La gran mayoría de gobiernos en el mundo han abrazado
de forma inequívoca la agenda de política neo-liberal. Los mismos criterios
económicos se aplican a escala mundial. Bajo la égida del IMF (International
Monetary Fund), el Banco Mundial y la WTO (World Trade Organization), las
reformas que solicitan a los países (obligados a través de la deuda de usura que
contraen esos mismos países), crean lo que ellos denominan un “entorno de
posibilidades” para las corporaciones multinacionales y los grandes bancos que
actúan globalmente. De todas formas esto no quiere decir que sea un sistema de
“libre mercado”, a pesar de la retórica neoliberal ya que el llamado
eufemísticamente “Programa de Ajustes Estructurales” (lease: despidos masivos),
patrocinado por las instituciones de BrettonWoods está formando toda una nueva
estructura de intervencionismo y ahogo de las libertades.
Pero no perdamos de vista que estas instituciones, el
IMF, el Banco Mundial y la WTO son simples sistemas burocráticos, que trabajan
y operan a nivel intergubernamental, en nombre y de parte de interés
financieros y económicos muy potentes. Los banqueros de Wall Street y los
responsables de las corporaciones de negocio más importantes y grandes del
mundo están detrás de esas instituciones globales. Debemos saber que el mundo
de los grandes negocios y la banca, tienen reuniones periódicas a puerta
cerrada con esas instituciones-herramienta para aplicar sus órdenes de
sometimiento a los países. En esas reuniones y otras de tipo internacional están
también los representantes de lobbies como la “International Chamber of
Commerce”, la “Trans Atlantic Business Dialogue”, la United States Council for
International Business”, el “Davos World Economic Forum”, el “Institute of
International Finance” y otras más oscuras u opacas como la Comisión
Trilateral, el Club Bilderberg o el “Council of Foreign Relations”. En el fondo
todas estas entidades, instituciones o entes, tienen como misión globalizar la
pobreza de una gran parte de la población y repartir miseria.
Esta globalización de la pobreza sucede en un momento
histórico de rápido avance tecnológico y científico que, si bien han
incrementado la capacidad potencial del sistema económico para producir los
productos o los servicios necesarios hasta niveles muy altos, esa situación no
se ha trasladado a una reducción de los niveles de pobreza. A inicios de este
milenio, está caída global en los mínimos niveles de vida no es el resultado de
la escasez. Muy al contrario, la reducción de las empresas, la reestructuración
y la fabricación en otros países con salarios muy bajos, ha llevado a un
incremento en los niveles de desempleo y una bajada importante en los salarios
de los trabajadores de mano de obra directa e indirecta en los países
desarrollados.
Esta reestructuración global promociona el
estancamiento en el suministro de bienes y servicios básicos, mientras redirige
los recursos hacia inversiones lucrativas en la economía de los productos de
lujo. Además con la bajada de la inversión en actividades productivas, los
beneficios son obtenidos en transacciones especulativas e incluso fraudulentas,
que provocan problemas en los mercados financieros más importantes.
Una minoría social privilegiada y muy bien conectada,
ha logrado acumular enormes cantidades de riqueza a costa de la gran mayoría de
la población. Por ejemplo, en los Estados Unidos el número de billonarios ha
seguido esta tendencia: 13 en 1982, 149 en 1996 a más de 300 en el año 2000. El
“Global Billionaires Club” con unos 450 miembros, tiene una riqueza total que
supera el PIB de los países con menor renta per capita, pero que acumulan casi el 60% de la población mundial.
En los mercados en desarrollo, áreas completas industriales que producen para
su propio mercado, son llevadas a la bancarrota siguiendo las órdenes y las
recetas del Banco Mundial y el IMF. Por ello a pesar del estancamiento
provocado, las grandes corporaciones han tenido unos resultados sin precedentes
y una expansión enorme de su participación de mercado global. Este proceso se
ha llevado a cabo por el desmantelamiento de los sistemas productivos de cada
país y la obligación de comprar los productos de esas corporaciones, que
abarcan cualquier área de consumo, con especial énfasis en la alimentación. La
destrucción de PYMES o su esclavitud sirviendo a alguna corporación a precios
de miseria, ha sido la tónica general. Recordemos que las PYMES en España han
sido más del 80% del tejido empresarial.
Expansión y beneficio son palabras que predican las
corporaciones, mientras hay una contracción global de la capacidad de compra de
los consumidores y un empobrecimiento gradual, pero rápido de enormes sectores
de la población. El “libre mercado” y sus reformas han contribuido al beneficio
a través de la imposición de salarios muy bajos y la desregulación del mercado
del trabajo. En este proceso, “la pobreza es un input en la cadena de
suministro”.
La imposición de reformas en la macro-economía y
comercio de los países bajo las órdenes del Banco Mundial, el IMF y la WTO,
está obteniendo la colonización total “pacífica” a través de la manipulación
deliberada del funcionamiento de los diferentes agentes del mercados. A pesar
de no usar abiertamente la fuerza en está “pacificación”, las reformas que
solicitan y aplican esas entidades son una forma de ataque militar a países
soberanos que no pueden tomar sus propias decisiones y que se hallan sometidos
a una deuda externa inmoral e innecesaria. De hecho, la guerra y la
globalización no son asuntos que vayan por separado.
¿Qué sucede con aquellos países que se niegan a esa
“apertura pacífica” que solicita la WTO para la penetración de los bancos
mundialistas y sus reformas estructurales? Muy simple, la guerra y la
aplicación del “libre mercado” van de la mano. La guerra no necesita a la WTO o
un tratado multilateral de inversión sometido a la ley internacional. La guerra
destruye físicamente todo aquello que no ha sido desmantelado por la
desregulación, privatización o las reformas impuestas por el “libre mercado”.
Se debe entender por ello que la estructura militar occidental apoya los
intereses económicos y financieros dominantes. El Pentágono es un arma de Wall
Street, la OTAN coordina sus operaciones militares con las políticas
intervencionistas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
La ideología del “libre mercado” contiene una brutal
forma de intervencionismo de estado, como la derogación de los derechos de los
ciudadanos o la regulación de su vida de forma total y bajo penas severa para
los disidentes. El Nuevo Orden Mundial, NOM, está basado en el falso consenso
entre Washington y Wall Street, que ordena que el sistema de “libre mercado” es
la única opción válida para dirigirse a la “prosperidad global” que anuncian
sin empacho. Todos los partidos políticos incluyendo a verdes, ecologistas,
socialdemócratas y comunistas, apoyan ahora ese consenso de dominio social y
material.
Bajo la égida del Fondo Monetario Internacional, el
mismo “menú” de austeridad presupuestaria, devaluación, liberalización del
comercio o privatización se ha aplicado simultáneamente en más de 150 países
endeudados. Esos países endeudados entregan su soberanía económica y de control
sobre fiscalidad y política monetaria, a menudo con la complicidad de la
burocracia local, a las instituciones mundialistas. Las instituciones locales
quedan sin efecto y se monta un “tutelaje económico” con un gobierno paralelo
que pasa por encima de la sociedad civil y cualquier derecho democrático. Los
países que no aceptan esas condiciones llamadas por el IMF “objetivos de funcionamiento”,
y que vulneran su independencia, son incluidos en una “lista negra” y ya
pagarán en algún momento, más pronto que tarde, su osadía.
Es curioso que esas reformas y ajustes estructurales
se aplican en nombre de la democracia y el “buen gobierno”, pero siempre
requieren el fortalecimiento del aparato interno de seguridad y de la
inteligencia militar y como consecuencia se inicia la “represión política” que abre un proceso
paralelo de “represión económica”. Ese llamado “buen gobierno” y la aplicación
de elecciones con varios partidos políticos, son condiciones impuestas por las
instituciones internacionalistas para distraer a la población con problemas
inexistentes, mientras se monta una estructura gubernamental autoritaria. Todos
estos “ajustes estructurales” promocionan falsas e inoperantes instituciones y
una falsa democracia parlamentaria que dan soporte al proceso de
reestructuración económica y de entrega del país sin rechazo y casi
agradecidos.
Ahora hagamos una síntesis cada uno de cómo está
España y el camino que sigue y seguramente nos sorprenderemos.
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