Esta solicitud algo inusual a sus hombres había sido la consecuencia de una
llamada telefónica que recibió durante la reunión en Berlín del general
Friedrich Olbricht, creía recordar. Le solicitó una de sus compañías para una
misión especial. Esta solicitud que rechazó explícitamente, señalaba que
había interés en dispersar a sus fuerzas. Tras la reunión con sus hombres,
recibió dos informes que le inquietaron.
El primero era del primer teniente Dr. Hagen, miembro de su equipo, que le
informó que mientras iba hacia los cuarteles, había visto al Mariscal de Campo
Brauchitsch, con su uniforme al completo, conduciendo su coche por las calles
de Berlín. Esto era raro ya que el Mariscal de Campo ya estaba retirado del
servicio activo. Dadas las circunstancias, su presencia en uniforme parecía
algo destacable. Más tarde quedó claro que el oficial que había visto el Dr.
Hagen no podía haber sido Brauchitsch. Probablemente era uno de los
conspiradores.
El segundo informe desconcertante era el del Teniente Coronel Wolters, que
había sido agregado a su regimiento como oficial de enlace por el Centro de
Mando. Le dijo que no creyese que él estaba ahí como chivato. Esa aclaración
era algo que estaba fuera de lugar y nadie había pedido. No sólo era
incongruente y molesto, despertó precisamente la sospecha que trataba de
evitar: allí pasaba algo. La reunión que tuvo con sus oficiales había
despertado los recelos de Wolters. Y para evitar responsabilidades,
sencillamente se fue a casa, algo totalmente inconcebible para un oficial en
servicio activo.
Remer tenía sus dudas de que lo que le había explicado el general von Hase
se ajustase a los hechos. También dudaba de otra versión de la historia según
la cual las SS habían asesinado a Hitler. Estas dudas le convencieron de que
tenía que determinar los hechos por sí mismo. Decidió llamar a todos los
puestos de mando que pudo. Era un reconocimiento básico, algo que podía hacer
cualquier oficial antes de encomendarse a sus tropas. No es necesario decir que
este tipo de pensamiento y acción es algo totalmente diferente a lo que dicen
los que denigran al Reich y su obediencia ciega de los militares, como si
fuesen robots. Entre otras cosas, decidió enviar al Primer teniente Dr. Hagen,
que se había presentado voluntario, al Comisionado de Defensa del Reich en
Berlín, Dr. Goebbels. El Dr. Hagen había trabajado con el Dr. Goebbels en el
Ministerio de Propaganda, y Remer consideraba que si despachaba con Goebbels,
le llegaría información de primera mano sobre la situación militar y política.
Como consecuencia de sus dos cargos, Ministro y Comisionado, Goebbels también
era el jefe de la División “Grossdeutschland” en Berlín, que la formaban
soldados de todas las provincias del Reich.
Una hora y media después de haberse dado la orden “Valkiria”, su regimiento
ya en orden de combate, se desplazó hasta las zonas que debían ser selladas
según las órdenes. Las unidades de guardia normales como la del Memorial de
Guerra o la del Bendlerblock, se mantuvieron en sus puestos. A las 16:15, el teniente
Arends, el oficial en jefe en Bendelerbock, le dijo a Remer que se le había
ordenado sellar todas las entradas al edificio. Un tal Coronel Mertz von
Quirnheim, al que Arends no conocía, le había dado esa orden. También Arends
había recibido la orden del general Olbricht, de que abriese fuego a cualquier
unidad SS que se aproximase.
Tras inspeccionar personalmente a sus tropas en sus nuevas posiciones, sobre
las 17.00 Remer regresó una vez a ver al Comandante de la Ciudad, general von
Hasse, para informarle de que había llevado a cabo sus órdenes. A esa hora se
le dijo que trasladase su puesto de mando al Centro de Mando de la Ciudad,
justo detrás del Memorial de Guerra. Remer ya había montado su puesto de mando,
bajo el teniente Gees, en el cuartel de Rathenow, con el que mantenía contacto
telefónico. Luego, von Hase le dio otra misión adicional: sellar completamente
un bloque de edificios al norte de la estación de tren de Anhalt, mostrándole
el punto en el mapa de la ciudad.
Tal como llevaba a cabo las órdenes, se dio cuenta que el bloque designado
de edificios era la Oficina Central de Seguridad del Reich. Lo poco claro, sin
mencionar la decepción, de esta orden sin sentido sólo reforzó sus sospechas.
Se preguntaba por qué no se le había dado la orden de poner una guardia
simplemente en la Oficina Central de Seguridad del Reich. Evidentemente, Remer,
sin discusión iba a llevar cabo incluso esa orden. Así, en su tercera visita al
General von Hase, le preguntó directamente “Herr general, por qué recibo ordenes
tan extrañas? ¿Por qué no se me ha dicho que vigile simplemente la Oficina
Central de Seguridad del Reich?” von Hase estaba nervioso y excitado. N
siquiera respondió a las preguntas de Remer. Alguien puede preguntarse cómo un
joven oficial como Remer podía tomarse esas libertades con un general, pero ha
de entenderse que esos jóvenes oficiales estaban endurecidos en el combate,
eran líderes en la lucha y no tenían demasiado respeto por los oficiales que se
pavoneaban en la retaguardia, lejos del peligro
Mientras estaba en el despacho de von Hase, escuchó una conversación entre
el general y el primer oficial de su estado mayor, de que Goebbels había sido
arrestado y que su custodia iba a pasar a él. Remer consideró que era un deber
desagradable ya que intentaba contactar con Goebbels a través del Dr. Hagen.
Remer saltó de su asiento y le dijo al General von Hase “Herr General, creo que
no soy la persona para esa misión. Como usted sabe, he estado con la División
“Grossdeutschland” y he llevado sus emblemas durante años. Esta misión sería
muy poco caballerosa para mi, por lo que usted sin duda ya sabe el Dr. Goebbels
por su capacidad como Gauleiter de Berlín, es al mismo tiempo el jefe de la
“Grossdeutschland”. Hace sólo dos semanas hice un discurso ante él como nuevo
comandante del Regimiento de Guardia. Por ello, considero inapropiado que yo,
en particular, reciba la orden de arrestar a mi jefe”. Posiblemente von Hase
simpatizó con sus argumentos y ordenó entonces que la policía militar arrestase
al Dr. Goebbels y lo mantuviese bajo su custodia.
Sobre las 17:30 el teniente Dr. Hagen pudo al final reunirse con el Dr.
Goebbels en su residencia privada en el nº 20 de la Hermann Göring Strasse,
junto a la Puerta de Brandenburgo, tras haber intentado en vano verle en el
Ministerio de Propaganda. Goebbels no tenía ni idea del peligro que corría.
Sólo después de que el Dr. Hagen le señalase los vehículos de la guardia que
pasaban por allí, Goebbels empezó a ser consciente de la situación. Exclamó
“¡Eso es imposible! ¡Qué debemos hacer!” a lo que el Dr. Hagen sugirió “Lo
mejor es que convoque a mi comandante aquí” Goebbels le preguntó “¿Su
comandante es de total confianza?” el Dr. Hagen le dijo sin dudar “¡Daría mi
vida por él!”.
Remer salió de la Oficina del Comandante de la Ciudad, y por fin vio la
situación clara tras el contacto del Dr. Hagen con Goebbels. El Dr. Hagen había
regresado conduciendo hasta el cuartel, dio instrucciones a Gees y fue directo
al puesto de mando de Remer que estaba con la guardia reforzada. Para evitar
sobresaltos, no entró en el edificio pero informó a su adjunto el teniente
Siebert y al teniente Buck de la situación, diciéndoles que informasen a Remer
sin demora. El informe decía lo siguiente: “¡Hay una situación completamente
nueva! ¡Es posiblemente un golpe militar! ¡No se sabe nada más! ¡El Comisionado
de Defensa del Reich les pide que vayan a verle lo antes posible! Si no están
en 20‘ asumirá que han sido retenidos a la fuerza. En ese caso, él alertara a
las Waffen SS. Para evitar al guerra civil, ha ordenado a la Leibstandarte, de
permanecer en su puesto".
Cuando Remer supo esto de su adjunto, decidió ver de nuevo al general von
Hase. Aún creía en el general, incluso en ese momento e hizo repetir el mensaje
al teniente Buck de Goebbels, en presencia de von Hase. Remer no quería parecer
un intrigante. Como oficial veterano le gustaba poner todas las cartas sobre la
mesa. von Hase rechazó de forma clara su solicitud de cumplir con la
convocatoria del Comisionado para la Defensa del Reich, Dr. Goebbels y por lo
tanto Remer debía clarificar la situación en interés de todos los interesados.
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