Sabéis que me gusta leer y releer la historia para intentar comprender qué pasó y si eso tuvo o tiene aún consecuencias en la actualidad. Hace poco estaba trabajando sobre los pormenores de la llamada “Guerra Franco-Prusiana” de 1870, que acabó con la victoria de Prusia, la entrada en París y la consiguiente derrota de Francia. Fue una guerra corta, menos de un año: de Julio de 1870 a Mayo de 1871. Fue un conflicto europeo no muy conocido, pero interesante históricamente hablando ya que hubo casualidades muy curiosas alrededor.
Fue una guerra entre el Segundo Imperio Francés y el Reino de Prusia de Otto von Bismarck. En esa guerra, Prusia fue acompañada en el combate por los reinos aliados de Wurtemberg, Baden y Baviera y la Confederación Alemana del Norte. Gracias a esa guerra y su resultado, aparece el Imperio Alemán.
El conflicto vino como resultado de la alta tensión entre los dos poderes citados más arriba y sobre todo por el fracaso de Napoleón III (Luis-Napoleón Bonaparte), de tratar de anexionar Luxemburgo a Francia. Si bien este intento fracasado y sus consecuencias fueron pacíficas gracias al llamado “Tratado de Londres” de 1867, lo cierto es que el frágil equilibrio entre Francia y Prusia se vio alterado absolutamente. Es necesario señalar en este punto la intolerancia de Francia a la mayor presencia e influencia alemana y sobre todo a la influencia de Prusia en el seno de la Confederación Alemana del Norte. Éste fue un estado que participó en la lucha contra Francia y que había sido creado en 1867 tras al guerra entre Prusia y Austria.
La “Guerra Franco-Prusiana” provocó la caída de Napoleón III, el fin de la II Época Imperial y el inicio de la III República Francesa. Se puede decir sin temor a equivocarse que este conflicto y la Guerra de Crimea (1853-1856), entre el Imperio Ruso y el Reino de Grecia contra el Imperio Otomano, Inglaterra, Reino de Cerdeña y Francia, fueron las guerras más importantes en el mundo occidental desde las guerras de y contra Napoleón. Evidentemente, todo ello derivó en la I Guerra Mundial (1914-1918).
Creo que con todo esto nos podemos hacer una idea de la situación de aquella Europa tan convulsa. Pero lo interesante de todo esto es que se produjeron dos hechos íntimamente ligados y de los cuales parece que no somos conscientes. El primero sucede en 1867, tres años antes de la “Guerra Franco-Prusiana”, y es la publicación del libro de Karl Marx “El Capital”, volumen I en Inglaterra y de rápida difusión. Es decir, el comunismo, al menos sobre la teoría había echado a andar para desgracia de Europa y del resto del mundo, y que ya venía de la mano del “Manifiesto Comunista” (1848) obra al alimón de Marx y Engels.
Y como segundo hecho fue su primera aplicación práctica que se produjo en 1871, en París, poco antes de acabar la guerra citada en la llamada “Comuna de París”, que se llevó a cabo entre el 18 de Marzo de 1871 y el 28 de Mayo del mismo año. Es decir en plena “Guerra Franco-Prusiana”. Fue una insurrección que gobernó la ciudad de París y que instauró el primer gobierno de la supuesta clase obrera en el mundo, bajo la égida del socialismo/comunismo y su herramienta, la masonería.
Es decir, mientras Francia se debatía contra Prusia, los comunistas aprovecharon la situación para gobernar la ciudad de París, centro neurálgico de toda Francia. Este fue el modelo que se repitió en Rusia en Febrero y en Octubre de 1917, luego en 1918 contra Alemania, mientras ésta luchaba en el frente, la llamada “puñalada por la espalda de Noviembre” y la instauración del Estado Popular de Baviera o República Soviética de Baviera (1918-1919) de Kurt Eisner.
A los 61 días de caos y muerte, el ejército francés acabó con la “Comuna de París”, y el comunismo pudo anotarse sus primeros 30.000 asesinados a su cuenta, que proseguiría sin descanso hasta hoy.
Es evidente, como me preguntaba al principio del artículo, que sí, esto ha tenido y tiene consecuencias funestas para nosotros a día de hoy.