Al hilo de la Operación Barbarrosa sobre la que ya he escrito varios
artículos y los últimos en esta semana pasada, me gustaría tocar un tema no
demasiado explicado o incluso ignorado por historiadores oficiales que pasan de
puntillas ante la maldad del régimen comunista. Ya sabemos en manos de quién
están nuestras universidades públicas...
Para entrar en el tema, me gustaría citar una película “Enemigo a las
Puertas”, que trata sobre el duelo entre el francotirador soviético Vasili
Zaitzev y su enemigo alemán que trata de acabar con él durante la batalla de
Stalingrado. La película tiene los típicos guiños pro-soviéticos habituales de
los admiradores de ese régimen nefasto, es manipuladora, etc., pero una de las
escenas iniciales en la que los desgraciados soldados soviéticos cargan contra una
línea de defensa alemana en la ciudad, se ve claramente en qué condiciones
combatían esos pobres diablos, como los abatían y si se retiraban les esperaban
las ametralladoras de los comisarios políticos comunistas que les disparaban
sin piedad. Ello da que pensar y cuando investigas ves que eso era algo
bastante común y no solamente durante la guerra, sino también después de la
misma con aquellos soldados que fueron hechos prisioneros por los alemanes. Su
destino al regresar a la URSS fue trágico y brutal.
Sin embargo el cautiverio de esos soldados en campos alemanes, al margen de
la dureza o no de los mismos, se vio agravada por la desconsideración de Stalin
por esos hombres que él consideraba ya contaminados por la “bestia fascista”.
Estaban condenados por el mismo que los mandó a morir al frente. Pensemos que
en los primeros 18 meses de campaña en el este, unos tres millones de soldados
soviéticos fueron hechos prisioneros. Al final de la guerra, cuatro años
después, se calcula que unos cinco millones de soldados enemigos habían sido
capturados. Muchos de ellos murieron durante su cautiverio. Siempre he creído
que la razón de tan alta mortandad fue la propia naturaleza de la guerra
URSS-Alemania y sobre todo de Junio de 1941 a Junio de 1942, cuando un gran
número de prisioneros cayeron en manos alemanas y no pudieron ser acomodados
adecuadamente. Sin embargo, según el periodista ruso Yuri Teplyakov explica que
el destino terrible de esos pobres soldados capturados fue debida a la
inflexible y cruel política del dictador Stalin. Durante la guerra, los
alemanes hicieron repetidos esfuerzos a través de países neutrales y el Comité
Internacional de la Cruz Roja, para lograr un acuerdo sobre el trato a los
prisioneros tanto de la URSS, como de la propia Alemania.
Y como explica el historiador británico Robert Conquest en su libro “Stalin:
Breaker of Nations” los soviéticos de forma inflexible renunciaron a cooperar.
Conquest dice textualmente “Cuando los alemanes se acercaron a los soviéticos,
a través de Suecia, para negociar el cumplimiento de las normativas de la
Convención de Ginebra sobre prisioneros de guerra, Stalin los rechazó. Los
soldados soviéticos en manos alemanas estaban totalmente desprotegidos.
Millones de ellos murieron en cautividad, por malnutrición o maltrato. Si
Stalin se hubiese adherido a la Convención, de la que la Unión Soviética no era
parte, ¿se hubiesen comportado mejor los alemanes? A juzgar por el trato de
otros “eslavos sub-humanos” prisioneros de guerra, como los polacos, incluso después
de rendirse en 1944 durante el Levantamiento de Varsovia, la respuesta parece
ser sí. Lo que sí sabemos es el trato que Stalin dispensó a sus prisioneros
polacos en Katyn y en otros lugares...
Otro historiador ruso, Nikolai Tolstoy, afirma en su libro “The Secret
Betrayal” que “El mismo Hitler urgió a la Cruz Roja la inspección de campos
alemanes con prisioneros de guerra soviéticos. Pero una llamada a Stalin para
que los prisioneros soviéticos recibieran correo, recibió una respuesta que
remachó el asunto: No hay prisioneros de guerra soviéticos. El soldado
soviético lucha hasta la muerte. Si escoge ser un prisionero, está excluido
automáticamente de la comunidad rusa. Nosotros no estamos interesados en un
servicio postal sólo para alemanes”.
En este punto y ante la actitud soviética, los líderes alemanes consideraron
el tratar a los prisioneros soviéticos no mejor que los líderes comunistas
estaban tratando a los soldados alemanes capturados. Como podemos imaginar el
trato comunista a los prisioneros alemanes era brutal. De una estimación de
tres millones de soldados alemanes que cayeron en manos soviéticas, más de dos
millones murieron en cautividad. De los 91.000 soldados capturados en
Stalingrado, sólo regresaron a Alemania 6.000.
Como Teplyakov también explica, la liberación del Ejército Rojo de los
prisioneros soviéticos en manos alemanas, no acabó con el sufrimiento de esos
desgraciados. No ha sido hasta hace poco en los documentos censurados van
saliendo a la luz y que muchos ahora pueden hablar, en que se empieza a conocer
el trato dado por Stalin a sus soldados prisioneros.
Por ello, ante la pregunta
“¿Cual es la cosa peor sobre la guerra?” El Mariscal Ivan Bagramyan, tres veces
héroe de la Unión Soviética, también Alexander Pokryshkin y el soldado Nikolai
Romanov, responden sin dudar “Cautividad”. Fue una tragedia que afectó a
millones de hombres y que aparecía en una líneas de las Regulaciones del
Servicio Interno del Ejército Rojo de Trabajadores y Campesinos “Un soldado
soviético no debe ser hecho prisionero contra su voluntad. Y si lo ha sido, es
un traidor a la Madre Patria” Y la pregunta surge ¿Y cuantos de ellos fueron
esos “traidores”?
El coronel Ivan Yaroshenko, que fue Diputado en Jefe de los Archivos
Centrales del Ministerio de Defensa de la URSS, en Podolsk cerca de Moscú, lo
deja claro “Hubo 32 millones de personas que fueron soldados y 5.734.528 fueron
capturados por el enemigo”. La Unión Soviética sufrió enormes pérdidas en
términos de prisioneros en las siguientes batallas según esos archivos:
Agosto 1941 Belostok-Minsk: 323.000
Agosto 1941 Uman: 103.000
Agosto 1941 Smolensk-Roslav: 348.000
Agosto 1941 Gomel: 30.000
Septiembre 1941 Demyansk: 35.000
Septiembre 1941 Kiev: 665.000
Septiembre 1941 Luga-Leningrado: 20.000
Octubre 1941 Melitopol: 100.000
Octubre 1941 Vyazma: 662.000
Noviembre 1941 Kerch: 100.000
Mayo 1942 Izyum-Jarkov: 207.000
¡Incluso en Febrero de 1945 se hicieron prisioneros en Hungría 100.000
soldados del Ejército Rojo!
Los archivos de Podolsk sostienen que hubo 2.5 millones de soldados
“desaparecidos en combate”. Los expertos sostienen que dos millones de ellos
todavía yacen en los bosques y pantanos de Rusia. Y otros 200.000 pueden ser
añadidos a las listas del archivo citado ya aún se reciben cartas desde
Australia o los USA de antiguos soldados explicando que fueron hechos
prisioneros, pero que lograron escapar. Esos fueron afortunados ya que
sobrevivieron. Las estadísticas alemanas son muy claras: 280.000 prisioneros
murieron en los campos y 1.030.157 fueron ejecutados cuando trataban de
escapar, o murieron en fábricas o minas en Alemania.
Y es curioso cuando se comparan estas cifras con las de prisioneros
americanos o británicos en manos alemanas. Por ejemplo, hubo un total de
235.473 británicos y americanos capturados, de los cuales 8.348 murieron. Ante
esto ¿Eran los rusos más débiles? Difícilmente. Pero está claro que la mitad de
los prisioneros soviéticos se hubiesen salvado si Stalin no los hubiera
abandonado tratándolos de traidores y rechazando enviarles paquetes de comida a
través de la Cruz Roja Internacional. Sin duda es discutible cuantos habrían
sobrevivido, pero es un hecho que se dejó a esos hombres a su suerte. La Unión
Soviética no firmó la Convención de Ginebra sobre el status legal de los
prisioneros de guerra.
Ese rechazo a la firma era coherente con la naturaleza jesuítica de “Líder
de los Pueblos”. Desde el punto de vista de Stalin, muchas de las condiciones
de la Convención eran incompatibles con las instituciones morales y económicas
que eran inherentes al “país más libre del mundo”... La Convención no
garantizaba el derecho del prisionero de guerra como trabajador: bajos
salarios, sin fiestas, horario no fijo, etc. En otras palabras, Stalin quería
que el trato fuese más humano. Pero esa era pura hipocresía para rechazar la
Convención. ¿Cuantos de los millones de prisioneros de los Gulags soviéticos
disfrutaron de las condiciones que exigía Stalin a la Convención?: exacto,
ninguno. ¿Qué garantías existían o tenían y cuantos días de fiesta?: exacto,
ninguno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario