Hablando de crisis, es curioso que en la historia reciente del
siglo XX hubo dos mandatarios occidentales que vivieron en el mismo
plano temporal y se enfrentaron a problemas muy similares. Sin embargo,
el resultado de sus esfuerzos fue dispar. Hablo de Adolf Hitler y
Franklin D. Roosevelt. Hitler subió al poder de forma democrática el 30
de Enero de 1933 y Roosevelt lo hizo el 4 de Marzo del mismo año. Cada
uno de ellos estuvo al frente de sus países durante doce años, hasta
1945, muriendo ambos por diferentes causas, con un mes de diferencia.
Roosevelt tuvo que lidiar con la Gran Depresión causada por la crisis
de Wall Street de 1929 y Hitler con la crisis surgida del Tratado de
Versalles y la República de Weimar. Roosevelt aplicó el llamado “New
Deal”, cuyos resultados fueron más bien mediocres y marginales, como nos
indica la historia. Sin embargo, Hitler y sus políticas fueron mucho
más eficaces. El desempleo desapareció en tres años. Desde luego, este
éxito de la Alemania de Hitler, apenas se conoce o no se quiere dar a
conocer. Y creo que es un ejemplo muy interesante.
Como referencia de lo que se encontraron ambos mandatarios al asumir
el poder, hemos de pensar que a principios de 1933 la producción
industrial había caído en ambos países a la mitad que en 1929. A pesar
del esfuerzo que pusieron en marcha los dos y como se ha dicho más
arriba, los resultados fueron absolutamente diferentes. El éxito de
Alemania fue incuestionable. Y no lo digo yo, lo dice el economista John
Kenneth Galbraith, consultor de varios presidentes, escritor de
numerosos libros y profesor en la Universidad de Harvard. “La
eliminación del desempleo en Alemania durante la Gran Depresión sin
inflación, y basándose en actividades de carácter civil, fue claramente
un éxito. Raramente se ha mencionado, ni puesto como ejemplo. La noción
de que Hitler no pudo hacer nada bueno no sólo fue en economía, sino en
todo lo demás”.
Galbraith continúa “La política económica de Alemania, incluía
“préstamos a gran escala para gastos públicos, y para obras públicas
civiles como trenes, canales y las autopistas. El resultado fue mucho
más efectivo sobre el desempleo que en ningún otro país industrial. A
finales de 1935, se había acabado el desempleo en Alemania. En 1936 los
niveles salariales más altos permitieron un incremento de los precios. A
finales de los treinta, Alemania, tenía pleno empleo con precios
estables.
Fue, en el mundo industrial, un logro único. Hitler también se
anticipó en políticas económicas modernas” indica Galbraith
“reconociendo que para lograr el pleno empleo sólo era posible
controlando los salarios y los precios” Otros países, dice Galbraith,
fallaron al no entender o no aprender de la experiencia alemana “El
ejemplo alemán era instructivo, pero no persuasivo” , esto es
incuestionable. “Los conservadores americanos e ingleses miraban las
herejías financieras nazis, el préstamo y el gasto, y de manera unánime
predijeron un derrumbe. Y los liberales americanos y socialistas
británicos miraban la represión, la destrucción de los sindicatos, los
campos de internamiento, ignorando la economía. Nada bueno, creían, ni
siquiera el pleno empleo podía venir de Hitler”.
Antes de llegar al poder, Hitler tenía claro que quería reorganizar
Alemania y nunca lo negó, pero también sabía que con seis millones de
parados y un país paralizado económicamente, la gran prioridad sólo
podía ser el restaurar la vida económica y sobre todo lograr el pleno
empleo con actividades productivas para Alemania. Es interesante conocer
uno de los párrafos del discurso de apertura de su régimen en el Sport
Palast de Berlín en Febrero de 1933 “La horrible miseria de nuestro
pueblo no se puede mantener. Junto a los millones de parados
hambrientos, está la pobreza de una clase media y de los artesanos. Si
este colapso también llega a los granjeros alemanes, nos enfrentaremos a
una catástrofe de dimensiones incalculables. Y no sólo será el colapso
de una nación, sino de dos mil años de herencia de los más altos logros
de la cultura humana y la civilización. Mi nuevo gobierno acepta la gran
tarea de reorganizar la economía de nuestra nación a través de dos
grandes planes de cuatro años. El granjero debe ser rescatado para
mantener el suministro de comida y en consecuencia, el fundamento vital
de la nación. El trabajador alemán será salvado de la ruina por todos
los medios contra el desempleo. En cuatro años, el desempleo debe ser
barrido. Los partidos marxistas y sus aliados han tenido catorce años
para demostrar lo que podían hacer. El resultado es un montón de ruinas.
Ahora, pueblo alemán, ¡dadnos cuatro años y juzgarnos!”
Hitler rechazó las visiones económicas impracticables de algunos
radicales de su partido, y de forma pragmática buscó a hombres con
probada habilidad y competencia. tal como llegaron al poder, nos dice el
eminente historiador y profesor John Garraty, Hitler y su nuevo
gobierno “lanzaron un ataque directo sobre el desempleo. Estimularon la
industria privada a través de subsidios y bajada de impuestos, alentaron
un mayor gasto del consumidor utilizando, por ejemplo, créditos por
boda y se involucraron en enormes programas de obras públicas como las
autopistas, y proyectos para hogares, trenes y navegación”. El nuevo
régimen también tuvo éxito en convencer a antiguos escépticos e incluso
alemanes hostiles de su sinceridad, capacidad y habilidad. Esta
confianza, dio riendas a los hombres de negocios y empresarios para
invertir y a los consumidores para gastar, sin perder de vista el
futuro.
Para la mayoría de alemanes, los salarios y las condiciones laborales
se incrementaron notablemente. De 1932 a 1938, los salarios brutos
semanales subieron un 21%. teniendo en cuenta los impuestos, las
deducciones por el seguro y los ajustes por el coste de la vida, el
incremento real semanal durante este periodo fue del 14%. Al mismo
tiempo, las rentas se mantuvieron estables y hubo una bajada relativa en
los costes de calefacción y la electricidad. De hecho, bajaron los
precios de muchos productos de consumo como electrodomésticos, relojes y
algunos alimentos. Los salarios de los trabajadores fueron
incrementándose incluso hasta el principio de la guerra en 1939. El
promedio salarial por hora en 1943, en plena guerra, había subido un 25%
y el salario semanal un 41%. El horario normal de un día de trabajo
para un alemán era de ocho horas y el pago de las horas extras era
generoso. Además de unos salarios más altos, hubo beneficios como las
condiciones laborales en mejora de salud y seguridad, cantina con platos
a precios bajos subsidiados, campos de deportes, parques, teatros,
exhibiciones y conciertos subsidiados también, deportes, baile,
formación para adultos y ayudas para el turismo. Había también una red
de programas para el bienestar social, incluyendo un seguro de vejez y
un programa nacional de salud.
Hitler quería el más alto nivel de vida para los alemanes, según le
dijo a un periodista americano a principios de 1934. Como nos indica el
profesor Garraty “Está más allá de cualquier duda que los nazis dieron
riendas para la movilidad social y económica de la clase trabajadora.
Para motivar el aprendizaje de nuevas habilidades, el gobierno
incrementó enormemente el número de programas de aprendizaje vocacional y
ofreció generosos incentivos para los mejores de aquellos trabajadores
eficientes” Según Garraty “Hitler inclinó el régimen en favor del alemán
normal y corriente, sobre cualquier élite social. Los trabajadores
tenían un lugar de honor en el sistema y por ello les ofrecían casas con
subsidio, viajes a bajo coste, programas deportivos y equipamientos más
cómodos en las fábricas.
Unas cifras nos pueden dar una idea de cómo la calidad de vida mejoró
en esos años. Entre 1932, el último año antes de Hitler y 1938, el
último año completo antes de la guerra, el consumo de comida se había
incrementado un 60%, ropa y productos textiles en un 25% y muebles y
equipamiento del hogar llegaba al 50% más. Durante ese periodo, el
consumo de vino y champagne creció en un 50%.
El volumen de turismo se
había doblado y triplicado el número de automóviles. La producción de
coches se había doblado de 1932 a 1937, mientras que la exportación se
había incrementado en un 80%. El tráfico de pasajeros de aerolíneas se
había triplicado de 1933 a 1937. Los negocios habían revivido y
prosperado. Durante los cuatro primeros años de Hitler, los beneficios
de las grandes corporaciones se habían cuadruplicado, y los salarios de
los directivos de alto nivel rozaban un incremento del 50%. “Las cosas
iban a ir incluso mejor” nos dice el historiador de origen judío Richard
Grunberger en su detallado estudio The Twelve-Year Reich “En los tres
años entre 1939 a 1942, la industria alemana se expandió más que en los
cincuenta años precedentes”
A pesar de que los negocios alemanes crecían, los beneficios eran
controlados y por ley, mantenidos dentro de límites moderados. A
principios de 1934, los dividendos de los accionistas de las
corporaciones alemanas, estaban limitados al 6% anual. Los beneficios no
distribuidos se invertían en bonos del Reich, que tenían un interés
anual del 6% y por ello, después de 1935, del 4,5%. esta política tenía
el claro efecto de animar a las reinversiones corporativas y
autofinanciación y por ello reducir los préstamos de los bancos y
disminuir la influencia del capital financiero.
La tasa impositiva fue creciendo desde el 20% en 1934 al 25% en 1936 y
al 40% en 1939/40. Los directores de las compañías podían otorgar bonus
a los ejecutivos, pero sólo si eran directamente proporcionales a los
beneficios y además autorizaban los bonus correspondientes o
“contribuciones sociales voluntarias” a los empleados. Entre 1934 y
1938, los impuestos brutos sobre los salarios de los directivos alemanes
se incrementaron en un 148% y el volumen total de impuestos en ese
periodo fue del 232%.
El número de contribuyentes entre los asalariados
más altos-más de 100.000 reichsmark al año- se incrementó en un 455% y
los de menor salario -menos de 1.500 reichsmark- se incrementó en un 5%.
El sistema impositivo en Alemania fue aplicado con carácter progresivo,
pagando proporcionalmente más aquellos con un nivel salarial superior.
Entre 1934 y 1938 el impuesto medio sobre el salario para aquellos
salarios de más de 100.000 reichsmarks anuales, pasó de un 37,4% a un
38,2%. En 1938 los alemanes en las bandas salariales inferiores eran el
49% de la población activa y tenían el 14% de la masa salarial, pero
sólo pagaban un 4,7% de impuestos. Los del máximo nivel salarial, que
eran el 1% de la población, pero con el 21% de la masa salarial, pagaban
el 45% de los impuestos.
Los judíos eran el 1% de la población alemana cuando Hitler llegó al
poder. Mientras que el nuevo gobierno se movió rápido para sacarlos de
la vida política y cultural, se les permitió seguir con su vida
económica, al menos durante varios años. De hecho, muchos judíos se
beneficiaron de las medidas gubernamentales de recuperación y la
revitalización económica general. Por ejemplo, en Junio de 1933, Hitler
aprobó una enorme inversión gubernamental de 14,5 millones de
reichsmarks en la compañía de propiedad judía Hertie, una cadena de
grandes almacenes. Esta inversión se realizó para evitar la ruina de los
proveedores y sobre todo, de los 14.000 puestos de trabajo. El profesor
en historia de la Universidad de Stanford, Gordon Craig indica
claramente que “en la ropa y en tiendas al detall, las firmas judías
continuaron operando con beneficios hasta 1938 y en Berlín y Hamburgo en
particular, los establecimientos de reconocido prestigio y gusto
continuaron atrayendo sus viejos clientes a pesar de la propiedad judía
de los mismos.
En el mundo financiero, no hubo restricciones para las actividades de
las firmas judías en la bolsa de Berlín y, hasta 1937 las casas
bancarias como Mendelssohn, Bleichröder, Arnhold, Dreyfuss, Straus,
Warburg, Aufhäuser y Behrens estuvieron en activo. Cinco años después de
la llegada de Hitler al poder, el papel judío en el mundo de los
negocios seguía siendo importante y controlaba una buena parte de bienes
raíces e inmobiliarias, especialmente en Berlín. Esto cambió
profundamente en 1938 y a finales de 1939 la mayor parte de los judíos
habían sido apartados de la vida económica.
Patron Trabajo, "Manifiesto contra la usura.....", Ing. Georg Feder,1918
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