lunes, 8 de diciembre de 2014

LA FINANZA MUNDIAL TRAS LA TRAMOYA DEL TEATRO (Editado originalmente el 5/1/2011)



La gran mayoría de gobiernos en el mundo han abrazado de forma inequívoca la agenda de política neo-liberal. Los mismos criterios económicos se aplican a escala mundial. Bajo la égida del IMF (International Monetary Fund), el Banco Mundial y la WTO (World Trade Organization), las reformas que solicitan a los países (obligados a través de la deuda de usura que contraen esos mismos países), crean lo que ellos denominan un “entorno de posibilidades” para las corporaciones multinacionales y los grandes bancos que actúan globalmente. De todas formas esto no quiere decir que sea un sistema de “libre mercado”, a pesar de la retórica neoliberal ya que el llamado eufemísticamente “Programa de Ajustes Estructurales” (lease: despidos masivos), patrocinado por las instituciones de BrettonWoods está formando toda una nueva estructura de intervencionismo y ahogo de las libertades.

Pero no perdamos de vista que estas instituciones, el IMF, el Banco Mundial y la WTO son simples sistemas burocráticos, que trabajan y operan a nivel intergubernamental, en nombre y de parte de interés financieros y económicos muy potentes. Los banqueros de Wall Street y los responsables de las corporaciones de negocio más importantes y grandes del mundo están detrás de esas instituciones globales. Debemos saber que el mundo de los grandes negocios y la banca, tienen reuniones periódicas a puerta cerrada con esas instituciones-herramienta para aplicar sus órdenes de sometimiento a los países. En esas reuniones y otras de tipo internacional están también los representantes de lobbies como la “International Chamber of Commerce”, la “Trans Atlantic Business Dialogue”, la United States Council for International Business”, el “Davos World Economic Forum”, el “Institute of International Finance” y otras más oscuras u opacas como la Comisión Trilateral, el Club Bilderberg o el “Council of Foreign Relations”. En el fondo todas estas entidades, instituciones o entes, tienen como misión globalizar la pobreza de una gran parte de la población y repartir miseria.

Esta globalización de la pobreza sucede en un momento histórico de rápido avance tecnológico y científico que, si bien han incrementado la capacidad potencial del sistema económico para producir los productos o los servicios necesarios hasta niveles muy altos, esa situación no se ha trasladado a una reducción de los niveles de pobreza. A inicios de este milenio, está caída global en los mínimos niveles de vida no es el resultado de la escasez. Muy al contrario, la reducción de las empresas, la reestructuración y la fabricación en otros países con salarios muy bajos, ha llevado a un incremento en los niveles de desempleo y una bajada importante en los salarios de los trabajadores de mano de obra directa e indirecta en los países desarrollados.

Esta reestructuración global promociona el estancamiento en el suministro de bienes y servicios básicos, mientras redirige los recursos hacia inversiones lucrativas en la economía de los productos de lujo. Además con la bajada de la inversión en actividades productivas, los beneficios son obtenidos en transacciones especulativas e incluso fraudulentas, que provocan problemas en los mercados financieros más importantes.

Una minoría social privilegiada y muy bien conectada, ha logrado acumular enormes cantidades de riqueza a costa de la gran mayoría de la población. Por ejemplo, en los Estados Unidos el número de billonarios ha seguido esta tendencia: 13 en 1982, 149 en 1996 a más de 300 en el año 2000. El “Global Billionaires Club” con unos 450 miembros, tiene una riqueza total que supera el PIB de los países con menor renta per capita, pero que  acumulan casi el 60% de la población mundial. En los mercados en desarrollo, áreas completas industriales que producen para su propio mercado, son llevadas a la bancarrota siguiendo las órdenes y las recetas del Banco Mundial y el IMF. Por ello a pesar del estancamiento provocado, las grandes corporaciones han tenido unos resultados sin precedentes y una expansión enorme de su participación de mercado global. Este proceso se ha llevado a cabo por el desmantelamiento de los sistemas productivos de cada país y la obligación de comprar los productos de esas corporaciones, que abarcan cualquier área de consumo, con especial énfasis en la alimentación. La destrucción de PYMES o su esclavitud sirviendo a alguna corporación a precios de miseria, ha sido la tónica general. Recordemos que las PYMES en España han sido más del 80% del tejido empresarial.

Expansión y beneficio son palabras que predican las corporaciones, mientras hay una contracción global de la capacidad de compra de los consumidores y un empobrecimiento gradual, pero rápido de enormes sectores de la población. El “libre mercado” y sus reformas han contribuido al beneficio a través de la imposición de salarios muy bajos y la desregulación del mercado del trabajo. En este proceso, “la pobreza es un input en la cadena de suministro”.

La imposición de reformas en la macro-economía y comercio de los países bajo las órdenes del Banco Mundial, el IMF y la WTO, está obteniendo la colonización total “pacífica” a través de la manipulación deliberada del funcionamiento de los diferentes agentes del mercados. A pesar de no usar abiertamente la fuerza en está “pacificación”, las reformas que solicitan y aplican esas entidades son una forma de ataque militar a países soberanos que no pueden tomar sus propias decisiones y que se hallan sometidos a una deuda externa inmoral e innecesaria. De hecho, la guerra y la globalización no son asuntos que vayan por separado.

¿Qué sucede con aquellos países que se niegan a esa “apertura pacífica” que solicita la WTO para la penetración de los bancos mundialistas y sus reformas estructurales? Muy simple, la guerra y la aplicación del “libre mercado” van de la mano. La guerra no necesita a la WTO o un tratado multilateral de inversión sometido a la ley internacional. La guerra destruye físicamente todo aquello que no ha sido desmantelado por la desregulación, privatización o las reformas impuestas por el “libre mercado”. Se debe entender por ello que la estructura militar occidental apoya los intereses económicos y financieros dominantes. El Pentágono es un arma de Wall Street, la OTAN coordina sus operaciones militares con las políticas intervencionistas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional

La ideología del “libre mercado” contiene una brutal forma de intervencionismo de estado, como la derogación de los derechos de los ciudadanos o la regulación de su vida de forma total y bajo penas severa para los disidentes. El Nuevo Orden Mundial, NOM, está basado en el falso consenso entre Washington y Wall Street, que ordena que el sistema de “libre mercado” es la única opción válida para dirigirse a la “prosperidad global” que anuncian sin empacho. Todos los partidos políticos incluyendo a verdes, ecologistas, socialdemócratas y comunistas, apoyan ahora ese consenso de dominio social y material.

Bajo la égida del Fondo Monetario Internacional, el mismo “menú” de austeridad presupuestaria, devaluación, liberalización del comercio o privatización se ha aplicado simultáneamente en más de 150 países endeudados. Esos países endeudados entregan su soberanía económica y de control sobre fiscalidad y política monetaria, a menudo con la complicidad de la burocracia local, a las instituciones mundialistas. Las instituciones locales quedan sin efecto y se monta un “tutelaje económico” con un gobierno paralelo que pasa por encima de la sociedad civil y cualquier derecho democrático. Los países que no aceptan esas condiciones llamadas por el IMF “objetivos de funcionamiento”, y que vulneran su independencia, son incluidos en una “lista negra” y ya pagarán en algún momento, más pronto que tarde, su osadía.

Es curioso que esas reformas y ajustes estructurales se aplican en nombre de la democracia y el “buen gobierno”, pero siempre requieren el fortalecimiento del aparato interno de seguridad y de la inteligencia militar y como consecuencia se inicia la  “represión política” que abre un proceso paralelo de “represión económica”. Ese llamado “buen gobierno” y la aplicación de elecciones con varios partidos políticos, son condiciones impuestas por las instituciones internacionalistas para distraer a la población con problemas inexistentes, mientras se monta una estructura gubernamental autoritaria. Todos estos “ajustes estructurales” promocionan falsas e inoperantes instituciones y una falsa democracia parlamentaria que dan soporte al proceso de reestructuración económica y de entrega del país sin rechazo y casi agradecidos.

Ahora hagamos una síntesis cada uno de cómo está España y el camino que sigue y seguramente nos sorprenderemos.

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