sábado, 20 de diciembre de 2014

¿CUANDO FUÍMOS HUMANOS? LA ESCUELA BOASIANA/MARXISTA 1/3 (Editado originalmente el 18/2/12)


Todavía se debate cuando aparecimos sobre el planeta Tierra y si venimos de un animal, con toda una teoría de la evolución o evolucionista y los que defienden la participación divina en todo ello. No tengo respuesta a ello, lo siento. Hay cosas que me gustan de cada teoría, pero no me decanto por ninguna en particular. Yo voy más allá. Ya no entro en de dónde venimos, sino que me pregunto ¿cuando los humanos empezamos a ser humanos? Entiendo que esta pregunta esta lejos de ser contestada de forma simple, es bastante compleja, ya que asume que en algún momento del pasado, los humanos alcanzamos la modernidad y nos introdujimos en una especie de giro evolutivo donde la selección natural ya no era necesaria. Al margen del posible absurdo de este escenario y en clara contradicción con los datos empíricos, se cree que los humanos no han cambiado físicamente o mentalmente en los últimos 50.000 años o más incluso.
 
Si analizamos la antropología al uso u “oficial” veremos que ésta fue raptada por el “Marxismo Cultural” y ha convertido como crimen de pensamiento analizar los promedios de diferencias entre los grupos humanos, una preocupación que lleva a querer defender al origen africano del ser humano. África parece tener un record arqueológico donde aparecen muchas cosas por primera vez: los primero homínidos bípedos, las primeras herramientas de piedra, y los primeros humanos anatómicamente modernos, que se parecían mucho a nosotros (barbilla prominente, cráneo redondo, cara plana y frente vertical). Pero debido a la politización anti-racista de la antropología, el paradigma evolutivo aceptado es que África es el origen de una línea divisoria  de un fenómeno intelectual único que se produjo entre 100.000 y 50.000 años atrás. Y que sólo fue una cuestión de tiempo que esta nueva semilla de africanos listos se esparciesen y reemplazasen a las arcaicas poblaciones humanas del resto del mundo, como los Neandertales.
 
El concepto de comportamiento moderno como ha sido aplicado al Paleolítico, surge de la obsesión “Cultural Marxista” de probar que los africanos son tan buenos e incluso más que los científicos blancos, diabólicos racistas del siglo XIX, que se atrevieron a escalonar las sociedades e indicar que la civilización avanzada nunca se desarrolló en ciertas zonas del mundo, como el sur del Sahara. Yo no he conocido ningún imperio negro o grandes avances técnicos, científicos o sociales en el África negra, lo siento.
 
El problema de este paradigma es que utilizando el mismo criterio propuesto por esos estudiosos que apoyan el origen africano del comportamiento moderno, parece que éste apareció originalmente en Europa, cuando los modernos humanos llegaron y reemplazaron a los Neandertales. Además, el llamado comportamiento moderno en la Edad de Piedra en África, no es cualitativamente diferente a los Neandertales, a los cuales se supone que reemplazaron por humanos de capacidad moderna y avanzada. Esto es contrario a al “Marxismo Cultural”. Entonces ¿por qué todos estos ejercicios de confusión intelectual para argumentar el origen africano en el comportamiento humano moderno? La razón debemos buscarla a principios del siglo XX, cuando una agenda de política anti-racista fue inyectada en los estudiantes de antropología, los cuales fueron influenciados y transformados por la infame “Escuela de Frankfurt” de la que ya he hablado profusamente en otros artículos.
 
La “Escuela de Frankfurt” con su trasfondo anti-social y anti-occidental tratando de liberar a los supuesto grupos oprimidos por nuestra sociedad (entre ellos lo negros), ha hecho un daño incalculable a nuestra sociedad. Se ha debatido y mucho si esos sentimientos anti-racistas fueron sinceros o por el contrario se usaron como forma de avance por el interés de un grupo étnicamente judío, mientras que al mismo tiempo eliminaban la homogeneidad racial blanca en la élite no-judía, que gobernaba en aquel momento en todas las áreas de la sociedad. Independientemente y eso es lo grave, este “Marxismo Cultural” ha provocado situaciones muy desafortunadas donde los datos empíricos y las pruebas irrefutables son sencillamente ignoradas por la élite antropológica, cuando no sigue el paradigma aceptado, lo que evoca tácticas de exclusión utilizadas por el movimiento intelectual Boasiano contra los disidentes.
 
Al inicio del siglo XX, se encendió una chispa en el mundo académico de la antropología, que cambiaría drásticamente su curso y politizaría esa disciplina académica para servir como altavoz de la extrema izquierda. Esta chispa, encendida por Franz Boaz, “El Padre de la Antropología Americana”, introdujo el concepto del relativismo cultural y aplicó el uso potente de una ideología política anti-racista. La tradición boasiana se encajaría más tarde con la “Teoría Crítica”, creada por los marxistas culturales de la “Escuela de Frankfurt”, en las sociedades occidentales dominantes de las que sus teorías se veían como el obstáculo principal para la liberación humana. En consecuencia, la teoría crítica es inherentemente anti-occidental porque las ideologías dominantes en ese momento eran de origen occidental.
 
Esta mentalidad de luchadores de la libertad contra los ideales tradicionales de Occidente y su sociedad ha sido constante en la antropología desde que fue introducida a principios del siglo XX por Boaz y ha provocado una metástasis gigante política-filosófica que aplasta a todos los disidentes y que da como resultado unas investigaciones pos-modernas sin sentido y unos logros no científicos sólo del interés de un grupo concreto, como en el caso de la arqueología feminista, que es de los 80 y que desde entonces ha sido eclipsada por la arqueología negra feminista... Muchos de los antropólogos actuales están inyectados de “Marxismo Cultural” y su relativismo cultural y el deseo de ser luchadores de la libertad contra el pensamiento general. La ironía es que el pensamiento general el el “Marxismo Cultural” que domina completamente todas las áreas de estudio occidentales y los medios de comunicación. Es como un bucle sin salida...
 
A pesar de los grandes avances científicos en varios aspectos de la antropología como la datación radiométrica o los estudios del genoma humano, el “Marxismo Cutlural” sigue sin soltar su presa, manteniendo firmemente la disciplina en el estrecho camino del anti-racismo y del relativismo cultural en el cual se sobre enfatiza las virtudes de las sociedades no occidentales, mientras que al mismo tiempo rebaja los aspectos positivos de la civilización Occidental. Todo ello es debido a la herencia de un hombre: Fraz Boaz, un inmigrante de origen judío-alemán que encontró su lugar en la Universidad de Columbia en 1896, donde estuvo hasta su jubilación en 1936. Boaz tuvo un impacto muy profundo en el campo de la antropología y fue totalmente político en su orientación, dando gran énfasis en su lucha contra el racismo científico. El entusiasmo anti-racista de Boaz fue compartido por otros judíos intelectuales de la “Escuela de Frankfurt”, que habían llegado a la Universidad de Columbia, Nueva York, desde Alemania en 1934
 
Poco después de montar el departamento de antropología en Columbia, Boaz puso su atención en el “problema de la raza” y parte de este esfuerzo fue alimentar los estudios “África-céntricos” de ciencias sociales. Contrariamente a la idea común en ese momento de que el África negra era un lugar apartado de la cultura, Boaz dijo que “la raza negra ha contribuido con su parte” de invenciones culturales y logros civilizados. Boaz decía que las invenciones culturales africanas en agricultura y forja del hierro fueron cruciales para “el avance de la raza humana”. Las investigaciones posteriores han demostrado que ni la agricultura ni la forja del hierro fueron invenciones africanas, a pesar de décadas de investigación intensiva en África que se originó por esa idea de Boaz. también Boaz fue el primero en defender la idea de un Museo e Instituto Africano y la adopción de estudios Negros por las universidades.

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