Sigo con estos artículos sobre la guerra soviético-alemana. Creo que hay
muchos capítulos por descubrir y sacar a la luz. Los medios del sistema están
callados y “si no sale por la tele, no existe”. Esa es la máxima de la élite
que gobierna y que pensemos poco o nada (mejor). Y dentro de este capítulo hay
una parte importante que es la variante económica del conflicto gigantesco que
hubo en las interminables estepas rusas. La política de “Tierra Quemada”
iniciada por los rusos en su retirada ante el empuje alemán, tiene esta
connotación económica medible de muchas maneras: económica, militar,
demográfica, etc.
Pero veamos la historia y los hechos. El Tratado de No Agresión entre la Unión
Soviética y Alemania, o Pacto Molotov-Ribbentrop, firmado el 23 de Agosto de
1939 en Moscú, daba lugar a las siguientes divisiones territoriales como
consecuencia del mismo: Estonia y Letonia caerían en la esfera soviética,
mientras que Lituania lo sería en la alemana.
Desde Lituania habría una línea
de demarcación que iría hacia Prusia del este y de allí por los ríos Narev,
Vístula y San hacia los Cárpatos. Tras la caída de Polonia, el gobierno
soviético inició inmediatamente una fuerte presión sobre Alemania con el
objetivo de revisar el tratado que he mencionado. Para mantener la paz y evitar
conflictos innecesarios, Hitler acordó un segundo tratado llamado Acuerdo de
Fronteras y Amistad del 28 de Septiembre de 1939, por el cual Alemania
retiraría su interés sobre gran parte de Lituania, a cambio de un área entre
los ríos Vístula y Bug, con una población de 3.5 millones de personas,
incluyendo unos 300.000 judíos.
Esta zona que Hitler solicitaba a cambio, fue ocupada por los soviéticos
durante unos pocos días. Pero antes de retirarse, el Ejército Rojo robó todas
las provisiones de alimentos, animales de granja y ganado. Como resultado, los
alemanes tuvieron que llevar cantidades enormes de comida para evitar la muerte
por hambre de los campesinos y la población rural. Creo que esto tenía que
haber sido un aviso y una lección para los alemanes, pero no lo fue. Tenían que
haber sido conscientes de a quien tenían delante y con quien podría enfrentarse
un día.
Mientras Alemania estaba enzarzada en la campaña en el oeste desde el 10 de
Mayo hasta el 24 de Junio de 1940, La Unión Soviética ocupó todo el territorio
de Lituania entre el 16 y 22 de Junio, siguiendo el ultimátum del 15 de Junio,
es decir incluyendo incluso la porción que quedaba bajo la esfera alemana de
interés según el tratado. Esta ocupación, no sólo constituyó una gruesa
violación de los tratados soviético-alemanes, sino también del Tratado de
Asistencia Mutua Soviético-Lituana, del 10 de Octubre de 1939. El gobierno
alemán no fue consultado ni informado de está acción soviética, como estipulaba
el tratado. La región de Bukovina, perteneciente a Rumania, que estaba fuera de
lo acordado de la esfera de intereses soviéticos, también fue ocupada por los
comunistas, a pesar de que en este caso los soviéticos presionaron a los
alemanes para que diesen su “consentimiento” en un plazo cortísimo de 24 horas,
antes de la ocupación. Prácticamente una política de “hechos consumados”.
Me gusta explicar esto ya que no está en la corriente histórica oficial, no
suele hablarse de ello o se cita muy de pasada sin la menor importancia y desde
luego, la tuvo. Estos movimientos comunistas demuestran la determinación por la
cual Rusia eliminaba las ventajas estratégicas alemanas, mientras incrementaba
las suyas. También demuestran que Alemania no tenía objetivos militares
definidos contra la Unión Soviética, ya que de otra forma no se puede entender
y resulta inconcebible que le tolerasen a los rusos el usurparles la
estratégica y valiosa Lituania que era la puerta natural hacia Leningrado y
Moscú.
Frente al masivo incremento y amenaza de la potencia militar soviética en
toda la línea de demarcación resultante del tratado germano-soviético y las
demandas de ampliación y concesiones geográficas, Alemania invadió la Unión
Soviética el 22 de Junio de 1941. Los soviéticos comenzaron a ejecutar a los
prisioneros de guerra alemanes capturados tras un corto interrogatorio. Existen
numerosas órdenes que acreditan lo que digo. El Militärgeschichtliche
Forschungsamt (Instituto de Investigación Histórica Militar), que no es
conocido por su apoyo pro-alemán, indica que el porcentaje de los soldados
alemanes capturados que murieron en cautividad entre los años 1941/42 y está en
el 90 a 95%.
Además de esta política con los prisioneros alemanes, a los pocos días de
comenzar las hostilidades, el Comité Central del Kremlin redactó órdenes al
efecto de que sólo se debía dejar al enemigo “tierra quemada”. Cualquier cosa
de valor se ordenó que se destruyese, sin tener en cuenta las necesidades de la
población civil que quedase atrás. Con este objetivo, se enviaron para su
realización batallones especiales de demolición. El instituto alemán que he
citado antes comenta que “Desde muy al principio de la guerra, Stalin y los
líderes de la URSS mostraron con esas medidas que el conflicto armado con
Alemania era de un carácter totalmente diferente que las históricas “guerras
nacionales europeas”.
Las medidas tomadas por la URSS entre 1940 y 1942 trataban no sólo del
esfuerzo de guerra soviético, sino dañar al enemigo alemán incluso al coste de
muchas pérdidas humanas entre la población civil soviética. La estrategia de
“tierra quemada” incluía la deportación de millones de hombres, mujeres y
niños, la reubicación y re-establecimiento de miles de fábricas, la retirada de
prácticamente todos los trenes, la eliminación de los depósitos de materia
prima, llevarse toda la maquinaria agrícola, ganado y grano, la destrucción
sistemática, incendio y explosión de incontables infraestructuras, almacenes de
todo tipo, fábricas, minas, áreas residenciales, edificios públicos, archivos
públicos e incluso monumentos culturales. También incluía la hambruna
intencional de la población civil que quedaba tras la ocupación alemana, para
que fuese un problema añadido al avance alemán.
Fue básicamente una política que, sin escrúpulos, utilizó a la población
civil como peones estratégicos. La extensión y tiempo de esta acción está
confirmada por muchas fuentes por lo que no hay diferencias de opiniones. Está
muy clara. Lo que resulta extraño es lo escasamente conocido o publicado en
trabajos y libros. Hasta ahora, esta política no ha sido analizada en la
importancia que tiene y merece un trabajo con lupa para identificar la parte
responsable del conflicto, ni que haya apreciado las dificultades alemanas en
seguir la lucha por líneas establecidas y civilizadas, en vez de citar sólo las
reclamaciones de la brutalidad alemana en Rusia, ni la potencialidad del
presunto genocidio alemán sobre los judíos soviéticos o sobre los eslavos
soviéticos.
Mucho antes del estallido de la guerra entre Alemania y la Unión Soviética,
Stalin había empezado a prepararse para una futura guerra en Europa cuando
empezó a desarrollar la industria pesada en los Urales y la Siberia Occidental.
Todo esto ya se inició con el Primer Plan Quinquenal de 1928. Sus planes eran a
largo plazo. A principios de los años 30, ya había anunciado su determinación
de alcanzar a los países más avanzados militar e industrialmente hablando y
todo ello no más allá de 1941, el mismo año que Stalin tenía previsto, según
numerosas fuentes incluso rusas, atacar a Alemania.
Con la ayuda de miles de ingenieros y expertos de Europa y Norteamérica, el
núcleo de la industria de armamentos soviética se instaló en la región donde
Europa se encuentra con Asia. Millones de ciudadanos soviéticos fueron
sacrificados sin piedad para lograr el objetivo de la supremacía militar
soviética. La región industrial de los Urales fue cubierta de una tupida red
de centrales eléctricas y de energía. En 1940 esta zona casi despoblada,
con solo el 1% del total de la población rusa, generaba 4 millones de KWh y
permitía aumentarlo. Si lo comparamos con el territorio ocupado por los
alemanes en Rusia, los llamados Territorios Ocupados del Este, no producían en
conjunto más de 10 millones de KWh a pesar de que representaba más del 40% del
total de población rusa. En otras palabras, en base a la renta per capita la
disponibilidad de energía eléctrica en la región de los Urales era cuatro veces
mayor.
En preparación al conflicto que se avecinaba, se levantaron nuevas fábricas
en sustitución de las existentes a todo lo largo de los Urales del Sur y la
Siberia Occidental con el objetivo de que se pudiese alojar rápidamente la
maquinaria de los territorios que Alemania pudiese amenazar en esa guerra
prevista. Se implantó una red de ferrocarril más allá de las necesidades de la
escasa población de la zona, que se fue aumentado hasta justo el inicio de las
hostilidades.
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