oponerse a la agresión militar
de países como la Alemania nazi. Propone también una “corte de justicia
internacional con una base militar permanente o mejor una fuerza policial”.
Esta es una propuesta igual a la de Stalin cuando enfatizaba la “seguridad
colectiva”.
Es en Agosto de 1939 cuando Einstein escribe su famosa carta a Roosevelt
animándole a desarrollar la bomba atómica sobre la base de que Alemania estaba
trabajando en una, aunque luego parece que Einstein mostró reservas sobre la
bomba atómica. Durante la II Guerra Mundial, el no tan pacifista Einstein,
trabajó como consultor en el desarrollo de armas para la US Navy. Con el fin de
la guerra, abogó por una paz terrible, el Plan Morgenthau, donde se convertía a
todos los alemanes en culpables por los crímenes de Hitler. Dio apoyo a la
Sociedad de Prevención de la III Guerra Mundial, donde solicitó acciones más
duras contra la postrada Alemania. Según el historiador James Bacque, las
políticas aliadas que se llevaron a cabo tras la guerra causaron la muerte de
diez millones de alemanes, pero el humanitario Einstein aún quería medidas más
duras. ¡Vaya pacifista! ¡Qué humanista!
Con el inicio de la “Guerra Fría”, Einstein defendió una línea blanda con la
Unión Soviética, diciendo que los USA eran tan culpables de la “Guerra Fría”
como la Unión Soviética. Queda clara su postura ante la Unión Soviética
Estalinista de la posguerra y la Alemania nazi de los años 30. Pensemos que ya
defendía en 1934, antes de que Hitler hiciese nada, por una oposición
internacional a Alemania. No estaba tan preocupado cuando la Unión Soviética
ocupó toda la Europa oriental y central. Diferentes baremos. Y no sólo se opuso
a las políticas exteriores de los USA contra la Unión Soviética, sino que
defendió las políticas internas de Stalin. Y eso que siempre presentó la
libertad de expresión en los USA como un derecho absoluto en ese país. Parece
que no demostró mucho interés por la absoluta falta de libertad en el “Paraíso
del Proletariado” y decía de forma cínica que la libertad se había suprimido
temporalmente en la Unión Soviética para poder construir el país y eso podía
justificar el asesinato de millones de seres humanos. Sin embargo, atacaba
vehementemente las supuestas violaciones de los derechos civiles en USA y antes
en Alemania. Aquí me gustaría reseñar que todo son asesinatos, pero los
millones asesinados en la Unión Soviética, exceden los miles que pudo eliminar
Hitler en los años 30. No hay comparación posible.
Es curioso que el “Moloch” no se haya ofendido ni haga públicos estas
horribles apologías de Einstein sobre las matanzas masivas de Stalin. Como
mucho se dice que Einstein era muy cándido y el “Moloch” lo sigue presentando
como un gran humanista.
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