Ya sabéis que me gusta mucho el análisis del choque titánico entre la Unión
Soviética de Stalin y la Alemania de Hitler desde 1941 hasta 1945. Hasta hoy la
versión oficial y los medios de comunicación han seguido un patrón similar:
“Alemania, dirigida por un loco codicioso por la conquista del mundo, atacó por
sorpresa a la Unión Soviética. Los alemanes hicieron conquistas rápidas sobre
un enemigo que no se esperaba el ataque y que fue sorprendido totalmente.
Cuando los soviéticos se recuperaron de la sorpresa inicial, pusieron en marcha
sus casi inacabables recursos humanos y materiales y pasaron al ataque,
forzando gradualmente a que los invasores regresasen a su frontera inicial y
luego destrozando el régimen nazi casi por sí mismos. Es decir, los alemanes
fueron perdiendo fuerza y siendo cada vez más débiles, mientras que los
soviéticos crecieron en potencia haciendo que la derrota alemana fuese
inevitable. Los aliados occidentales ayudaron, pero fueron los soviéticos
quienes acabaron con la amenaza nazi” Y así continuamente...
Una gran cantidad de documentos y estadísticas parecen dar la razón a Stalin
en cuanto a cómo fue la guerra. La mayoría de los historiadores occidentales
han aceptado su veracidad y de forma rutinaria la citan en sus estudios,
incluso en libros y estudios recientes como los de David Glantz y sus análisis
de varias batallas en el frente del este. También historiadores anteriores como
John Erickson hicieron lo mismo, apoyándose en la versión de Stalin sobre la
guerra. Los pocos historiadores que discutieron la versión de Stalin, fueron
tachados de “controvertidos” y sus ideas y planteamientos, se
rechazaban o se
trataban con desprecio.
Uno de ellos y de los que os quiero hablar aquí es del norteamericano Dr.
John Mosier, profesor de la Universidad Loyola de Nueva Orleans, el cual ya ha
publicado libros muy interesantes como “The Blitzkrieg Myth”, “The Myth of the
Great War” y “Cross of Iron”. Estos libros muy profundos académicamente y muy
objetivos en sus análisis, han establecido sin ningún tipo de duda que hay una
realidad diferente sobre Alemania en las dos grandes guerras. Son libros que os
recomiendo totalmente. Pero el más interesante es el último titulado
“DEATHRIDE: Hitler vs. Stalin: the Eastern Front, 1941-1945”, de la editorial
Simon & Schuster, Nueva York, 2010. En este libro Mosier se mete en agua
hirviendo ya que las sorpresas que contiene son muchas y rompedoras. Por
ejemplo, en vez de un dictador loco y codicioso que quería conquistar el mundo,
Hitler es mostrado como alguien en su sano juicio y racional que toma
decisiones sensatas y acertadas, que entiende de estrategia y política global
mucho más y mejor que sus generales.
En vez de un ataque sorpresa sobre la inocente Unión Soviética, Mosier
concluye que la guerra fue un golpe preventivo sobre un régimen depredador a
punto de invadir Alemania y la Europa occidental.
Mosier, entre otros trabajos, cita el libro que ya he recomendado en otros
artículos en este blog titulado “Icebreaker” de Victor Suvarov y la obra de
Joachim Hoffmann “Stalin’s War of Extermination”. Y Mosier cita ambas obras de
forma respetuosa. Sólo eso ya es una gran sorpresa, ya que muchos historiadores
rechazan esos descubrimientos de los dos autores con desprecio o los ignoran.
La simple idea de acusar de la guerra a los soviéticos en vez de Hitler, ha
sido siempre un tema tabú. Y esa idea aparece bien fundamentada en el último
libro de Mosier.
En el libro (pag 82) Mosier dice “Las pruebas más recientes confirman los
interrogatorios a los oficiales soviéticos capturados y lo que ya revelaron en
1941 y fue que Stalin estaba planificando atacar a Hitler en el primer momento
posible. Durante cincuenta años aproximadamente esa idea ha sido rechazada a
pesar de que fue el patrón de actuación soviética antes de 1939 y después de
1945. Por ello, estas pruebas recientes contradicen la antigua leyenda de
Stalin y explica ciertamente la motivación de Hitler: su ataque a la Unión
Soviética fue un ataque preventivo”
Una tendencia habitual de los generales alemanes tras la guerra fue
continuar asumiendo muchas de esas asunciones. Se querían distanciar de Hitler
y del Nacionalsocialismo, presentándole como alguien que les forzó a la guerra.
De acuerdo a esta versión amable, todo lo que fue mal fue culpa de Hitler y sus
decisiones enloquecidas, mientras que todo lo bueno y correcto que sucedió fue
el resultado de los generales. No tengo dudas que esta explicación simplista
tiene que ver con la protección de sus propias reputaciones, además de proteger
la imagen del generalato alemán y sobre todo sobrevivir a la Alemania de la
posguerra y mejorar sus relaciones con los vencedores, sobre todo los USA, que
ocuparon y aún ocupan, la derrotada Alemania.
Mosier puntualiza que en casi todos los casos, Hitler tomó las decisiones
correctas mientras que sus generales no. La casta de los generales estaba
entrenada para tomar grandes ciudades y sobre todo las capitales, pero Hitler
entendía que las guerras modernas eran económicas en su naturaleza y por ello
los conflictos debían conseguir la materia prima del enemigo y sus recursos,
impidiendo que el enemigo pudiese hacerlo en los propios. Mosier defiende que
los generales de Hitler no entendían este principio de la guerra moderna. En la
página 31 el libro dice “Una de las quejas más acertadas de Hitler sobre sus
generales fue que no entendían nada sobre los aspectos económicos de la guerra.
Esto podía ser extendido a otras áreas fuera de la economía”.
El libro sigue “Los generales ya desde el principio veían la guerra con la
Unión Soviética desde la perspectiva tradicional: destrucción de los ejércitos
y ocupación de las viejas y nuevas ciudades, especialmente Moscú”. Mosier cita
a Heinz Guderian y su libro “Panzer Leader” que “Hitler dijo que las materias
primas y la agricultura de Ucrania eran vitalmente necesarias para la futura
continuación de la guerra. Habló de nuevo de neutralizar Crimea que la
consideraba como el ‘portaaviones soviético’ para atacar los campos
petrolíferos rumanos. Por primera vez oí usar la frase ‘mis generales no saben
nada de los aspectos económicos de la guerra”
El análisis de Mosier de los mitos inspirados de Stalin sobre la guerra está
lleno de estudios muy cuidadosos tanto de información alemana como rusa. Dice
que los datos alemanes son muy precisos y con un nivel de detalle sorprendente.
En vez de irse debilitando a medida que avanzaba la guerra contra la Unión
Soviética tanto en hombres como en material de combate, etc., año tras
año, Mosier demuestra que se incrementó progresivamente en tropas, blindados,
todo tipo de potencia de fuego y en la calidad del mando tanto estratégico como
táctico. Los datos rusos, presentados como inacabables fueron decreciendo de
forma imparable. Sus tropas eran diezmadas a millones gracias a las órdenes de
Stalin de realizar ataques frontales en cualquier lugar, mientras que sus
blindados eran destrozados por la potencia de fuego alemana y las tácticas
correspondientes. Incluso las estadísticas oficiales soviéticas de pérdidas y
producción, revelan muchos errores y anomalías que cuando se comparan con las
cifras más precisas del bando alemán, le permiten ofrecer a Mosier una imagen
real de lo que pasó.
Lo que revelan es que la cifra de bajas en ambos bandos era de un ratio de 5
a 1 a favor de Alemania. Con una población de 170 millones de personas en la
URSS y de cerca de 100 millones en Alemania, la URSS no podía soportar
durante mucho tiempo un ratio superior de 2 a 1. En otras palabras, las
matanzas de sus soldados desangraban a la URSS. Hitler entendió esto y apretó
para continuar con el proceso. Su orden de resistir de “mantenerse en sus
posiciones” en el invierno de 1941, provocó más combates con una gran
disparidad de bajas y siempre a favor de Alemania.
La producción de blindados y artillería y su uso es examinado por Mosier al
detalle. Y muestra que mientras que los soviéticos reclaman una producción de
tanques enorme en cifras, no sólo las cifras reales fueron mucho más bajas,
sino que los propios tanques soviéticos tenían problemas continuamente. Su vida
operativa se medía frecuentemente en días o incluso en horas antes de que las
averías y fallos apareciesen. Los soviéticos produjeron tanques pero no así
recambios. No fabricaron vehículos para recoger los tanques averiados, ni tampoco
talleres de reparación. Sencillamente los desconocían. Abandonaban el tanque
averiado y ya está...
Los tanques alemanes eran de más calidad y tenían el mantenimiento adecuado.
Los vehículos averiados o alcanzados se recuperaban rápidamente, se reparaban y
volvían al combate en muy poco tiempo. Las disparidades en cuanto a
prestaciones y efectividad en el campo de batalla de los blindados seguía un
ratio muy similar al de las pérdidas de soldados y siempre a favor de Alemania.
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