lunes, 8 de diciembre de 2014

TORTURAS A PRiSIONEROS ALEMANES POR PARTE DE LOS ALIADOS (Editado originalmente el 29/8/2011)


Este es un brutal capítulo de la II Guerra Mundial ahogado por la marea propagandística aliada y de post-guerra contra Alemania. Sin embargo sucedió y ha sido silenciada por todos los medios. No voy a discutir la penosa situación en los campos de concentración alemanes, pero que los campeones de la libertad y la democracia usasen métodos por los cuales acusaron y enviaron a muchos alemanes a la muerte en juicios y torturas, va más allá de lo soportable.

Durante casi 70 años, las pruebas de un programa clandestino británico de torturas en la Alemania de después de la guerra, ha estado oculto en los archivos del gobierno. Las fotos terribles de jóvenes soldados prisioneros supervivientes, que habían sido sistemáticamente golpeados, desnutridos, privados de sueño y expuestos a temperaturas extremas de frío, fueron consideradas terribles para que fuesen vistas públicamente. Incluso un ministro inglés llegó a escribir que el “menor número posible de personas deben ser conocedoras de que las autoridades británicas, han tratado a los prisioneros de una manera que es una reminiscencia de los campos de concentración alemanes”.

Muchas otras fotografías han desaparecido de los archivos oficiales e incluso actualmente algunos miembros del gobierno británico han dicho que no se publicarán jamás. Las torturas no se limitaron a ex-soldados alemanes, también a sospechosos comunistas, que fueron torturados en un intento de obtener información sobre las intenciones militares soviéticas. En aquel momento, muchos militares británicos estaban convencidos que en pocos meses habría una ¡Tercera Guerra Mundial! Al menos dos de los sospechosos de comunismo murieron por las palizas recibidas  y otros quedaron seriamente heridos.

Los interrogatorios se llevaron a cabo en la prisión de Bad Nenndorf, cerca de Hannover e incluyó miembros del partido nacionalsocialista, industriales y antiguos miembros de las SS . El terrible trato a los 372 hombres y 44 mujeres que fueron interrogados en la prisión citada entre 1945 y 1947, fueron detallados en un informe del inspector de Scotland Yard Tom Hayward. Fue llamado por oficiales de alto rango para investigar el maltrato de los internos en parte por las fotografías aparecidas.

El informe de Hayward estuvo bajo secreto hasta que el periódico The Guardian lo obtuvo a través del Freedom Information Act, que daba acceso a la información. Las fotografías fueron sacadas antes de que el Foreign Office entregase el documento, porque aparentemente el Ministerio de Defensa no quería que se publicasen.

Uno de los ex-soldados es Gerhard Menzel de 23 años y estudiante. Fue arrestado por la inteligencia británica en Hamburgo en Junio de 1946. Era sospechoso porque se creía que había pasado a la zona de control británica Alemania desde ¡Omsk en Siberia!, donde era un prisionero de guerra. Según explicó a Hayward no sólo había perdido mucho peso, sino que había estado encadenado con las manos a la espalda durante 16 días, y golpeado en el rostro. También estuvo encerrado en una celda helada durante dos semanas y sumergido en agua helada cada 30 minutos desde las 4:30 de la mañana hasta la medianoche. Esta práctica, según descubrió Hayward, era moneda común.

Un doctor del campo de internamiento reportó que Gerhard Menzel formaba parte de un grupo de doce internos que habían llegado desde Bad Nenndorg harapientos y desnutridos. Tenían cicatrices en la cara, como resultado de las palizas. Algunos tenían cortes en las espinillas como resultado de las torturas con destornilladores. Según este doctor, Menzel era sólo “un saco de huesos”. No podía caminar ni ponerse de pie sin ayuda y hablaba con dificultad porque su lengua y labios estaban partidos. No fue posible tomar la temperatura de su cuerpo, ya que no pasaba de los 35º y el termómetro empezaba a partir de esa temperatura.
El prisionero estaba confuso, ansioso y sufría pérdida de memoria, sus pulmones estaban seriamente infectados y su presión sanguínea peligrosamente baja. Sólo tras lavarle, alimentarle y calentarle con lámparas, su temperatura corporal llegó a los 36.3º, pero el doctor consideraba muy bajas sus posibilidades de supervivencia.
Otro prisionero fue Heinz Biedermann de 20 años, un oficinista que fue arrestado en Octubre de 1946, porque se hallaba en la zona británica, mientras su padre, que vivía en Stendhal en la zona soviética, era identificado como un ardiente comunista. En el momento en que fue trasladado desde Bad Nenndorf cuatro meses después, había perdido mucho peso. Dijo que había sido confinado en solitario la mayoría del tiempo, amenazado con ser ejecutado y forzado a vivir y dormir en temperaturas bajo cero con apenas ropa. Un guardia británico le dijo a Hayward que Biedermann se “consumía como una vela” durante su encarcelamiento. Otro guardia, le dijo al inspector que se había quejado de que él y sus camaradas se comportaban tan mal como los alemanes. No sólo no sirvió de nada la queja, sino que se hizo muy impopular en la cárcel y el su sargento no hizo ningún caso. Cuando se iba a trasladar a Biedermann al campo de internamiento desde la cárcel, un oficial solicitó que no se hiciese para prevenir que le diese a los soviéticos “información detallada de sus métodos para interrogar”

Los datos del Foreign Office indican que el oficial de marina al mando del campo de internamiento, el capitán Arthur Curtis, estaba asombrado por las condiciones de los hombres que le habían enviado, que ordenó realizar las fotografías para apoyar sus quejas sobre el trato sufrido por esos “esqueletos humanos”. Las fotografías de otros prisioneros tomadas también en esos momentos, parece que se han desvanecido de los archivos del Foreign Office. También en la zona británica, un oficial de artillería se quejaba del estado de los internos de Bad Nenndorf que llegaban en camiones al hospital militar. Estaban consumidos y dos murieron al poco de llegar.

Se sabe que hubo otras prisiones militares con prisioneros ex-soldados en varios lugares de Alemania e incluso en el ¡centro de Londres!. Las consecuencias tras las denuncias en la época fueron mínimas.

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