domingo, 28 de diciembre de 2014

LA GUERRA JUSTA Y SU LADO OSCURO (Editado originalmente el 29/1/2012)

Estaremos todos de acuerdo en que la II Guerra Mundial es percibida y ha sido presentada siempre como una guerra moralmente justificada y de largo, el conflicto paradigmático de la llamada “Guerra Justa”. Es comprensible ya que siempre se nos ha dicho que fue una guerra de defensa contra unas naciones agresoras, con unos crímenes horrendos más allá de la capacidad humana de comprensión.

Sin embargo y a pesar de ello, después de casi 70 años del final de la guerra, investigadores e historiadores que han seguido otra senda histórica y otras reflexiones de lo que pudo pasar entonces, nos ofrecen un cuadro que no encaja con esa claridad moral con que nos han abrumado oficialmente. Creo que el reto que se plantea cuando se hacen esta consideraciones está dividido en dos partes: por un lado el honor y el respeto que merecen los millones de soldados y civiles que perdieron la vida en la guerra y por el otro un acercamiento al conflicto mucho más entendible y ajustado a lo que de verdad pasó y sus motivaciones. Creo que es básico actuar así. Sobre todo porque los contendientes ya sean los victoriosos o los vencidos, tienden a mitificar sus recuerdos de la guerra

Cada contendiente de esa terrible guerra, seguía unas directrices políticas y unos principios morales determinados. Esto ha generado agrios enfrentamientos y discusiones de todo tipo. Por ello, el buscar el equilibrio entre las posturas nos puede ayudar a entender qué sucedió en un periodo tan convulso y que aún arrastra o es la raíz de lo que hoy sucede. Por ejemplo, hay dos asuntos clave de la II Guerra Mundial que nos dejan ver clara esa complejidad que comento y que han hecho que muchos estudios históricos estén sesgados o llevados a un terreno no adecuado.

1) La raza como factor: en el contexto de la guerra la palabra “racismo” dispara al instante la asociación con el nazismo y los campos de concentración. Sin embargo y eso es un hecho histórico inapelable, el racismo existió en cualquier lugar del mundo desde el siglo XIX hasta principios de los años cuarenta del siglo XX. Hubo muchos tipos de racismo y orígenes del mismo y diferentes formas de actuar ante él. Hay muchos ejemplos: los soldados norteamericanos negros que se amotinaban, recibían un trato de segunda clase en el ejército; las mujeres coreanas que eran forzadas a la prostitución por los japoneses; japoneses de nacionalidad norteamericana internados en campos de concentración en Estados Unidos; la elevada tasa de mortandad entre los prisioneros ingleses en los campos de concentración japoneses que eran tratados como subhumanos y que era seis veces superior a la de los campos alemanes o italianos. Evidentemente, estos casos y muchos más no pueden ser puestos en el mismo saco, pero en todos subyace el racismo y el odio por la diferencia racial que era el principal motivo de lo que se hacía. 
 
2) La guerra convertida en barbarie: cuando Japón bombardeó a civiles chinos hacia finales de los años treinta, los americanos e ingleses pusieron el grito en el cielo y hablaron de ultraje. Según los biógrafos de FD Roosevelt, éste se sintió profundamente consternado por esa atrocidad y adquirió una actitud mucho más hostil y comprometida contra Japón. Inglaterra y Estados Unidos denunciaron de forma vehemente a Japón. Sin embargo, si nos trasladamos a pocos años después ¿qué vemos? Dresde, Hamburgo, Tokyo, ciudades enteras en las que una gran parte de su población civil fue incinerada con bombardeos despiadados día y noche. Se convirtió en rutina. Por ejemplo, en el bombardeo de Tokyo durante la noche del 9 de Marzo de 1945, se utilizaron bombas incendiarias M-47 “Sabíamos que íbamos a matar a gran cantidad de mujeres y niños” dijo después el general de la fuerza aérea Curtis LeMay “Debía hacerse”. Esa noche murieron 90.000 personas, la gran mayoría civiles.

Sin duda y en diversos grados diferentes, este fenómeno brutal afectó a todos los participantes en la guerra: los actos atroces caracterizaron el curso normal de la guerra y no sólo en el Eje, como siempre se nos ha dicho e insistido, sino también entre los países que llevaban a cabo la guerra defensiva, la “Guerra Justa”. El abandono de marinos de barcos hundidos por el atacante, sobre todo por los aliados, ya que Alemania no lo hizo hasta que sus submarinos fueron atacados en superficie por aviones mientras rescataban a los marinos del barco recién hundido, fue moneda común en la guerra marítima. La práctica americano-japonesa de mutilar partes del cuerpo de los cadáveres como trofeo fue práctica habitual en el Pacífico o colocar soldados prisioneros como protección de un carro de combate fue utilizado por los aliados en Normandía, ante los ataques inesperados y emboscadas de las tropas alemanas en el “bocage” normando y muchos más. Todo ello está documentado rigurosamente y hace una diferencia profunda con los conflictos anteriores y marca los venideros. Recordemos la foto reciente de unos marines orinando sobre unos cadáveres enemigos en Oriente Medio, que apareció en la prensa de medio mundo.

Como conclusión, no podemos decir que como que ambos bandos cometieron actos atroces, ambas partes tienen fuerza moral. Esto es lo que trató de decir Göring infructuosamente en Nuremberg. Se debe distinguir en la causa, el efecto, el contexto de la acción, otras posibilidades, etc., para poder hablar del aspecto moral. Creo que la “Guerra Justa” es un concepto muy complicado y utilizado en todos los casos por el vencedor para convencernos de algo tan viejo como “El fin justifica los medios”

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