Ayer se conmemoró el 70 aniversario del atentado al Führer en Rastenburg, el
20 de Julio de 1944. Fue la llamada Operación Valkiria y la idea era terminar
con la vida de Hitler, buscar la paz con los aliados y formar un nuevo gobierno.
Ha habido libros, películas, comentarios, tertulias, etc., y sigue siendo un
tema que Alemania analiza en cada aniversario tratando de arrojar luz a lo que
pasó en realidad y a los actores que participaron.
El atentado tuvo lugar en el momento álgido de la batalla de Normandía, la
lucha en Italia y el avance soviético hacia Polonia. Muchos de los
participantes fueron juzgados y ajusticiados, alguno logró escapar y el golpe
no obtuvo el objetivo buscado. No voy a entrar en valoraciones sobre los personajes
que llevaron a cabo la acción, pero sí que me gustaría contar con la opinión de
alguien que vivió la situación en Berlín en aquel 20 de Julio. Se trata de Otto
Ernst Remer, que en Mayo de 1944 fue nombrado comandante del Regimiento de la
Guardia “Grossdeutschland” en Berlín.
Otto Remer nació en 1912. Se alistó en el ejército en 1930 y durante la II
Guerra Mundial sirvió como oficial de primera línea en Polonia, los Balcanes y
en la campaña de Rusia. Fue herido en ocho ocasiones y obtuvo la Cruz Alemana
en Oro, la Cruz de Hierro y otras condecoraciones. Es decir, estoy hablando de
un militar alemán de primer orden.
En el caso que nos ocupa, Operación Valkiria, Remer tuvo un papel clave en
hacer fracasar el golpe de Claus von Stauffenberg y otros conspiradores para
matar a Hitler y tomar el control del gobierno alemán el 20 de Julio. Ese día,
uno de los conspiradores Paul von Hase, ordenó a Remer y sus tropas que
sellasen los edificios gubernamentales en el centro de Berlín y arrestasen al
Ministro de Propaganda Joseph Goebbels. Cuando todos pensaban que Hitler había
muerto, Goebbels puso en contacto telefónico directo a Remer con Hitler, que le
ordenó que arrestase a los conspiradores en la capital y acabar con el intento
de golpe. Remer lo hizo rápido y sin coste alguno en vidas.
Promocionado a Coronel, tomo parte en la ofensiva de las Ardenas en
Diciembre de 1944. Fue promocionado a Generalmajor el 30 de Enero de 1945. En
las últimas semanas de la guerra estuvo el mando de una división panzer en
Pomerania. Tras al guerra ayudó a fundar el Partido Socialista del Reich (SRP),
que fue más tarde prohibido. Tras ser sentenciado por un tribunal a prisión por
negación del Holocausto, emigró a España donde murió en el exilio en Octubre de
1997.
Si entramos en más detalle sobre la participación de Remer en Berlín hemos
de conocer un poco cuales eran sus asignaciones en esa posición. Básicamente
era un cargo como recompensa a su extraordinaria carrera militar y sus heridas.
Estuvo sólo 4 meses allí, Valkiria incluida, hasta que solicitó regresar al
frente con sus camaradas. Su misión como comandante fue para trabajos puramente
ceremoniales, salvaguardar el gobierno y la capital del Reich. En aquella época
había más de un millón de trabajadores extranjeros en Berlín y su extrarradio y
siempre se tuvo en cuenta la posibilidad de un levantamiento. Sobre el mediodía
del 20 de Julio, el primer teniente Dr. Hans Hagen, que había sido gravemente
herido en el frente, acabó su charla sobre historia de la cultura frente a los
oficiales y mandos del regimiento. Estaba en su regimiento solo
administrativamente y no como oficial político nacionalsocialista, como a veces
se ha dicho. Remer era el único líder tanto político como militar de la unidad.
Invitó a Hagen a un almuerzo en su oficina del cuartel en Rathenow, junto a
su ayudante el primetr teniente Siebert. Éste, que había perdido un ojo en
combate, fue pastor de la Iglesia Confesional, una rama de la Iglesia
Protestante que se había opuesto a Hitler. Oficiaba cada Domingo en la iglesia
de la Guarnición con el permiso expreso de Remer, a pesar de que él había
abandonado la iglesia. Entre ellos la libertad era la regla de actuación.
En esos días algo así era perfectamente posible, sin repercusiones. De
todas formas, antes de que Remer escogiese a Siebert por su personalidad como
ayudante, éste le confió que mientras fue un SA había entrado en una oficina de
la Gestapo para coger documentos que incriminaban a sus compañeros de la
Iglesia Confesional. Esta confesión le demostró a Remer que Siebert era un
hombre fiable, como demostró.
A principios de la tarde de ese día, el regimiento como todas las unidades
de reemplazamiento, estaban alerta por la palabra clave “Valkiria”, el código
para poner en guardia a las tropas en la capital. Mientras que el regimiento de
Remer puso en marcha las medidas acordadas, él fue convocado mientras estaba en
la piscina. En cumplimiento de sus órdenes condujo su coche rápidamente al
puesto designado para él, el Centro de Mando de la Ciudad de Berlín. Mientras
que otros comandantes de unidad esperaban en la sala de espera, sólo él fue
recibido por el comandante de la ciudad, Mayor General von Hase, que le entregó
las órdenes sobre la situación y su tarea: “¡El Führer ha tenido un accidente
fatal! El desorden civil ha estallado. ¡El ejército ha asumido la autoridad
ejecutiva! Se ordena al Regimiento de la Guardia que concentre una fuerza
potente, reforzada para el contraataque, con la orden de sellar el barrio
gubernamental para que nadie, ¡ni un general o un ministro puedan entrar o
salir! ¡Para ayudarle en el sellado de calles y pasos subterráneos, dispondrá
del Teniente Coronel Wolters a sus órdenes!
Tal como se emitieron las órdenes, Remer estaba extrañado por la
circunstancia de que un oficial joven del Estado Mayor, el Mayor Heissen
asistiese, mientras que el antiguo oficial general al que él conocía
personalmente, estaba de pie, como atontado y visiblemente nervioso. Podemos
imaginar que Remer estaba casi en shock por todas las circunstancias repentinas
que estaba viviendo y por las palabras del general, ya que creía que con la
muerte de Hitler desaparecía un posible giro favorable de la guerra. Remer
preguntó si el Führer estaba realmente muerto y si había sido un accidente o un
asesinato, si habían habido revueltas civiles, etc., ya que él no había visto
nada especial mientras conducía hasta allí por las calles de Berlín. También
preguntó por qué se daba autoridad ejecutiva al Ejército y no a la Wehrmacht,
quien sería el sucesor de Hitler ya que en el testamento de Hitler, Göring era
su sucesor automáticamente. ¿Había emitido Göring alguna orden o proclamación?
Evidentemente, Remer no recibió información detallada alguna, ni respuestas
claras a sus preguntas y la situación se fue volviendo más extraña y él sentía
que algo no era de fiar en todo aquello desde el principio. Cuando trató de
echar un vistazo a los papeles que estaban sobre la mesa, sobre todo para ver
quién había firmado las órdenes, el Mayor Hayessen ostentosamente reunió todos
los papeles y los puso en una carpeta. Mientras volvía a su regimiento pensaba
que Hitler había muerto, reinaba la confusión y que varias personas tratarían
de alcanzar el poder. De todas formas, decidió que en cualquier caso no debería
perder la capacidad de comandar la única unidad militar de élite en Berlín. Su
regimiento estaba formado totalmente por soldados veteranos con condecoraciones
al valor. Cada oficial tenía la Cruz de Hierro. Estaba preocupado por los
hechos de 1918, en los que se reprochó a la guardia de Berlín por su
vacilación, que contribuyó al triunfo de la revolución. Y Remer no quería estar
expuesto a un reproche similar ante la historia.
Cuando estuvo con sus tropas, reunió a sus oficiales y les informó de la
situación y de las órdenes recibidas. La supuesta muerte de Hitler dejó en
shock a los presentes. Nunca en su vida incluso en la rendición alemana había
visto Remer tanto abatimiento. Y creo que a pesar de las historias que nos
explican hoy sobre el suceso, este sentimiento fue cierto. No guardó ningún
secreto a sus oficiales a pesar de que no todo estaba claro e incluso
misterioso para Remer. Pidió expresamente la confidencialidad absoluta y la
obediencia incondicional como en el frente, a cada uno de sus oficiales.
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