Stephen
F. Pinter de San Luis, Missouri, sirvió como fiscal desde Enero de 1946 hasta
Julio de 1947 en los juicios contra los alemanes en Dachau. Unos 420 alemanes
fueron condenados a muerte en esos juicios. En 1960 en una declaración jurada
de Pinter, éste dijo que fueron utilizados “testigos en perjuro notable” para
culpar a los alemanes por “crímenes falsos e infundados”. Desgraciadamente y
como resultado de estos errores de la justicia, muchos inocentes fueron
condenados y varios ejecutados”.
Durante
uno de estos juicios en Dachau se produjo un incidente tragicómico que explica
el ambiente general que había allí. El investigador USA Joseph Kirschbaum trajo
a un testigo judío llamado Einstein para testificar que el acusado, Menzel,
había matado al hermano de Einstein. Pero cuando éste indicó que su hermano
estaba en la sala, un desconcertado Kirschbaum gritó al testigo “¿Cómo podemos
enviar a este cerdo al patíbulo si usted es tan estúpido de traer a su hermano
a esta corte?”
August
Gross, un alemán que trabajó como funcionario para el ejército USA en los
juicios de Dachau, declaró más tarde que “los fiscales USA pagaron un dólar al
día (en aquel momento equivalían a ¡280 marcos! en el mercado negro), a
testigos incriminadores profesionales, muchos de ellos antiguos presos
criminales en los campos y también les dieron comida y acomodo. Durante los
descansos entre las vistas, los fiscales USA les dijeron a esos testigos lo que
debían decir en los interrogatorios. Los fiscales les dieron fotos de los
acusados con lo que les resultó más fácil acusarles”. Un joven periodista del
ejército en esos juicios de Dachau de 1947, Joseph Halow, comentó la anómala
situación “Los testigos en los campos de concentración fueron virtualmente de
todo tipo y nosotros los periodistas les llamábamos “testigo profesionales”,
testificando contra unos y otros de los muchos acusados... Testificaban por el
pago que recibían y muchos de ellos vivieron muy bien haciéndolo. Como uno
puede imaginar bien, el motivo de los testigos profesionales también fue la
venganza... En muchas ocasiones su venganza incluía la exageración de los
relatos de lo que se suponía que habían visto. Y también la mentira”
Halow sigue “En un caso, el testimonio dado por el testigo de la fiscalía
parecía levantar más preguntas que respuestas. Algunas eran obvias invenciones
o graves exageraciones hasta el punto que eran increíbles. Hubo muchos errores
de identificación del mismo acusado y vagas e inciertas declaraciones sobre
otros. La corte apenas mostró interés por el testimonio para y por los
acusados”.
En
1947 y durante el caso “Nordhausen-Dora”, el abogado de la defensa el mayor
León B. Poullada, protestó contra la falta de realidad y frecuentes mentiras de
un testigo de la fiscalía contra oficiales del campo de concentración. No
provocó ninguna reacción del jurado. El uso de testigos sin crédito continuó en
los juicios del Holocausto en los últimos años. El juez de distrito Norman C.
Roettger Jr., llevó a cabo un juicio en 1978 en Florida donde 6 judíos
“testigos oculares”, que habían testificado sobre atrocidades y disparos en
Treblinka por parte del acusado ucraniano Feodor Fedorenko, quedó demostrado
que lo habían identificado mal tras haber sido engañados por el gobierno israelí.
El
“cazador de nazis” de Nueva York, Charles Kremer visitó Israel en 1981 buscando
a judíos que pudieran confirmar las supuestas atrocidades cometidas por un
antiguo SS ucraniano que vivía en Nueva Jersey. Pero Kramer acortó su visita,
agriamente enfadado por los numerosos judíos que le ofrecían testimonios sin
base por dinero. Unos de los casos más descarados de perjurio llevado a cabo
por testigos judíos del Holocausto en los 70’s fue el caso del jubilado de una
fábrica en Chicago Frank Walus, que fue acusado de matar judíos en Polonia
natal durante la guerra. En una carta del “caza nazis” Simón Wiesenthal de
Diciembre de 1974 que acusaba a Walus de haber trabajado para la Gestapo. Esa
carta motivó una campaña legal del gobierno USA. Durante el juicio, once judíos
testificaron bajo juramento que ellos personalmente habían visto a Walus matar
a judíos incluyendo a varios niños.
Tras
una amarga y costosa batalla legal de cuatro años, Walus fue finalmente capaz
de probar que el pasó los años de la guerra como un joven que trabajaba
tranquilamente en granjas en Alemania. Un largo articulo de la “American Bar
Association” y publicado en 1981 en el “Washington Post” concluía que “... en
un ambiente de odio y aversión rayando la histeria, el gobierno acosó a un hombre
inocente”
No hay comentarios:
Publicar un comentario