HARPER’S MAGAZINE - Octubre 1946 (3) ‘La pasteurización de la leche por luz ultravioleta siempre había fracasado en otros países, pero los alemanes habían hallado el cómo hacerla utilizando tubos de luz muy largos y simultáneamente como enriquecer la leche con vitamina D. En una fábrica en Kiel, los investigadores británicos del “Comité Conjunto de Objetivos de Inteligencia”, encontraron que estaban fabricando “quesos Holander y Tilitser de alta calidad”, con un nuevo método a una velocidad inusitada. “Ochenta minutos desde cuajar hasta su acabado”, reportaron los investigadores. La industria mundial del queso jamás había podido igualar algo así’. La mantequilla (en una lechería cerca de Hamburgo), estaba produciendo por la vía de algo largamente deseado por los fabricantes americanos de mantequilla: una máquina de fabricación continua de mantequilla. Un invento de unos fabricantes de una fábrica de leche de Stuttgart, que necesitaba menos espacio que las mantequeras americanas y que producía casi 700 kilos por hora. La máquina fue rápidamente embarcada para su prueba en los USA, por el Instituto Americano de la Mantequilla’.
‘Entre otras innovaciones en la comida, se encontraba la forma en que los alemanes podían producir levadura en cantidades ilimitadas. Los restos de licor de sulfito usado para fabricar la celulosa, eran tratados con un organismo conocido por los bacteriólogos como “candida arborea" a temperaturas más altas que las que se usaban en la fabricación de la levadura. El producto acabado servía indistintamente para comida para animales o para humanos. Su valor calórico era cuatro veces del de la carne y contenía dos veces más de proteína’.
‘Los alemanes también habían desarrollado nuevos métodos de conservación de la comida con plástico y unas nuevas técnicas avanzadas de refrigeración. La refrigeración y el aire acondicionado en los submarinos alemanes había llegado a ser tan eficiente, que podían viajar desde Alemania hasta el Pacífico, operar allí durante dos meses y luego regresar a Alemania, sin haber necesitado la búsqueda de agua fresca para la tripulación'.
'Utilizaron también una mezcla secreta de plásticos (entre ellos había acetato de polivinilo, tiza y talco), con el objetivo de proteger el pan y el queso. Una rodaja fresca era sumergida, secada, sumergida de nuevo, luego calentada media hora a 285 grados. Podía ser consumida ocho meses más tarde en buenas condiciones’.
‘En cuanto a secretos médicos, remarcó un cirujano del ejército, ahorrarán años de investigación médica. Algunos de ellos son revolucionarios. Por ejemplo la técnica alemana para el tratamiento prolongado y muchas veces fatal, de la exposición al frío. Este descubrimiento le da la vuelta a la ciencia médica hasta ahora sobre este particular. En cada uno de los experimentos, los voluntarios fueron revividos, tanto temporalmente como permanentemente, por la inmersión inmediata en agua caliente. En dos casos de completa paralización del corazón y cese de la respiración, un baño a 122 grados de agua caliente devolvió a ambos sujetos a la vida. Antes de que nuestra guerra con Japón finalizase, este método fue adoptado para el tratamiento y uso de los Servicios de Rescate Aéreo-Marítimo de los Estados Unidos y es ampliamente aceptado por la medicina actual’.
‘Los investigadores médicos alemanes habían descubierto una forma de producir plasma sanguíneo sintético. Llamado “Capan”, se hizo a escala comercial e iguala en resultados al plasma natural. Otro descubrimiento fue el llamado “Periston”, un sustituto de la sangre líquida. Sólo los alemanes han logrado una producción oxidante de la adrenalina (Adrenocromo), y en grandes cantidades. Fue utilizada con éxito para combatir la alta presión arterial (de la cual mueren anualmente en los USA, 750.000 personas). Hoy tenemos el secreto de la fabricación y el suministro’.
‘Al mismo tiempo y de gran importancia médica, fueron ciertas investigaciones realizadas por el Dr. Boris Rojewsky del Instituto de Bioquímica Kaiser Guillermo en Frankfurt. Y tenían que ver con la ionización del aire y su relación con la salud. Se descubrió que el aire ionizado positivamente tenía efectos perjudiciales en el bienestar humano y que estaba relacionado con el malestar y la depresión sentida en ocasiones cuando el barómetro bajaba. En muchas personas, se descubrió que su presencia causaba asma, fiebre y tensión nerviosa. Aumentaba la presión sanguínea, muchas veces hasta un punto peligroso. Presentaba los síntomas comunes con en el mareo de montaña: respiración rápida, mareo, fatiga y somnolencia’.
‘Sin embargo, el aire ionizado negativamente, hacia exactamente lo contrario. Creaba una sensación de bienestar. El dolor de cabeza desaparecía. En los casos patológicos reducía la presión arterial, evitaba alergias y el asma. La importancia de su presencia en cualquier lugar donde vivan seres humanos, o recuperándose de enfermedades, hará que su producción sea una de las mayores ventajas del aire acondicionado’.
‘Pero de la mayor importancia para el futuro fueron los secretos alemanes en aviación y en varios tipos de misiles. Las V2 que bombardearon Londres, era un juguete comparado con lo que los alemanes guardaban bajo su manga. Cuando la guerra acabó sabemos ahora que tenían 138 tipos de misiles guiados, a varios niveles de desarrollo y producción, utilizando cualquier sistema de control remoto conocido y fusibles: radio, radar, cable, onda continua, acústicos, infra-rojo, rayos de luz y magnéticos por nombrar algunos. Y como energía, todos los métodos de propulsión a reacción tanto a velocidades subsónicas como supersónicas. La propulsión a reacción se llegó a utilizar en helicópteros. El carburante llegaba a las cámaras de combustión en el rotor, donde explotaba y propulsaba las palas como un rociador de césped o un molinete’.
‘En cuanto a la propulsión de cohetes, su cohete A4, que estaba siendo llevado a producción a gran escala cuando la guerra acabó, tenía 14 metros de envergadura, pesaba unas 11 toneladas y alcanzaba los 400 kilómetros. Rozaba los 100 kilómetros de altura y a una velocidad de 6.000 kilómetros por hora. El secreto de su velocidad supersónica, como sabemos hoy, descansaba en su motor que utilizaba oxigeno líquido y alcohol como carburante. Su giróscopo guiaba por radio control el cohete hasta su objetivo. Debido a que su velocidad era supersónica, no podía ser oído hasta que estallaba’.
‘Otro cohete alemán que venía al mismo tiempo era el A9. Era aún mayor, 13 toneladas, y tenía alas que le daban una capacidad de vuelo de 5.000 kilómetros. Se fabricaba en Peenemunde, la base militar de pruebas y alcanzó la increíble velocidad de 9.500 kilómetros por hora'.