El
libro de Turner puede llevar a pensar al lector que los judíos no jugaron
ningún papel importante en los grandes negocios en Alemania que, evidentemente,
no fue el caso. De todas maneras, el único hombre de negocios judío que aparece
en el libro es el anti-nazi Paul Silverberg, y creo que fue alguien importante y
Turner lo cita.
Es
curioso y es algo que me llama la atención siempre que leo libros sobre la
historia de Alemania en aquel momento y es que la omisión de hechos o contextos
cruciales, se realiza sin ninguna discusión sobre lo que sucedía socialmente
hasta la llegada de Hitler al poder. Por ejemplo el comunismo, el poder judío,
el anti-germanismo, el internacionalismo y la degeneración de la República de
Weimar. Creo que no se puede discutir, hablar, reflexionar sobre lo que fue el
nazismo si de forma deshonesta como hacen muchos historiadores oficiales y
demás mercenarios del sistema, no se cita el extremismo comunista, la violencia
extremista en las calles, el terrorismo y los grupos paramilitares de
izquierda. Parece que no hubiesen existido y sí existieron.
Los
grandes industriales eran también hostiles a la línea dura del nacionalista
Alfred Hugenberg, que no era nazi, y su partido de derechas Partido Popular
Nacional Alemán. Hugenberg era un hombre adelantado y ya vio la importancia de
los medios. En 1919 comenzó a construir su enorme imperio de periódicos,
revistas, editoriales y fue propietario de la mayor productora de películas en
Alemania, la UFA. Es decir, el capital no era amigo de los nacionalismos
germanos y sí del internacionalismo apátrida. Incluso en los primeros años
posteriores del fin de la I Guerra Mundial, la contribución económica del mundo
de los negocios fue mínima en el crecimiento de los partidos. Otra cosa fue la
amplia ayuda de la Unión Soviética a los partidos comunistas en el exterior. Al
revés de los partidos burgueses, el partido nazi nunca confió en el dinero
externo proveniente del mundo de los negocios y nunca dependió de ello. El
partido siempre recurrió a las aportaciones de sus miembros. El dinero era
dividido entre las unidades locales y la sede del partido. La sede no estaba en
Berlín, sino en la “Casa Parda” de Munich. Los miembros también aportaban
créditos libres de intereses, donaban equipamiento y hacían muchas horas de
voluntariado gratis. Los seguidores de Hitler estaban profundamente
comprometidos a diferencia de otros partidos, menos los comunistas.
Esta
es una diferencia muy importante con los partidos actuales en el mundo
occidental. Creo que sería difícil encontrar personas con un grado de
compromiso y entrega como los miembros del partido nacionalsocialista.
Actualmente, dependen de élites parásitas de deben pagar así como grandes
subvenciones de gente rica, que esas élites manejan a su antojo sin responder
por ello. En el partido nazi se recaudaba mucho dinero en los grandes rallies y
se pasaba el sombrero tras los discursos de cada orador, que en el caso de
Hitler se podían obtener grandes cantidades de dinero. Las SA se lanzaron a
varias aventuras empresariales como la venta de ropa, camisas pardas, gorras,
corbatas, brazaletes, banderines, banderas, dagas, botiquín de primeros
auxilios y otros artículos con certificación oficial. Esta iniciativa se
convirtió en una acción a escala nacional, vendiendo por correo y en tiendas
oficiales en toda Alemania. La más lucrativa fue la venta de cajetillas de
cigarrillos con la marca “Sturm”, que dejaron de vender en 1934, tras haber
llegado al poder.
Hitler
supo hacer llegar un mensaje al pueblo, por el cual la gente estaba dispuesta a
pagar incluso con gran sacrificio para sus bolsillos. Por ello y alejado de los
grandes negocios, el movimiento nazi en sus primeros años fue un movimiento
genuinamente popular, que enraizó y creció entre una gran cantidad de partidos
por la fanática devoción de sus bases. De todas formas, no todo fue sacrificio.
El partido tenía personas y activistas a pleno tiempo y con salario, incluyendo
periodistas de la prensa. Los oradores recibían un honorario por sus discursos.
Y se pagó a un equipo profesional en la “Casa Parda” de Munich y en las
oficinas del partido por todo el país. Por ello, hubo mucha gente que pudo
dedicarse a tiempo completo a las actividades del partido ¿Y quién hacia
funcionar el día a día financiero del partido nazi?
El
sofisticado sistema de pago que formaba los fundamentos económicos del partido
y su prosperidad, fue desarrollada por un casi desconocido contable llamado
Franz Xaver Schwarz, alguien muy interesante y que murió en un campo de
concentración aliado tras la guerra a la edad de 72 años. Se unió al partido en
1922 y su número era el 6. Controló las finanzas del partido durante toda su
existencia y es el autor de su éxito financiero. Sin embargo y en el libro de
Turner sólo se le cita cuatro veces y hasta donde se conoce el sistema
financiero que utilizó se describe en las páginas 119 a 124. Muchos documentos
sobre este asunto se perdieron en la guerra. A pesar de la extraordinaria
habilidad de Schwarz, el partido sufrió momentos económicos difíciles durante
los años 20, obligándole a pedir créditos hasta que el incremento de miembros
en 1930 cambió la situación.
Por
ello, el partido nazi no fue un partido que desde el principio dependió de
dinero externo y aportaciones de los industriales. En vez de ello, fue una
increíble innovación política, una organización que combinaba un liderazgo
carismático con una meticulosa administración burocrática, un partido de
movilización que aplicaba técnicas socialistas y financieras revolucionarias.
Hitler y su partido recibieron soporte de ricos y gente ordinaria. No se puede comparar
con los Rockefellers, Gates, Buffet, Adelson, etc. de hoy y sus aportaciones a
los diferentes partidos. Emil Kirdorfs y Fritz Thyssen fueron la excepción, no
la regla. La gente más rica y las grandes corporaciones estaban del lado de los
judíos. Por ello, es sorprendente que los nazis tuviesen éxito en representar
para la población blanca europea lo que los comunistas e izquierdistas
representaban para los judíos.
En
el primer gabinete de gobierno de Hitler los nacionalsocialistas eran minoría y
se asumía externamente que su caudillaje, al igual que el de sus predecesores,
no duraría más que unas semanas o meses antes de caer por sí mismo. Su llegada
no fue vista como una rotura decisiva con el pasado. Ese fue el error del
capital y esa fue la sentencia a Hitler y el motivo de la II Guerra Mundial.
Alemania
fue el único gran país donde eso pasó. En los demás países, incluyendo los USA,
la crisis de 1929 marcó el triunfo decisivo del izquierdismo sobre las
instituciones tradicionales, la cultura y las poblaciones blancas, llevando a
día de hoy a las políticas de sustitución de la población blanca a gran escala
por desarraigados del tercer mundo y la destrucción de lo poco que queda de
libertad y democracia. Podemos prepararnos para lo peor, salvo que nos pongamos
en pie de nuevo contra estos tiranos disfrazados de buenistas.
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