Siempre he leído que se dice que las pruebas presentadas por la fiscalía al
Tribunal de Nuremberg eran tan indiscutibles que ningún abogado de la defensa
jamás discutió su autenticidad o precisión, ni siquiera en un solo documento.
Esto no es verdad. No sólo los abogados defensores protestaron contra la fiscalía
en su uso de documentos de dudosa precisión, sino que muchos de los documentos
más importantes del juicio, se reconocen actualmente como fraudulentos. Es
evidente que nada pasó y no se tuvo en cuenta esa protesta. La suerte de los
encausados ya estaba echada. Por ejemplo, el abogado de la defensa Dr. Boehm
protestó ante el tribunal que el documento 1721-PS, que parece confirmar
ataques de las SA contra las sinagogas judías en Noviembre de 1938
(Kristallnacht), era una falsificación chapucera.
Muchos documentos de Nuremberg basados en las llamadas “confesiones en el
lecho de muerte” del comandante de Mauthausen Franz Ziereis, eran fraudulentos
(documentos de Nuremberg 1515-PS, 3870 PS y NO-1973). Estos documentos se
supone que probaban la matanza sistemática de cientos de miles de personas por
gaseamiento y otros sistemas en Mauthausen y Hartheim. Casi 50 años después de
que el tribunal emitiese sus veredictos, el documento USSR-378 fue
desenmascarado como un fraude. Se supone que son los archivos de numerosas
conversaciones privadas con Hitler por parte de Hermann Rausching, un antiguo
mando nacionalsocialista en Danzig. En un lenguaje brutal, se supone que el
Führer revela a sus pensamientos más profundos y planes secretos de conquista
del mundo. Las “memorias” de Rausching fueron publicadas en 1939 en Inglaterra
bajo el título “Hitler habla” y en los USA en 1940 como “La Voz de la
Destrucción”. Fue la edición USA la que fue aceptada como prueba en Nuremberg
sobre “los principios guía del régimen nazi”.
El fiscal británico Sir Hartley Shawcross y sus colegas soviéticos citaron
numerosos epígrafes del libro. El acusado Baldur von Schirach discutió sobre su
“autenticidad”, pero el abogado de la defensa Pelckmann, que no lo supo hacer
mejor, aceptó esta “prueba” como auténtica. En 1983, el historiador suizo
Wolfgang Hänel demostró que la “memoria” es un completo fraude. Rausching jamás
tuvo ni una sola reunión en privado con Hitler. Otro documento fraudulento en
Nuremberg fue el llamado “Protocolo Hossbach” (documento 386-PS), un supuesto
informe de alto nivel de una conferencia de 1937, en la cual Hitler se supone
que revelaba sus planes secretos de agresión y conquista. El fiscal USA Sidney
Adlerman lo denominó “uno de los más llamativo y reveladores de los documentos
capturados” y dijo al tribunal que eliminaba cualquier duda sobre la
culpabilidad de los líderes alemanes por sus crímenes contra la paz. Fue en
base a este documento que Göring fue condenado a muerte.
Tan fraudulento es el documento L-3 (US-28), que se supone que es un informe
de un belicoso discurso de Hitler a los comandantes del ejército el 22 de
Agosto de 1939. Contiene un epígrafe muy citado atribuido a Hitler “¿Quién
habla hoy del exterminio de los armenios?”. La historiadora judía Lucy Dawidowicz,
autora de “La Guerra Contra los Judíos” reconoció que “Hay también documentos
del Holocausto que son falsificaciones y otros que son más un mito que hechos
históricos”. Muchas de las pruebas del Holocausto presentadas en Nuremberg y en
otros juicios posteriores están basadas en “testimonios de supervivientes”.
Como muchos historiadores han reconocido, estos testimonios son “defectuosos”.
Gerald Reitlinger avisa a los lectores en su estudio detallado “La Solución
Final”, que las pruebas del Holocausto, incluyendo documentos de Nuremberg y
testimonios, no pueden ser aceptadas como válidas y dice que “Un cierto grado
de reserva es necesario al manejar todo este material y particularmente esto es
aplicable a la última sección (testimonios de supervivientes)... El judío de la
Europa del este es de naturaleza retórica y habla con símiles muy floridos”. El
historiador francés Jean-Claude Pressac también avisa en su detallado libro
sobre Auschwitz que “se requiere un cuidado extremo con el testimonio de los supervivientes...”
La historiadora judía Hannah Arendt indica en su libro “Eichmann en
Jerusalén” que los “testigos oculares” que testificaron en el juicio de 1961
contra Eichmann, raramente fueron capaces de distinguir entre lo que les pasó
entonces, con lo que habían leído, escuchado o imaginado en aquel momento”. La
historiadora del Holocausto arriba citada, Lucy Dawidowicz indicó algo
similar diciendo que “la memoria de los supervivientes está frecuentemente
distorsionada por el odio, sentimentalismo y el paso del tiempo. Su perspectiva
de los acontecimientos externos estaba generalmente sesgada por los límites de
su experiencia personal”. El historiador francés Germain Tillion, un
especialista en la II Guerra Mundial, alertó que “los antiguos internos de los
campos que mienten son, de hecho, mucho más numerosos de los que la gente puede
suponer. Hemos conocido a numerosos que tenían sus facultades mentales mermadas
y que explotaban una deportación imaginaria. También hemos conocido otros,
auténticos deportados, cuya mente enferma va más allá de las monstruosidades
que ellos han visto o de gente que dice que les había pasado a ellos”
El historiador judío Samuel Grinzgauz, que fue él mismo un interno del
ghetto de Kaunas en Lituania durante la guerra, criticó lo que él llamaba la
“Hiperhistórica” naturaleza de muchos testimonios de supervivientes.
Escribió que “muchos de los recuerdos e informes están llenos de verborrea
absurda, exageraciones grafomaníacas, efectos dramáticos, filosofía diletante,
sobrestimación propia, lirismo de “me gustaría ser”, rumores sin confirmar,
ataques de partisanos y disculpas”.
Samuel Krakowski, director del archivo gubernamental israelí del Centro del
Holocausto Yad Vashem, confirmó en 1986 que más de 10.000 de los 20.000 “testimonios”
de “supervivientes” judíos en los archivos son “no fidedignos”. Muchos
supervivientes quieren ser “parte de la historia y han dejado volar su
imaginación”, sigue Krakowski “Muchos no estuvieron en los lugares que dicen
que vieron atrocidades, mientras que otros se basan en información de segunda
mano que les han dado amigos o extranjeros”. Confirmaba que muchos de los
testimonios en el archivo de Yad Vashem, se comprobaron después como no exactos
cuando no pudieron superar el chequeo de los historiadores.
Ahora sabemos que los testigos en Nuremberg dieron falsos testimonios.
Quizás los más obvios y llamativos fueron los tres testigos que confirmaron
claramente la culpabilidad alemana de la masacre de los oficiales polacos en
Katyn.
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