miércoles, 4 de febrero de 2015

ROMPER TABÚES SOBRE EL III REICH


Hoy quería recomendar un libro que, aunque fue editado en los noventa, es muy vigente y ayuda a entender de una forma objetiva algunos pasajes de la historia del III Reich que habitualmente no se tocan o se consideran “políticamente incorrectos”. Y fue el historiador alemán Ernst Nolte en su libro “Streitpunkte: Heutige und künftige Kontroversen um den Nationalsozialismus” (Puntos de Contención: Controversias actuales y futuras sobre el Nacionalsocialismo), Berlín und Frankfurt: Propyläen, 1993.

OPERACIÓN HIGHJUMP - 1947 BASE 211 2/2



Hubo otras expediciones menores a la Antártida por parte de los Estados Unidos, pero no parece que la base alemana fuese seriamente afectada o en peligro por esta presencia americana en la zona. Y eso durante un período de tiempo entre 10 y 12 años. Me estoy refiriendo hasta prácticamente 1958, en lo que sería el periodo “glorioso” de los platillos volantes y su presencia en cielo norteamericano, sobre las ciudades y bases militares más importantes. También fue un momento importante de esa presencia en Sudamérica.
La actividad aérea de los llamados platillos volantes fue tan intensa que el presidente Harry Truman llegó a pedir la opinión de Albert Einstein, sobre lo que estaba sucediendo. Pero Einstein le dijo que no tenía una explicación sobre el asunto.

Creo que se les mostró a los norteamericanos que ellos no estaban controlando lo que sucedía y que en cualquier momento sus ciudades, edificios más importantes y bases militares, podían ser atacadas y destruidas sin ningún problema y sin respuesta militar de alcance.

Pero no fue hasta 1958 en que el ejército americano decidió volver a la Antártida para acabar con el problema de raíz. De nuevo se usó la cortina de humo de la supuesta investigación científica para ocultar el verdadero propósito de la expedición militar. Recordemos que ese fue el llamado “Año Geofísico” y por ello se deberían hacer pruebas sobre geología y geografía de la zona. Aparentemente…

La expedición fue llamada “Project Argus” y se puso en marcha con la flota compuesta por los destructores Warrington y Bearns, los barcos escolta Courtney y Hammenberg, los petroleros Neosho y Salamonie, el portahidroaviones Norton Sound y el portaaviones Tarawa. Y concretamente, el portahidroaviones  Norton Sound había sido adaptado adecuadamente para esta misión, como veremos más adelante. Pero creo importante explicar el porqué de esta historia en unos términos que no se han explicado nunca. El “Project Argus” y su verdadero objetivo era algo inconveniente y por ello, como he dicho antes, no se ha explicado.

Los norteamericanos deseaban destruir la Base 211, una base enemiga que ni siquiera admitían que existía. ¿Pero cómo podía hacerse sin despertar las sospechas de la opinión pública? La flota militar que se envió bajo el nombre de “Project Argus”, se supone que debía realizar una investigación sobre el planeta Tierra. Puede resultar extraño a día de hoy, pero tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética decían entonces que querían recuperar el continente antártico bajo los hielos. Y de acuerdo con este interés, recuperar quería decir ¡fundir el hielo!…

Y ¿qué hay mejor para fundir el hielo a gran escala que lanzar una bombas atómicas? En aquel momento nadie había oído hablar del supuesto calentamiento global, ni de la capa de ozono. Nadie consideraba la fragilidad del entorno antártico porque nadie consideraba al entorno como frágil. Era una época del “hombre contra la naturaleza” y cuyo objetivo era el dominio de esa naturaleza por los medios que fuesen necesarios.

Según se sabe, se lanzaron varias bombas atómicas sobre la Atártida, pero no se lanzaron desde bombarderos convencionales, como en el caso de Hiroshima y Nagasaki. Es esta ocasión, el ejército de los estados Unidos utilizó un nuevo prototipo de cohete Polaris RTV3. Este cohete era pequeño, de combustible sólido y diseñado para ser lanzado desde la superficie del mar o desde un submarino nuclear. En 1958, este sistema de lanzamiento no era todavía operacional al 100% y por ello los cohetes Polaris RTV3 se lanzaron desde la cubierta adaptada del portahidroaviones Norton Sound.

El 27 de Agosto de 1958 un cohete Polaris RTV3 describió un arco de 480 kilómetros de altura desde la cubierta del Norton Sound, cayendo sobre la Antártida y detonando una bomba de 2 kilotones. A esta bomba le siguió otra el 30 de Agosto y una tercera el 6 de Septiembre. Podemos imaginar cuales eran las coordenadas de esos impactos.

Sin embargo, parece ser que los alemanes ya habían abandonado la Base 211 tiempo atrás. Habían trasladado todo el material y personas a Sudamérica, donde había una presencia alemana considerable y la posibilidad de continuar sin problemas. La razón de esta marcha desde la Antártida no fue por oponerse un enemigo o porque la batalla estuviese perdida. La razón fue mucho más pequeña, la de un organismo microscópico. Al igual que en la Guerra de los Mundos de HG Wells, los alemanes se fueron de la Antártida porque ese continente no tiene prácticamente gérmenes en su atmósfera. Sin algunos virus y bacterias atacando al sistema inmunitario del ser humano, este sistema se vuelve inoperativo y débil. Con el tiempo, la pérdida de la inmunidad natural hace que cualquier presencia o alteración contagia a todas las personas alrededor de un visitante con un simple resfriado, provocando la muerte.

Se dice que esas bombas atómicas han sido las que provocaron el agujero en la capa de ozono, con lo que estamos a merced de los rayos solares sin protección natural…

OPERACIÓN HIGHJUMP - 1947 - BASE 211 1/2


En mi libro “ANTÁRTIDA 1947” hablo, como eje de la historia, de la Operación Highjump (Operación Salto de Altura), que se llevó a cabo a principios de 1947 en la Antártida por parte de los Estados Unidos y varios países más, que colaboraron en una expedición antártica liderada por el Almirante Richard Byrd. Este asunto y lo que sucedió en la Antártida todavía en material clasificado casi 70 años después. Me gustaría hacer una recopilación de lo que sabemos más o menos, hasta ahora.
 
Podemos decir que la historia oficial, muy a su pesar, no puede ocultar que hubo una operación  antártica llamada Highjump, dirigida por el almirante Richard E. Byrd, un auténtico héroe americano en la investigación ártica y antártica, al nivel de Charles Lindbergh en la aviación. Se supone que era una misión científica. Se han escrito numerosos libros sobre el asunto, así como la Marina hizo una película a todo color, narrada con la grave voz de tres actores de Hollywood. Todo a lo grande y de forma optimista. Yo dispongo de esa película y lo presentan como “la superación de los obstáculos y la naturaleza por parte del hombre”.
 
Inicialmente la operación estaba formada por tres grupos de barcos, 13 en total, que partieron de las bases militares de Norfolk (Virginia) y de San Diego (California). Navegando hacia el sur, se encontraron en las aguas antárticas, alcanzando el continente helado en Enero de 1947, que allí es el verano. Además de los americanos, las marinas de Inglaterra, Noruega, Japón, Rusia, Argentina y Chile fueron invitadas a participar, dando un aire a todo el conjunto como de cooperación internacional o esfuerzo internacional, aunque todo bajo el mando americano. La operación estaba diseñada y prevista para una permanencia en la zona de ocho meses.
 
El almirante Byrd iba en el buque insignia Mount Olympus. Además, estaban también los rompehielos Northwind y Burton Island y el nuevo portaviones The Philippine Sea. Y los barcos con catapultas para aviones Pine Island y Currituch, los dos destructores The Brownsen y The Henderson y los buques de escolta Yankey y Merrick. También los petroleros Canister y Capacan y el submarino Sennet.
 
Acompañando a esta “expedición científica” habían 4000 soldados y 25 aviones, incluyendo Dakotas y 6 helicópteros. Los vehículos eran blindados con cadenas. Los aviones iban equipados con equipos y sensores electrónicos. Estos equipos emitían una pulsación electromagnética que cualquier objetivo, un objeto metálico por ejemplo, se convertiría en un pequeño campo magnético temporal que sería captado por los aparatos a bordo. Se puede decir que eran detectores de metal voladores, pero muy potentes. El motivo de su uso era localizar estructuras metálicas bajo el hielo, a pesar de que se dijo otra cosa oficialmente: cartografiar la zona.
 
Esta operación, a pesar de la propaganda oficial, fue lo que fue, una operación militar en toda regla. Byrd no fue directamente hacia Neuschwabenland (lugar de la famosa base alemana 211 en la Antártida y motivo real de la operación), sino que sus tropas de tierra permanecieron en la otra cara de la Antártida. Byrd envió sus aviones que fueron acercándose cada vez más a la base alemana. Por alguna razón no conocida a día de hoy, en el primer vuelo sobre Neuschwabenland se lanzó una bandera norteamericana sobre la zona y también se dice que una bomba, para que los alemanes fuesen conscientes de que ya no estaban aislados y seguros allí.
 
Lo que sucedió después cambió por completo todo el sentido de la operación. Un escuadrón de cuatro aviones que seguían al avión guía sobre el objetivo, el que lanzó la bandera y la bomba, simplemente desaparecieron al sobrevolar la base alemana. A las 48 horas de esta pérdida, el almirante Byrd dio las órdenes para cancelar la operación y los preparativos para abandonar la Antártida. Esto quería decir que la Operación Highjump, prevista para ocho meses de estancia, no duraría más de ocho semanas.
 
Los que conocemos históricamente al almirante Byrd, sabemos que a veces hablaba más de la cuenta y no temía por sus propias ideas o conclusiones. Afortunadamente para los que hemos seguido este tema, Byrd dio respuestas a un periodista chileno, Lee Van Atta que iba en el Mount Olympus con Byrd y fue haciendo el reportaje durante la expedición. Por ejemplo, cuando le preguntó al almirante sobre la necesidad u oportunidad de la expedición, éste dijo “Porque el Polo Sur está situado entre nosotros y nuestro enemigo”. La pregunta que surge ante esta respuesta de Byrd es ¿quien era ese enemigo? Sobre todo, considerando que las potencias del eje, habían sido oficialmente eliminadas. Esta pregunta queda todavía sin respuesta.
 
Sin embargo, y ya que Byrd estaba en un momento particularmente lúcido, Lee Van Atta escribió, seguramente sin querer, la pieza definitiva que define a la Operación Highjump y que apareciño en el periódico chileno “El Mercurio”, el 5 de Marzo de 1947. El artículo dice lo siguiente:
 
A bordo del Mount Olympus en alta mar: El almirante Richard E.Byrd advirtió hoy que es preciso que los Estados Unidos adopten medidas de protección contra la posibilidad de una invasión del país por aviones hostiles procedentes de las regiones polares”.

“El almirante dijo: No intento asustar a nadie, pero la amarga realidad es que, de ocurrir una nueva guerra, los Estados Unidos serán atacados por aviones procedentes de ambos polos”.

“Byrd continua: "No puedo menos que hacer una fuerte advertencia a mis compatriotas en el sentido de que ha pasado ya el tiempo en que podíamos refugiarnos en un completo aislamiento y descansar en la confianza de que las distancias, los océanos y los polos constituyen una garantía de seguridad”.

“El almirante encareció la necesidad de permanecer en estado de alerta y vigilancia a lo largo de lo que constituyen los últimos reductos de defensa contra una invasión”



¿De qué clase de aviones o aeronaves habla Byrd? ¿A qué se refiere? ¿Quienes son sus tripulantes? ¿De qué invasión está hablando? Demasiadas preguntas sin respuesta a día de hoy.