A
pesar de que Einstein no fue miembro del Partido Comunista, sí que se relacionó
estrechamente con los comunistas. En 1949 participó en Nueva York en la
Conferencia Cultural y Científica por la Paz Mundial, y que fue un acto
rechazado por muchos anti-comunistas liberales. También tuvo amistad con el
periodista judío de izquierdas I.F. Stone, que según los archivos abiertos del
Kremlin, recibía financiación de Moscú. Einstein también mantuvo una estrecha
amistad con el científico nuclear judío J. Robert Oppenheimer, responsable del
proyecto Manhattan, y que según los archivos soviéticos ayudó a los comunistas.
También tuvo una relación amorosa con una mujer, Margarita Konenkova, que fue
identificada como agente soviética, por el gran espía Pavel Sudoplatov en sus
memorias de 1995 “Special Tasks”. La labor de Konenkova en los USA fue fomentar
que Einstein hablase favorablemente de la Unión Soviética.
De
hecho, se puede decir que Einstein no siguió totalmente la línea soviética.
Realizó algunas críticas sobre Stalin y fue más internacionalista que favorable
a la tiranía soviética. Ya en 1945 abogó por un gobierno mundial, que los
soviéticos consideraron como una treta USA. Einstein dijo que el gobierno
mundial debería usar la fuerza para liberar a las sociedades de los dictadores
de extrema derecha, como en España y Argentina. En su libro “Out of My Years”,
Einstein dice que “el poder de ese gobierno mundial estaría por encima de todas
las cuestiones militares. Eso serviría para interferir en esos países donde una
minoría oprime a una mayoría, y que podría llevar a una inestabilidad que
provocase la guerra. Esas condiciones existen en España y Argentina, deben ser
solucionadas. Debe terminar el concepto de no-intervención, cuyo objetivo es
mantener la paz”.
Einstein
admitió que la Unión Soviética estaba dirigida por una minoría, pero él en el
mismo libro dice que “no consideraba que las condiciones internas fuesen por sí
mismas una amenaza para la paz”. El hecho de que España y Argentina no hubiesen
iniciado ninguna agresión externa, mientras que la Unión Soviética se había
apoderado una gran parte de la Europa central y oriental, no entraba en el
pensamiento de Einstein de qué países eran peligrosos. De hecho, él veía a la
Unión Soviética como un gran jugador en el nuevo gobierno mundial que
controlaría el mundo.
Su
defensa del gobierno mundial, tampoco excluía su apoyo al sionismo desde hacia
mucho tiempo. A pesar de que Einstein hablaba contra el nacionalismo, apoyaba
el separatismo judío, presentando una versión secularizada de la creencia del
“pueblo elegido”, en la cual los judíos son moralmente superiores a los
“gentiles” (todos los demás habitantes de la Tierra). Según su libro y es de
traca, lo que unía a los judíos “durante miles de años y los unía en la actualidad
es, sobre todo, el ideal democrático de justicia social, unido al ideal de
ayuda mutua y tolerancia entre todos los hombres... Personalidades como Moses,
Spinoza y Karl Marx... todos ellos vivieron y se sacrificaron por el ideal de
justicia social”
Este
argumento de que a los judíos les anima la tolerancia y el amor por los
“gentiles”, es frecuente que lo utilicen los judíos. Al mismo tiempo,
profesores y escritores como Shahak y MacDonald, argumentan que es exactamente
al contrario de la actitud real de los judíos hacia los “gentiles”, e insisten
que esa hostilidad está claramente expresada en el Talmud y en sionismo
moderno. El segundo rasgo de unión de los judíos, según Einstein, son sus
esfuerzos intelectuales para incrementar “el progreso del conocimiento”. El
anti-semitismo es el resultado de la hostilidad de esos que se oponen a la
Ilustración popular que los judíos fomentan. Los judíos progresistas y de mente
independiente no desean ser obligados por los dogmas de los “gentiles” para
controlar a sus poblaciones y lo hacen porque “no tienen poder”.
Esto
es totalmente contrario a los que dicen MacDonald y Benjamin Ginsberg, quienes
señalan que ha sido la existencia de un poder judío real lo que ha conducido al
anti-semitismo. Decir que los judíos no han tenido poder, no contempla el hecho
de que los judíos han sido muy influyentes muchas veces y en muchos lugares,
por ejemplo en el inicio de la Unión Soviética, la república de Weimar y España
en la Edad Media. MacDonald ve a los judíos estableciendo sus propios dogmas
para reemplazar a las de los “gentiles”. La existencia de la actual ortodoxia y
dogma histórico del Holocausto, apoyada por penas criminales, detenciones y
multas en numerosas “democracias”, parecen apoyar la tesis de MacDonald y rompe
los argumentos de Einstein de que los judíos se oponen a los dogmas.
Einstein
escribió en su libro arriba citado que debido a que los judíos han sufrido más
que otros grupos en la II Guerra Mundial, “deben recibir una consideración
especial en la organización de la paz”. Mientras que daba apoyo a un hogar
nacional judío, Einstein decía estar en desacuerdo con un estado judío por lo
menos hasta la creación de Israel en 1948. Sin embargo, admitió ya en 1938 que
“si una necesidad externa con impulsa a asumir esa carga (un estado judío), lo
soportaremos con tacto y paciencia”. Negó la aseveración de los palestinos de
que los judíos trataban de echarles. Pero habló sobre el peligro de los
“fanáticos bandidos árabes”, que amenazaban a los colonos judíos y forzaban a los
amantes de la paz judíos a tomar contra-medidas. Einstein se exaltó cuando
Israel declaró su independencia en 1948, y mostró poca preocupación las
matanzas de palestinos, expulsados de Israel y robados de sus propiedades.
Pensemos que del 70 al 90% de la tierra que se convertiría en Israel, estaba en
manos de propietarios palestinos.
En
su libro culpa a las maquinaciones imperialistas británicas del fracaso por
establecer la amistad Árabe/Judía, mientras que es difícil determinar cómo los
ingleses forzaron a los judíos a establecer un exclusivo estado judío. Israel
ignoró las resoluciones de la Naciones unidas por el trato a los palestinos y
el reembolso de la propiedades robadas y el permiso para que los palestinos
regresasen a su país. Esas resoluciones internacionales no parece que
impresionasen mucho al “internacionalista” de Einstein. Cuando fue a Israel,
puso el nacionalismo étnico por encima de cualquier otro tipo de
internacionalismo. Las opiniones que Einstein expresó sobre asuntos políticos o
sociales jamás mostraron un análisis objetivo o coherente con la lógica.
En
vez de ser un pensador original, Einstein repetía como un loro las ideas
dominantes de la izquierda intelectual y la de los judíos. Fue un intelectual
conformista en vez de un pensador independiente . Su aclamado “humanismo” fue
de una variedad muy selectiva, centrándose de largo en los intereses de los
judíos y de los comunistas. No mostró ninguna preocupación o interés por los
opositores de los judíos o los comunistas: por ejemplo el sufrimiento de
millones de “gentiles” masacrados por la Unión Soviética, o los alemanes de
posguerra que sufrieron las políticas de hambre aliadas y la expulsión de sus
territorios o los palestinos asesinados, expulsados y expropiados.
Einstein
es el arquetipo de intelectual del siglo XX del “establishment”, que muestra
claramente el doble-estandard y el doble-pensamiento descrito por George
Orwell en 1984. Es el tipo de pensamiento que ayudó a construir el siglo XX tal
como fue.
Como
resultado de todo lo expuesto, puedo concluir que Einstein sí que se merece el
galardón de “Persona del Siglo” de la revista TIME. Se lo merecería incluso si
no hubiese descubierto jamás algo científico...
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