Siguiendo con los temas técnicos y científicos de la Alemania de
Hitler, antes y después de la guerra, es necesario hablar de la persona
que llevó a cabo los proyectos más arriesgados y adelantados. Se trata
del Dr. Ing. General SS Hans Kammler, una de las personas menos
conocidas y más influyentes del III Reich desde Julio de 1944 hasta el
final de la guerra.
El general Kammler nació en Stettin (hoy Polonia), al norte de
Alemania el 26 de Agosto de 1901. Sirvió en la I Guerra Mundial y tras
la guerra se alistó en el Rossbach Freikorps. Estudió ingeniería en la
Technische Hochschule der Freien Stadt Danzig y más tarde en Munich,
donde obtuvo el doctorado en Noviembre de 1932. Antes, en Febrero de ese
mismo año, se afilió al NSDAP. El 20 de Mayo de 1933 se incorporó a las
SS.
Kammler, al margen de otros trabajos militares en relación a su especialización en ingeniería, fue un especialista en construcciones y fábricas subterráneas a pruebas de ataques aéreos. Impresionó siempre a sus superiores por su habilidad en cumplimentar antes los plazos establecidos de construcción, logrando escalar en el mundo de la ingeniería militar y en la Luftwaffe y las SS. Se puede decir que las SS y Kammler subieron de forma meteórica en paralelo, con lo que ambos fueron ganando poder en el III Reich. Este traspaso de poder tuvo su culminación tras el atentado de Hitler en Rastenburg el 20 de Julio de 1944. A partir de ese momento, todos los proyectos militares secretos pasaron a manos de las SS y concretamente del general Kammler. Hitler sólo confiaba a partir del atentado en las SS.
Hasta ese momento Kammler y su División de Trabajo C, estaba
trabajando a fondo en enterrar y ocultar las fábricas ante los continuos
ataques aéreos. Construyó innumerables instalaciones bajo tierra,
muchas de las cuales son todavía desconocidas e inexploradas. Para
realizar todo esto, Kammler contó y dirigió una fuerza de trabajo
forzada estimada en 14 millones de trabajadores. Kammler se había
convertido en la tercera persona más importante de las SS tras Himmler y
el General SS Oswald Pohl. A partir de Julio, Kammler se dedicó
totalmente a los proyectos secretos militares, con especial énfasis al
principio, en los misiles y aviones a reacción aunque su influencia ya
llegaba más lejos que esos simples proyectos. Kammler estaba llamado a
llegar mucho más lejos. Era una gran responsabilidad incluso para
alguien como Kammler, pero éste lo resolvió al igual que otros retos
anteriores: con organización y creando un “think-tank” o “tanque de
ideas”, es decir un moderno centro de investigación y desarrollo.
Kammler no escogía a sus científicos en función de su fe política, sino
de su capacidad técnica. Era muy pragmático, teniendo claros sus
objetivos y cómo conseguirlos. Su grupo se denominó Kammlerstab.
Su equipo técnico tenía el objetivo de desarrollar ideas que pudieran
hacer ganar la guerra e investigar esas ideas hasta su consecución
práctica, lo antes posible. Todo ello coordinando el proceso productivo
de la idea, con una empresa adecuada y su traslado final al frente.
Podemos imaginar que al final de la guerra el Kammlerstab manejaba los
proyectos más avanzados del mundo en aquel momento. Es evidente que una
estructura de investigación como esa requería trabajar con tranquilidad y
seguridad, además de maquinaria y laboratorios para realizar su tarea.
Kammler encontró todo eso en la fábrica Skoda de Pilsen, en el entonces
Protectorado Alemán de Bohemia y Moravia, en lo que luego fue La
República Checa. Era una zona tranquila, alejada del frente y que no
sufrió bombardeos. La fábrica Skoda era conocida por su excelente
artillería, aparatos de óptica de precisión y la construcción de
tanques. La supervisión de los trabajos estaba en manos alemanas, aunque
trabajaban muchos checos altamente cualificados. Kammler hablaba checo,
lo cual era una ventaja y allí encontró el lugar ideal para trabajar
sin descanso hasta el final de la guerra.
También la seguridad era necesaria por las implicaciones de los trabajos desarrollados y Kammler logró establecer un sistema de seguridad que jamás fue roto por los servicios de inteligencia americanos, ingleses o rusos, que creían saberlo todo de los alemanes (sobre todo gracias al almirante Canaris). Kammler fue capaz de crear una cortina de humo sobre su persona y su equipo utilizando una triple muralla de contra-inteligencia. Había tres divisiones de contra-inteligencia trabajando en el Kammlerstab: la militar, la política y la industrial. Fue tal su éxito que cuando los aliados avanzaban sobre Alemania en la primavera de 1945, nadie preguntó sobre el general Kammler o el Kammlerstab. Ni rusos, ni americanos. Al acabar la guerra, se dieron cuenta de quien había sido el Dr SS general Kammler.
Para que imaginemos lo importante que fue Kammler que el 13 de
Octubre de 1945, más de cinco meses después del final de la guerra en
Europa, la embajada francesa en Praga, notificó al Ministro de Asuntos
Exteriores checo que un oficial SS detenido en un campo de concentración
francés, les había dado la información de que un gran volumen de
información técnica secreta se hallaba escondida cerca de Praga. El
escondite en cuestión era un túnel donde 32 cajas llenas de
documentación y microfilms, habían sido ocultadas allí al acabar la
guerra y la entrada sellada con explosivos. Los franceses ofrecieron su
intermediación en la información facilitada por el oficial SS llamado
Gunther Achenbach. Pero la delegación francesa en Praga nunca recibió
respuesta de los checos sobre este asunto. De alguna manera misteriosa,
los norteamericanos conocieron esta información.
Aunque parezca mentira, el 13 de Febrero de 1946 los americanos
montaron una incursión militar en territorio checo, que estaba bajo la
esfera y control soviético, consiguieron esta documentación secreta
alemana y regresaron rápidamente a la Alemania ocupada. Como es de
suponer, los checos montaron en cólera y pidieron a los americanos no
sólo que se excusasen por su proceder, también les pidieron que
devolviesen lo sustraído de su territorio. Los americanos lo hicieron,
pero seguramente no devolvieron aquellos documentos de material
importante o decisivos por los cuales se montó la operación. Seguramente
era información perteneciente al Kammlerstab. A esas alturas todos
sabían quien era Kammler y su grupo.
Como remate, también existe la declaración del prisionero de guerra
Kurt Kreutzfeld, interrogado por el subcomité de inteligencia, informe
142, pag. 4, donde se muestra la enorme cantidad de microfilms
ultra-secretos que había. Este prisionero dijo que “Se montó una agencia
especializada en Berlín para microfilmar documentos técnicos y
políticos, bajo el control del Oberst Sauer, que tenía su oficina en el
88 de la Potsdamerstrasse. estaba bajo el control de Speer, pero
también hacía copias de documentación SS. Tras los primeros bombardeos
pesados de 1943, se decidió trasladar los microfilms a varios puntos
dispersos de la geografía alemana, en especial el sur.
El general
Hermann y el Oberst Diesing de la Luftwaffe fueron los responsables del
traslado. Manfred von Brauchistch fue el encargado del transporte. Estas
personas conocen lo localización de uno o más puntos donde está oculta
esta información”. Incluso hoy, un testigo afirma que dos toneladas y
media de esta información secreta todavía está en manos de ex-SS y
personas afines. ¿Habría información del Kammlerstab?
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