Es curioso que antes del inicio de la II Guerra Mundial los que luego resultarían vencedores de la contienda, ya tenían planes para Alemania, que contenían violaciones de la llamada Ley de Naciones. Además de los proyectos de desmilitarización y desnazificación, también había planes para la destrucción o expulsión de alemanes de territorios que habían habitado durante siglos. Por ejemplo, la expulsión de tres millones y medio de alemanes-sudetes se había propuesto en 1938, por el que más tarde sería el presidente checo Edvard Benes, es decir, un año antes del inicio de la guerra y no fue el primero en proponer algo así.
Durante el congreso Pan-Eslávico que se celebró en Praga en 1848, se tomó la decisión de que no solo los alemanes-sudetes, sino todos los alemanes étnicos al este de la línea Trieste-Stettin deberían ser expulsados. En el verano de 1917, Benes y el presidente Kramá, entregaron a los aliados un memorandum en el cual solicitaban la desmembración de Alemania y la incorporación de vastos territorios del Imperio Alemán y Austro-Húngaro para la Checoslovaquia que iba a formarse.
Esos proyectos que violaban la Ley de naciones no eran sólo los sueños extravagantes de políticos comunistas o pan-eslávicos: eran la política oficial de gobiernos nacionales. El preámbulo de la Carta Atlántica, garantizaba expresamente a Checoslovaquia que con la firma del documento, la expulsión de los alemanes no se podría impedir. En Septiembre de 1942, Benes irónicamente presidente del Partido Nacionalsocialista que tras la guerra renombró como “Socialista Popular”, recibió el apoyo para su plan del gobierno británico. Londres comunicó que no tenía inconveniente en la deportación de los alemanes-sudetes, una población que había habitado en esas tierras tanto tiempo como los mismos checos.
En Mayo de 1943, Benes recibió una comunicación similar de Roosevelt y en Junio de 1943 otra de Alexander Bogomolov, desde la oficina soviética en Londres. De hecho, los checos y especialmente Benes no querían una supervisión internacional para desgermanizar Cecoslovaquia o criterios de derechos humanos. Tras la guerra, ya no fue necesario que los checos de actuasen a escondidas y dijeron públicamente sus sangrientas intenciones. El 31 de Mayo de 1945, el periódico checo Slovo národa, decía: “No se permitirá a los ciudadanos de origen germano mezclarse con la población checa”.
Incluso en Polonia soñaban con un expansionismo fantasioso que llegaba a Stettin e incluso ¡Berlín! Y eso mucho antes de Septiembre de 1939. El programa oficial de la Marca Oeste Polaca contenía la frase: “la frontera natural de Polonia es el oeste del Oder”. En un aviso para la preparación del festival de Grunwald en recuerdo de la batalla de Tannenberg en1410, se decía: “Recuperaremos lo que los alemanes nos quitaron en el ¡Elba, el Oder y el Vístula!. El presidente del Sindicato Agrícola de la Gran Polonia, Stanislav Mikolajczyk, dijo el 21 de Junio de 1939: Uno debe entender claramente que Polonia no conocerá la paz hasta que esté ubicada en el Oder”
El 20 de Julio de 1939, el semanario "Naród w Walce" proclamó que Danzig debía “ser polaco” y pedía que Alemania entregase el territorio de Prusia Oriental a Polonia. Durante la guerra, Polonia recibió un apoyo similar al de Checoslovaquia. Churchill veía la ocupación de Prusia Oriental por los polacos y la consecuente expulsión de los alemanes con ecuanimidad. En la conferencia de Teherán admitió el imperialismo polaco diciendo. “Creemos que Polonia, incuestionablemente, debe ser satisfecha a expensas de Alemania”
Catorce meses antes, en la conferencia de Yalta, Churchill confesó que había mucha gente preocupada en Inglaterra pensando en la deportación, pero que él no tenía ese problema. Desde su punto de vista, seis o siete millones de alemanes ya habían muerto y, al menos, otro millón o millón y medio morirían antes del final de la guerra. Estas ideas eran propagandísticas, pero eran las ideas en aquel momento del Primer Ministro Británico. En la 4ª sesión de la conferencia de Yalta el 7 de Febrero de 1945, Churchill reforzó su concepto anti-humano declarando que él “No proponía el detener la destrucción de los alemanes” Una semana después se producía el terrible bombardeo de Dresde.
No debemos olvidar que Churchill, que preparó el enfrentamiento con Alemania durante más de cuatro décadas de su vida, fue homenajeado en la República Federal Alemana como un “Gran Europeo”. En Mayo de 1956 recibió el premio Karl en Aachen, un premio alemán para todos aquellos que “sirvieron al movimiento europeo”. Este premio a Churchill solo puede ser visto como una aberración. Algunas décadas después de la muerte de Churchill, algunos líderes alemanes parecían no haber aprendido nada de la historia: en 1999, el ministro de defensa alemán, Rudolf Scharping tuvo la gloria dudosa de que, cuando el ataque de la OTAN a Serbia, propuso renombrar las bases alemanas del ejército que llevaban nombres de generales de la Wehrmacht, Rommel por ejemplo, como Cuartel Winston Churchill...
Volviendo a la pregunta inicial ¿qué se debe hacer con Alemania?: justo al terminar la conferencia de Casablanca, del 14 al 25 de Enero de 1943, el presidente Roosevelt causó sensación cuando dijo: “La paz sólo vendrá al mundo con la total eliminación del poder militar alemán y japonés. La eliminación del poder militar alemán, japonés e italiano quiere decir la rendición incondicional de Alemania, Japón e Italia. Esto quiere decir asegurar razonablemente la paz futura en el mundo”.
Esta declaración sólo demostró una cortedad de visión que sólo ayudó a prolongar la guerra con más fiereza, y que además se rompió la posibilidad de un tratado de paz. Con esta declaración de “guerra total, para la paz total”, se rompió cualquier posibilidad de un final diferente. El gobierno alemán entendió que cualquier esfuerzo diplomático por la paz era inútil. Alemanai estaba con la espalda contra la pared y aplicó el lema de “victoria o muerte”, con toda su potencia industrial para la guerra. De hecho, siempre he creído que la victoria alemana o era del todo imposible. La tecnología alemana iba muy por delante de la de los aliados y ya en el 15 de Octubre de 1942, el Alto Mando alemán ya tenía un grupo trabajando la energía atómica para diversas aplicaciones.
Como consecuencia del avance tecnológico alemán y del inmenso número de patentes y desarrollos muy avanzados, el servicio de inteligencia del Mando General de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos descubrió que los alemanes preparaban una ofensiva con cohetes a nivel mundial y para Inglaterra en particular, que podía haber cambiado el curso de la guerra.
La altísima motivación de los alemanes por luchar por la victoria final, hizo que los aliados pensasen en diversas medidas sobre el pueblo alemán una vez hubiesen conseguido la victoria. El 23 de Febrero de 1944, en un debate en el House of Commons inglés, el ministro de Asuntos Exteriores Anthony Eden confirmó que Alemania no podría reclamar el ser tratada de acuerdo a la Carta Atlántica, por ejemplo no podría impedir que las fuerzas victoriosas hiciesen “correcciones territoriales” a costa de Alemania. El 22 de Abril de 1944, Churchill confirmó la cuestionable intención de que no acuerdo o tratado desuniría a los aliados tras la rendición de Alemania. Churchill insistió que la Carta Atlántica no sería una base legal para el tratamiento de Alemania y que los cambios territoriales y correcciones en las fronteras no serían excluidas. Ningún argumento sería aceptado y por ello la rendición incondicional querría decir que los vencedores tenían las manos libres para actuar a su antojo.
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