(Extracto, con actualizaciones, de mi libro “¡No le llame negro, llámele subsahariano! Guía para evitar lo políticamente correcto”)
Erich Fromm y Julian Gumperz dirigieron los pasos y contactos
adecuados para que la “Escuela de Frankfurt” fuese aceptada en los
círculos social-científicos norteamericanos serios, ya que ambos tenían
contactos previos en el país y hablaban inglés de forma fluida. Fueron
muy selectivos con las instituciones a contactar y las personas
específicas, concentrando sus esfuerzos en personas e instituciones que
tuviesen que ver con la sociología o ciencias
sociales. Enviaron cartas con copias de su “Zeitschrift für
Sozialforschung”, donde se explicaban los estudios realizados sobre la
autoridad y la familia, con una carta de acompañamiento en inglés
escrita por Fromm y Gumperz. Algunos ejemplos de receptores de la misiva
fueron Lewis Lorwin de la Brooking Institution, Pitirim Sorokin de la
Universidad de Harvard, W.F. Ogburn de la Universidad de Chicago, etc.
Más allá y siguiendo con su presencia en América, la “Escuela de
Frankfurt” avanzó en los “Estudios sobre los Prejuicios”: La
“Personalidad Autoritaria” y la “Dinámica de los Prejuicios” indicaban
como conclusión que los prejuicios, un desorden psicológico enraizado en
la estructura de la “Personalidad Autoritaria”, podían ser erradicados
sometiendo al pueblo americano a una psicoterapia colectiva, tratándolos
como internos de un manicomio. A través de estos pensadores
marxista-freudianos, los grandes medios de comunicación crearon al
“hippie” que era el antagonista del orden social establecido. Fue el
nuevo revolucionario socialista.
El “hippie”, su estilo de vida, sus
drogas y su psicodelia, sirvió muy bien a sus creadores y nunca se les
fue de las manos. Como se ha dicho más arriba, el resultado fueron y son
artículos en revistas, programas en radio, televisión o películas que
martillean continuamente los mismos conceptos: la estupidez de los
padres, los hijos que saben más que sus padres, la mujer dura y liberada
que rechaza la maternidad y sobre todo ello, la responsabilidad del
hombre blanco heterosexual de todos los males del mundo. Esa lucha
psicológica interminable contra el hombre blanco heterosexual es el
legado duradero de la “Escuela de Frankfurt” .
La idea de la “Personalidad Autoritaria” de Adorno tiene su base en
un cuestionario que Fromm utilizó a principios de los años 30 en
Alemania para analizar a los trabajadores psicoanalíticamente y perfilar
las personalidades, que Fromm definió como de tres tipos: Autoritaria,
Revolucionaria o Ambivalente. Adorno cambió los perfiles en su libro y
que iban desde la Personalidad Revolucionaria a Personalidad
Democrática, ya que era más digerible para la audiencia de la posguerra
en los Estados Unidos. Adorno definió nueve personalidades entre las que
había:
Convencionalista – rígida adherencia a lo convencional, valores de clase media
Agresivo autoritario – gente que cree que hay que condenar, rechazar y castigar a aquellos que violan los valores convencionales
Proyectivo – alguien con disposición a creer que las situaciones graves o peligrosas suceden en el mundo
Sexual – exageradamente preocupado con cualquier asunto sexual.
Agresivo autoritario – gente que cree que hay que condenar, rechazar y castigar a aquellos que violan los valores convencionales
Proyectivo – alguien con disposición a creer que las situaciones graves o peligrosas suceden en el mundo
Sexual – exageradamente preocupado con cualquier asunto sexual.
A partir de estas personalidades hasta el total de nueve, se construyeron diversas escalas. Entre otras había:
Escala E: Etnocentrista
Escala PEC: Political and Economic Conservatism (Conservador política y económicamente)
Escala A-S: Anti-Semita
Escala F: Fascista
Escala PEC: Political and Economic Conservatism (Conservador política y económicamente)
Escala A-S: Anti-Semita
Escala F: Fascista
Utilizando la metodología de resultados de Rensis Lickerts, Adorno y
sus colaboradores fueron capaces de lograr una definición empírica de lo
que Adorno denominaba “un nuevo tipo antropológico” que era la
“personalidad autoritaria”. Por ello, deducían que una vez que la
tipología ha sido establecida estadísticamente, los comportamientos
pueden ser explicados. Es evidente que este principio ignora que la
mente humana y el comportamiento como resultado, es capaz de
transformarse y desarrollarse.
Los resultados de este estudio podían ser interpretados de formas
diametralmente diferentes. Uno puede decir que el estudio probaba que la
población americana era generalmente conservadora, que no quería
abandonar el sistema capitalista, que creía en una familia fuerte, que
la promiscuidad sexual debería ser castigada, que el mundo de la
posguerra era un lugar peligroso y que todavía recelaban de los judíos,
de los negros, los orientales, etc., desgraciadamente cierto, pero
corregible, en un entorno social de crecimiento económico y optimismo
cultural. Por otro lado, uno podía coger esos resultados y determinar
que los progroms anti-judíos aun hervían por debajo de la superficie,
esperando a que un nuevo Hitler que los revitalizase.
Cualquiera de las
dos interpretaciones que se escoja es política, no científica y por ello
Horkheimer y Adorno creían firmemente que todas las religiones,
judaísmo incluido, eran el “opio del pueblo”. Su objetivo no era la
protección de los judíos ante los prejuicios, sino la creación de una
definición de autoritarismo y anti-semitismo que pudiera llevar a forzar
“la reeducación científicamente planificada” de los norteamericanos y
europeos alejándolos de los principios de la civilización cristiana que
la “Escuela de Frankfurt” despreciaba. En sus teorías escritas de ese
período Horkheimer y Adorno forzaron su tesis hasta límites delirantes
en su obra de 1947 “Elementos del Anti-Semitismo” afirmando: “ya que el
capitalismo es inherentemente fascista, la filosofía cristiana por sí
misma es la fuente del Anti-Semitismo”. Cristo es convertido en un
hechicero deificado y por ello en el cristianismo la intelectualización
de lo mágico, es la raíz del mal.
Hannah Arendt, teórica política nacida en Alemania, ayudó en estos
principios delirantes popularizando la investigación sobre la
“Personalidad Autoritaria” en su obra “Los Orígenes del Totalitarismo”. Arendt
añadió su famosa retórica sobre la “banalidad del mal” en su escrito
“Eichmann en Jerusalén” diciendo que: “incluso alguien con aspecto de
simple librero puede convertirse en una bestia nazi, bajo las
condiciones psicológicas adecuadas y por ello cada “gentil” es
sospechoso psicoanalíticamente”. Esta versión extrema de Hannah Arendt
de la tesis de la “Personalidad Autoritaria”, es la filosofía sobre la
que opera la actual “Cult Awareness Network”, un grupo que trabaja con
el departamento de Justicia de los Estados Unidos y la Liga
Anti-Difamación de la Órden B’nai-B’rith, entre otras. Utilizando el
método estándar de la “Escuela de Frankfurt”, el CAN identifica grupos
políticos o religiosos que son sus enemigos políticos y los redenomina
“cultos” para poder justificar acciones contra ellos.
Posteriormente, en 1964, la misma Hannah Arendt participó de forma
activa en el ataque contra el Papa Pío XII publicando un destructivo
ensayo en el New York Herald Tribune titulado “The deputy: Guilt by
Silence”, donde le recriminaba al Papa su no ayuda a los judíos durante
la guerra. El ataque de la Arendt se basaba en una información que le
suministró Karl Jaspers (psiquiatra y filósofo alemán) sobre la obra del
desconocido Rolf Hochhuth llamada “El Vicario”, y que atacaba a este
Papa. Hoy se sabe que fue el KGB, desde su departamento
“dezinformatsiya”, en una misión llamada “Operación Asiento-12” para
destruir el Vaticano desde dentro infiltrándose y manipulando los datos
que microfilmaban. Su máximo responsable fue el legendario general Iván
Agayants. Nunca sabremos si Hannah Arendt actuó de buena fe o a
sabiendas. Lo cierto es que atacar al papado siempre ha sido
“Políticamente Correcto” para los comunistas.
Con todo esto en mente y hablando con amigos míos norteamericanos,
estos tienen claro que mientras unos patriotas trataban de contener la
amenaza que suponía la Unión Soviética en esos años, un grupo de
subversivos culturales de élite, buscaban el control del aparato de
formación de la opinión, sin disparar un tiro. Sus sucesores se están
moviendo en teorías de “Deconstrucción”. Las teorías cambian, pero
siempre son los mismos y el objetivo también.
Otra nueva teoría que desarrolló el instituto en su nueva ubicación
fue la aplicación social de la llamada “Teoría Crítica”. Este nombre es
un juego de palabras ya que lo fácil es preguntar ¿de qué teoría
hablamos?. No había teoría alguna. La idea era conseguir y aplicar una
crítica destructiva de cada estamento social de la cultura occidental,
con la esperanza de demoler esa sociedad. La “Teoría Crítica” está en la
base de los Gay Studies, Women Studies, Black Studies y otros
departamentos de estudios de las universidades actuales norteamericanas.
Esos departamentos son el hogar de lo “Políticamente Correcto” como
arma social. Por ello, la “Escuela de Frankfurt” es muy importante para
el marxismo ya que en realidad no cree en el futuro. Sólo cree en la
destrucción. La destrucción del capitalismo, la sociedad burguesa,
nuestros valores y todo ello con un nihilismo absoluto. Es un ataque
real a la civilización occidental. Obviamente la “Escuela de Frankfurt”
nunca definió la “Teoría Crítica”, sino sólo contra qué iba. Horkheimer
ya dijo que “la lógica no es independiente del contenido”, por ello un
argumento es lógico si destruye la cultura occidental y es ilógico si la
apoya.
Este principio forma parte de la educación en escuelas y
universidades de nuestros hijos.
Ya en 1915, Nahum Goldmann en “Der Geist des Militarismus” (Stuttgart
und Berlin, Deutsche Verlag-Anstalt, 1915), está en línea con el
pensamiento citado más arriba y dice “Así, el primer cometido de nuestro
tiempo es la destrucción: todas las esferas y formaciones sociales que
el antiguo sistema había creado deben ser eliminadas, los individuos
deben ser arrancados de su entorno habitual; ninguna tradición debe
considerarse sagrada; la edad sólo es signo de enfermedad. El lema es:
lo que fue, ha de desaparecer. Las fuerzas que ejercen esta tarea
negativa serán el capitalismo en el terreno económico-social y la
democracia en el terreno intelectual-político”. Es difícil no apreciar
que la línea de esta filosofía de Goldmann está muy cerca de los
principios marxistas y nihilistas de la “Escuela de Frankfurt” a partir
de 1923.
Por
eso mismo, uno de los objetivos básico de la “Teoría Crítica” era la
necesidad de romper la familia y su estructura. Los pensadores del
Instituto creían que “incluso una rotura parcial de la autoridad del
padre en la familia, permitirá incrementar la preparación de una nueva
generación que aceptaría los cambios sin problemas”. La “Generation Gap”
de los 60 y el “Gender Gap” de los 90, son dos acciones exitosas de la
“Escuela de Frankfurt”, para transformar la cultura occidental en su
utopía marxista. Esa transformación deseada se basa en la “Teoría
Matriarcal”, es decir, transformar la cultura occidental en una dominada
por el matriarcado y el feminismo. Ya lo plasmó Wilhelm Reich en su
“Psicología de Masas del Fascismo”, que el matriarcado era la única
forma de familia en la “sociedad natural”. Multiplicando las acusaciones
de “fascismo potencial”, Theodor Adorno atacó prácticamente a toda
institución social establecida diciendo que: “toda jerarquía está basada
sobre la arrogancia y sobre la sumisión, la familia es una fábrica de
la ideología reaccionaria, el padre un ser superior con el cual el niño
está obligado a identificarse de un modo masoquista, etc.”.
Eric Fromm, fue muy activo en la defensa de la teoría matriarcal.
Defendió la idea de que todos los sentimientos de amor y altruismo eran
al final derivados de la necesidad de amor maternal por el extenso
periodo de embarazo y cuidado tras el nacimiento de un ser humano. Fromm
afirmaba que ‘El amor no depende de la sexualidad, como Freud suponía.
De hecho el sexo estaba más ligado al odio y la destrucción. La
masculinidad y la feminidad no eran reflejos de diferencias sexuales
esenciales como creían los románticos. En vez de ello, derivaban de las
diferencias en las funciones de la vida, que eran en parte determinadas
por la sociedad’. Como puede imaginarse, este dogma fue el precedente de
los pronunciamientos radicales feministas que aparecen actualmente en
los medios masivos de difusión. Para estas radicales de hoy, hombre o
mujer, son el resultado del adoctrinamiento, llevado a cabo por el
patriarcado machista en detrimento de las mujeres. La naturaleza parece
no tener nada que ver en estos conceptos marxistas.
Si hurgamos en la historia constataremos que la base de este
pensamiento proviene del mismo Engels, el cual afirmaba que la primera
oposición de clases que se manifiesta en la historia, coincide con el
desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la unión
conyugal. Su obra “Los Orígenes de la Familia, Propiedad privada y el
Estado” ya promueve el matriarcado. Su
colega Marx se sumaba a esta afirmación y añade el concepto “La
Comunidad de las Mujeres” en el Manifiesto Comunista, y entre los dos
decían que el comunismo remediaría esta situación. La mujer y el hombre
serían iguales en el sentido de que ambos tendrían el mismo status de
trabajadores en la sociedad y estarían en función de ésta.
De esta
manera, el comunismo permitiría que la mujer trabajara en la industria,
haciendo desaparecer el matrimonio monogámico y destruyendo a la familia
tradicional, fomentando el amor libre y predicando la igualdad del
hombre y la mujer hasta el punto de considerarlos intercambiables. Por
ello, la “Ideología de Género”, tan del agrado de la “Escuela de
Frankfurt”, conduce finalmente a la desaparición de la familia, que ya
nos es motivo de complementariedad, sino de oposición. La intención
siempre ha sido intentar demostrar, apoyado por una corriente feminista
muy activa, que las diferencias entre los sexos, no son naturales, sino
que aparecen durante la historia como construcciones sociales: es decir
son únicamente culturales y por ello deben cambiar.
La “Escuela de Frankfurt” recomendaba, entre otras cosas, lo siguiente:
√ La creación de la ofensa por racismo u orientación sexual
√ Cambios sociales continuos para crear confusión
√ La enseñanza del sexo y la homosexualidad a los niños
√ Socavar la autoridad de profesores y escuelas
√ Inmigración masiva, promoción del mestizaje y destruir la identidad nacional de las naciones
√ La promoción de la bebida y el ocio
√ Vaciar las iglesias por la vía de burla al culto o acusaciones a sacerdotes
√ Un sistema legal que ataque a la víctima de un delito y no al delincuente
√ Dependencia del Estado o sus beneficios
√ Control y e infatilización de los contenidos en los medios
√ Promover la destrucción de la familia
√ Cambios sociales continuos para crear confusión
√ La enseñanza del sexo y la homosexualidad a los niños
√ Socavar la autoridad de profesores y escuelas
√ Inmigración masiva, promoción del mestizaje y destruir la identidad nacional de las naciones
√ La promoción de la bebida y el ocio
√ Vaciar las iglesias por la vía de burla al culto o acusaciones a sacerdotes
√ Un sistema legal que ataque a la víctima de un delito y no al delincuente
√ Dependencia del Estado o sus beneficios
√ Control y e infatilización de los contenidos en los medios
√ Promover la destrucción de la familia
¿Nos suena familiar todo esto ahora mismo en España y en todo Occidente?
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