La revolución comunista fue extendiéndose por Europa de forma incontenible,
aprovechando la debacle de la I Guerra Mundial y la debilidad de pueblos y
gobiernos que tenían otras prioridades en aquel momento. Este fue el caso de
Alemania, uno de los objetivos prioritarios del proletariado comunista y los
judíos al frente del mismo. Y empezó en el momento en que la sociedad y el
orden económico alemán comenzaban a caer tras el reciente final de la Gran
Guerra. En aquel momento los trabajadores, incluyendo a muchos soldados y
marineros de la armada comenzaron a cuestionarse su patriotismo y el enorme
esfuerzo dedicado a la guerra perdida. Una sensación de frustración iba en
aumento en el ejército, aunque también en las fábricas y entre los
agricultores. Esta sensación de rebelión fue alentada y promovida por lo
provocadores revolucionarios comunistas que, en la mayoría de los casos y como
en otros lugares, eran judíos.
Pero veamos un poco de historia que complementa y confirma esto que digo.
Desde el principio de la guerra, Inglaterra impuso un bloqueo naval a Alemania,
impidiendo la entrada de alimentos y otros productos de primera necesidad que
Alemania importaba en aquella época. En 1916 el pueblo alemán comenzó a sufrir
hambre e inanición causando la muerte de un millón de personas y un gran
sufrimiento a varios millones más.
El 30 de Octubre de 1918, el Alto Mando Alemán emitió una orden para un
asalto naval a la desesperada, romper el bloqueo británico y acabar con ese
sufrimiento y muerte injusta por hambre. Fue una decisión independiente no
suscrita por el gobierno y fue la chispa que puso en marcha la revolución en
Alemania. Los marineros de la base de Kiel en el norte, fueron cada vez más
rebeldes contra el gobierno y el Alto Mando, instigados por los agitadores
comunistas, creyendo que ese ataque sería suicida ante la potente flota
británica. No estaban dispuestos a dar sus vidas en un ataque como ese y casi
se llegó al motín contra sus oficiales. Cerca de mil de esos marineros fueron
arrestados, pero cuatro días después los trabajadores de Kiel, dirigidos por
comunistas judíos, fueron a rescatarlos. Se montó una huelga general y una
demostración masiva logrando liberar a los marineros.
Tras este éxito, dos mil trabajadores armados y marineros se dirigieron al
ayuntamiento de la ciudad, lo ocuparon y establecieron el “Consejo de
Trabajadores y Marinero” o “Soviet”, que es la traducción de “Consejo” en ruso,
y tomaron el control de la ciudad. ¡La revolución en Alemania había empezado!
Desde Kiel, el “Consejo de Trabajadores y Marineros” inspirado en la revolución
rusa e instigado por los judíos que estaban en estrecha comunicación con los de
la Unión Soviética, se expandió rápidamente por Alemania. En el Valle del Ruhr,
el corazón industrial del país, sus fábricas, ciudades e incluso unidades
armadas del ejército cayeron bajo el control de los “Consejos”. El 7 de
Noviembre, la revolución llegó a Berlín. Huelgas y marchas en la capital
culminaron en una masiva demostración fuera del Reichstag el 9 de Noviembre. Lo
dirigentes gubernamentales estaban horrorizados del alcance y la fuerza del
movimiento revolucionario y comenzó el pánico. El Kaiser vio finalmente que no
había esperanzas en esa situación y bajo la presión de los políticos
izquierdistas, abdicó yendo hasta la frontera con Holanda, país en el que empezó
su exilio forzado. Los políticos que se veían en peligro buscaron la ayuda del
SPD (Partido Socialdemócrata) para que les salvase de las masas en rebelión.
Era el partido más grande que parecía representar a los trabajadores.
Con la intención de aplacar a las masas, el SPD a través de su líder Phillip
Scheidemann, declaró el 9 de Noviembre de 1918 la creación de la “República
Alemana” para reemplazar a la vieja monarquía. El 10 de Noviembre se estableció
un “Gobierno Provisional” de varios grupos socialistas, nominalmente similar a
los “Consejos”. Evidentemente, esto creo una situación muy inestable, donde los
“Consejos” comunistas y los radicales crearon conflictos continuos con los
demás.
El USDP (Partido Independiente Socialdemocrático) de extrema izquierda,
era dirigido por dos judíos Hugo Hasse (nombre verdadero Allenstein) y Karl
Kautsky. Era una coalición de grupos de izquierdas, que incluía a los
comunistas. El USDP pronto se disolvió en desbandada, con un grupo extremista
de izquierdas conocido como los Espartaquistas que formaron el Partido
Comunista, mientras que los más moderados se unieron el SPD. El grupo
Espartaquista, era dirigido por los judíos Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht,
que recibían el dinero desde el “Komitern” en la Unión Soviética. Los
Espartaquistas representaban la vanguardia de la revolución, especialmente en
Berlín.
Hallaron el soporte de la clase trabajadora urbana, pero la gran mayoría del
pueblo alemán entre ellos la clase media y alta y los granjeros, no tenían
simpatías por los socialistas de cualquier tipo y estaba totalmente en contra
de los comunistas. La inestabilidad política de Alemania provocó que la vieja
estructura política comenzase a caer en todo el país. El 7 de Noviembre de
1918, la vieja monarquía Wittlesbach con más de 700 años de antigüedad cayó en
Baviera, tras lo cual Bavaria fue declarada “Estado Libre” por el judío
comunista Kurt Eisner del USDP. Eisner se convirtió en Ministro-Presidente de
Baviera. Pero el 21 de Febrero de 1919 fue asesinado por un patriota alemán, el
conde Anton von Arco auf Valley, que dijo de Eisner “Eisner es un bolchevique,
un judío; no es un alemán, no se siente alemán, subvierte cualquier pensamiento
patriótico y sentimiento. Es un traidor a esta tierra”.
El asesinato de Eisner hizo héroe al conde a ojos de muchísimos bávaros,
aunque no detuvo al comunismo. Tras el asesinato de Eisner, los comunistas y
anarquistas tomaron el poder en Baviera y declarando el 16 de Abril de 1919 que
Baviera era una “República Soviética”. Sin embargo, se vino abajo muy pronto
por la ineptitud de sus líderes... Pero otro judío comunista, Eugene Levine,
estaba a la espera y se convirtió en el nuevo líder del gobierno soviético.
Levine llevó a cabo las típicas acciones comunistas como la expropiación de
apartamentos de lujo y dándoselos a los mendigos, o el control absoluto y
propiedad de fábricas para los trabajadores. Levine organizó su propio ejército
llamado “Ejército Rojo” (¿de qué otra manera podía llamarse...?) y similar al
de la Unión Soviética. Hordas de trabajadores se unieron al nuevo ejército rojo
hasta que su número llegó a los 20.000. Los “Guardias Rojos” comenzaron a
detener a los sospechosos “contra-revolucionarios”, es decir a los que se
oponían a esta situación siendo ejecutados. Entre los ejecutados estaba el
Príncipe Gustav von Thurn und Taxis y la Condesa Hella von Westarp. Este terror
era una imitación del soviético y del húngaro.
Pero antes de que este terror despegase totalmente, fue aplastado por
fuerzas de derecha y patriotas. El 3 de Mayo de 1919 una fuerza de 9.000
soldados alemanes, operando independientemente del gobierno, combinados con
unidades de los “Freikorps” y totalizando unos 30.000 hombres, entraron en
Munich y rápidamente acabaron con la “República Socialista Soviética de
Bavaria”. Murieron unos 1000 hombres del “Ejército Rojo” y unos 700 “socios” de
la república soviética fueron ejecutados por los “Freikorps”, incluyendo al
mismo Levine. Los “Freikorps” salvaron a Baviera. Y ¿mientras tanto qué pasaba
en Berlín?
El 5 de Enero de 1919 se produjo el “Levantamiento Espartaquista” en Berlín,
dirigido por los judíos Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht. Formaron unidades
paramilitares que llamaron “Ejército Rojo” (muy creativos...) y lo formaban
bandas de trabajadores revolucionarios sin experiencia militar. Los encuentros
entre la policía y los espartaquistas llenaron de sangre las calles de Berlín.
El gobierno se trasladó a Weimar debido a los combates callejeros. Se
enviaron a los “Freikorps” para acabar con los comunistas y rápidamente aquello
parecía una guerra civil. También en otras ciudades alemanas se produjeron
choques entre la policía y los “Freikorps” contra los comunistas. Los
comunistas, como era habitual, comenzaron a asesinar a políticos, funcionarios
y militares. también llevaron a cabo numerosas huelgas con el objetivo de
causar el máximo daño posible a la débil economía alemana. La aristocracia
abdicó y se fue al exilio. Pero los no entrenados comunistas no fueron rival
para el ejército y los “Freikorps” disciplinados, por lo que la rebelión pronto
se vino abajo. No hubo piedad para los comunistas. Cayeron a miles y los
propios cabecillas Luxemburg y Liebknecht, fueron ejecutados por los
“Freikorps”. El movimiento comunista se vino abajo y la revolución acabó en
Agosto de 1919, con el inicio de la República de Weimar, con Friedrich Ebert al
mando del SPD.
Hay que dejar claro que todos estos movimientos revolucionarios en Alemania
no fueron derrotados por el gobierno, sino por grupos independientes
paramilitares de alemanes patriotas conocidos como “Freikorps” y surgieron como
reacción a la amenaza comunista y estaba formados por ex-soldados que habían
regresado del frente. Estaban organizados y eran disciplinados a diferencia de
sus oponentes comunistas.
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