lunes, 8 de diciembre de 2014

NUREMBERG 5/5 (Editado originalmente el 16/2/2014)

Stephen F. Pinter de San Luis, Missouri, sirvió como fiscal desde Enero de 1946 hasta Julio de 1947 en los juicios contra los alemanes en Dachau. Unos 420 alemanes fueron condenados a muerte en esos juicios. En 1960 en una declaración jurada de Pinter, éste dijo que fueron utilizados “testigos en perjuro notable” para culpar a los alemanes por “crímenes falsos e infundados”. Desgraciadamente y como resultado de estos errores de la justicia, muchos inocentes fueron condenados y varios ejecutados”.

Durante uno de estos juicios en Dachau se produjo un incidente tragicómico que explica el ambiente general que había allí. El investigador USA Joseph Kirschbaum trajo a un testigo judío llamado Einstein para testificar que el acusado, Menzel, había matado al hermano de Einstein. Pero cuando éste indicó que su hermano estaba en la sala, un desconcertado Kirschbaum gritó al testigo “¿Cómo podemos enviar a este cerdo al patíbulo si usted es tan estúpido de traer a su hermano a esta corte?”

August Gross, un alemán que trabajó como funcionario para el ejército USA en los juicios de Dachau, declaró más tarde que “los fiscales USA pagaron un dólar al día (en aquel momento equivalían a ¡280 marcos! en el mercado negro), a testigos incriminadores profesionales, muchos de ellos antiguos presos criminales en los campos y también les dieron comida y acomodo. Durante los descansos entre las vistas, los fiscales USA les dijeron a esos testigos lo que debían decir en los interrogatorios. Los fiscales les dieron fotos de los acusados con lo que les resultó más fácil acusarles”. Un joven periodista del ejército en esos juicios de Dachau de 1947, Joseph Halow, comentó la anómala situación “Los testigos en los campos de concentración fueron virtualmente de todo tipo y nosotros los periodistas les llamábamos “testigo profesionales”, testificando contra unos y otros de los muchos acusados... Testificaban por el pago que recibían y muchos de ellos vivieron muy bien haciéndolo. Como uno puede imaginar bien, el motivo de los testigos profesionales también fue la venganza... En muchas ocasiones su venganza incluía la exageración de los relatos de lo que se suponía que habían visto. Y también la mentira”
 
Halow sigue “En un caso, el testimonio dado por el testigo de la fiscalía parecía levantar más preguntas que respuestas. Algunas eran obvias invenciones o graves exageraciones hasta el punto que eran increíbles. Hubo muchos errores de identificación del mismo acusado y vagas e inciertas declaraciones sobre otros. La corte apenas mostró interés por el testimonio para y por los acusados”.

En 1947 y durante el caso “Nordhausen-Dora”, el abogado de la defensa el mayor León B. Poullada, protestó contra la falta de realidad y frecuentes mentiras de un testigo de la fiscalía contra oficiales del campo de concentración. No provocó ninguna reacción del jurado. El uso de testigos sin crédito continuó en los juicios del Holocausto en los últimos años. El juez de distrito Norman C. Roettger Jr., llevó a cabo un juicio en 1978 en Florida donde 6 judíos “testigos oculares”, que habían testificado sobre atrocidades y disparos en Treblinka por parte del acusado ucraniano Feodor Fedorenko, quedó demostrado que lo habían identificado mal tras haber sido engañados por el gobierno israelí.

El “cazador de nazis” de Nueva York, Charles Kremer visitó Israel en 1981 buscando a judíos que pudieran confirmar las supuestas atrocidades cometidas por un antiguo SS ucraniano que vivía en Nueva Jersey. Pero Kramer acortó su visita, agriamente enfadado por los numerosos judíos que le ofrecían testimonios sin base por dinero. Unos de los casos más descarados de perjurio llevado a cabo por testigos judíos del Holocausto en los 70’s fue el caso del jubilado de una fábrica en Chicago Frank Walus, que fue acusado de matar judíos en Polonia natal durante la guerra. En una carta del “caza nazis” Simón Wiesenthal de Diciembre de 1974 que acusaba a Walus de haber trabajado para la Gestapo. Esa carta motivó una campaña legal del gobierno USA. Durante el juicio, once judíos testificaron bajo juramento que ellos personalmente habían visto a Walus matar a judíos incluyendo a varios niños.

Tras una amarga y costosa batalla legal de cuatro años, Walus fue finalmente capaz de probar que el pasó los años de la guerra como un joven que trabajaba tranquilamente en granjas en Alemania. Un largo articulo de la “American Bar Association” y publicado en 1981 en el “Washington Post” concluía que “... en un ambiente de odio y aversión rayando la histeria, el gobierno acosó a un hombre inocente”

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