Acabo de terminar el libro de Anthony C. Sutton titulado “Wall Street and
the Rise of Hitler” de 1976, en el que el autor explica que las fuentes de
financiación de Hitler y su llegada al poder se debieron a que magnates de Wall
Street e industriales alemanes, le financiaron profusamente y ello le permitió
acabar siendo el nuevo canciller en 1933. Aunque no queda del todo claro,
parece que Hitler no era el típico político melifluo y pelele que querían estos
financiadores para Alemania y para poder guiarle desde la sombra para poder
controlar el país. Se les fue de las manos y la II Guerra Mundial contra Hitler
estaba servida... Es evidente que el dinero es la gasolina que mueve la
política (y, desgraciadamente, de casi todo lo demás...). La mejor idea sin
dinero es absolutamente nada, no nos podemos engañar. Y ello es válido para
todo el arco de partidos, independientemente de a quién o qué defiendan. Si se
deja sin dinero a un partido o la gente, se les puede destruir.
Por ejemplo, ese ha sido un movimiento habitual de los sionistas cuando han
deseado acabar con alguien molesto o instituciones contrarias a sus intereses,
del mismo modo que siempre han disfrutado de una altísima capacidad económica
que les ha permitido dominar todo lo que les podía interesar . Es lo que ha
sucedido con cada presidente de los USA que ha debido arrodillarse ante ellos
para poder cobrar el dinero para sus campañas presidenciales. No estoy
descubriendo nada que no se sepa o no sea de dominio público. Siempre hemos de
partir de la base de que quien paga manda y si no puede mandar, no paga. Es así
de simple. Sin embargo, algo que me ha llamado siempre la atención es que la
izquierda ha mantenido durante años que Hitler llegó al poder por el dinero de
los magnates capitalistas.
Según he ido viendo, este cuento viene ya de los años 20 y 30 del siglo XX a
través de los comunistas e izquierdistas que dominaban Alemania, el oeste de
Europa y por supuesto la Unión Soviética. Además esta historia fue admitida y
propalada por académicos, profesores y los medios desde entonces.
Afortunadamente no todos los miembros del mundo académico han estado de acuerdo
con ello. Por ejemplo el profesor de historia de la Universidad de Yale, Henry
Ashby Turner, que murió en 2008, lo expone claramente en su libro “German Big
Business and the Rise of Hitler” (New York: Oxford University Press, 1985). El
libro cubre el periodo político de Hitler hasta 1933 en que llega
democráticamente al poder.
El libro rebate sin fisuras la milonga de que el gran capital financió y
promocionó la subida y llegada al poder de Hitler. También demuestra que ese
supuesto apoyo del capital ha sido exagerado enormemente e incluso falseado.
Sólo los grandes industriales Emil Kirdorf y Fritz Thyssen apoyaron activamente
a Hitler. Según William L. Patch de las Universidades de Washington y Lee, las
conclusiones de Turner “ya son aceptadas actualmente por casi todos los
especialistas en este campo”. Turner, que pasó los años 1954 y 55 como becario
de Fullbright en la Universidad de Munich y la Universidad Libre de Berlín,
sabía alemán y examinó de forma exhaustiva los documentos originales jamás
publicados de las grandes corporaciones alemanas, sindicatos y el partido
nacionalsocialista. Algunos de sus trabajos como becario fueron escritos y
publicados en alemán. Era un norteamericano con un nivel de conocimiento
superior y eso queda claro en su libro.
Desde luego no es ninguna sorpresa para alguien que como yo ha leído a David
Irving, que las fuentes de las cuales obtuvo Turner sus datos, han sido
ignoradas por los demás historiadores. También como Irving, Turner siempre
estuvo alerta de las trampas propagandísticas de los demás investigadores y que
lo fueron por razones ideológicas y no históricas. Es mucho más escrupuloso que
otros historiadores propagandísticos sobre la credibilidad de sus fuentes de
información y siempre fue muy crítico con las fuentes de la Alemania Oriental y
otras de países comunistas. Un detalle muy interesante conociendo el trabajo de
Turner es que él creía (y yo también...) que la historia “oficial” no sólo ha
sido inspirada por el marxismo, sino también por el psicoanálisis freudiano y
teorías de totalitarismo y con ello han conseguido distorsionar muchos datos y
hechos acerca de la subida del nazismo.
Turner desarrolló la sospecha de que los seguidores del marxismo estaban
especialmente inclinados a violar sistemáticamente las reglas básicas de las
pruebas históricas y eso le hacia sospechar también y con toda la razón, sobre
las teorías freudianas acerca del totalitarismo y muchos otros intentos de
poder encajar la llegada de Hitler, explicándolo a través de teorías
dramáticas. Y creo que este el punto que convierte el trabajo de Turner en algo
del máximo interés para cualquier estudiante o profesional serio sobre la
historia. A pesar de que Fritz Thyssen fue un “ave rara” del mundo de los
negocios que apoyó a Hitler, Turner alertó de que el libro del industrial
alemán “I paid Hitler” de 1941, es poco fiable. Le llama “supuestas memorias”
escritas por el húngaro Emery Reves, un judío propagandista muy bien conectado.
Turner también hace referencia a otros libros en ingles sobre el origen de
la financiación de Hitler, por ejemplo el de James y Suzanne Pool “Who Financed
Hitler” de 1978. De este libro, Turner dice que “viola de forma flagrante
cualquier análisis serio histórico hasta convertirlo en algo inútil” y añade
“entre otras cosas, los autores citan documentos de archivos que jamás han
visitado". Y aquí aparece el libro que he citado al principio de Anthony
C. Sutton titulado “Wall Street and the Rise of Hitler” de 1976. Turner no lo
menciona en su libro, pero es bueno saber que Sutton era un académico
anti-comunista y luego escritor independiente fuera del sistema, lo cual es un
grado. Sin embargo, Sutton se basa fuertemente en las citadas memorias de
Thyssen y también y en otras “autoridades fraudulentas” como el periodista
judío húngaro-americano Ladislas Farago. La tesis de éste último es la misma
que la de los izquierdistas y judíos y es que “la contribución del capital
americano a los preparativos militares alemanes antes de 1940, sólo pueden ser
descritos como fenomenales y sobre todo teniendo en cuenta las capacidades
militares alemanas”. Con lo que se deduce que Hitler fue hijo de los
capitalistas y por lo tanto culpables...
Por ello, la imagen que da Turner de la relación entre los grandes
industriales alemanes y el partido nazi, nos demuestra lo poco que tuvo que ver
el mundo de los negocios con el éxito del NSDAP en Alemania. Incluso el mayor
industrial y hombre de negocios alemán Gustav Georg Friedrich Maria Krupp von
Bohlen und Halbach, fue un anti-nazi inflexible. Y la razón de este rechazo es
que el partido nazi era percibido como anti-capitalista y casi comunista...
Además, los titanes de la industria alemana también rechazaban a los nazis por
su antisemitismo. Ese también fue un factor para no dar soporte amplio al
partido y sobre todo cuando se ve incluso ahora mismo, como el gran capital se
acomoda sin problemas a judíos, socialistas, globalistas, verdes e incluso
comunistas.
Recomiendo el libro si tenéis la oportunidad de conseguirlo. ¡Vale la pena!
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