Siempre se habla de Hiroshima y Nagasaki, pero pronto el debate se centra en la primera y parece que se olvida la segunda. No he visto ningún libro con el título “Nagasaki”, ni una película que se titulase “Nagasaki, mon amour” Me gustaría, en justicia, hablar de la segunda ciudad nipona que sufrió el primer ataque nuclear de la historia y sufrió la primera bomba de plutonio, que hizo obsoleta la de Hiroshima que era de uranio. Se calcula que murieron unos 70.000 civiles y muy pocos militares, ya que no era ningún centro militar ni tenía importancia desde ese punto de vista. Y un detalle curioso, la bomba “Fat Man” erró el blanco y gracias a ello el número de muertos fue inferior. Si hubiese dado de lleno sobre la ciudad, las víctimas hubiesen superado a las de Hiroshima sin lugar a dudas.
Pero Nagasaki ha sido olvidada de la historia desde el principio de su sacrificio y eso tiene mucho que ver con la censura a la que fueron sometidos los medios inmediatamente. Sin embargo el misterio se resolvió hace poco: lo que fue censurado y perdido en la historia, fueron los artículos del primer reportero que llegó a Nagasaki tras la explosión nuclear del 9 de Agosto de 1945. Fue el periodista norteamericano George Weller que trabajaba entonces para el desaparecido actualmente “Chicago Daily News”. Sus tremendos pero realistas artículos desde Nagasaki, que podían afectar a la opinión pública sobre el futuro de la bomba, nunca salieron del despacho del general Douglas MacArthur y de su gabinete de censura en Tokio. Fue parte de décadas de supresión informativa sobre el alcance y las consecuencias de las explosiones nucleares.
En el año 2003 se encontraron fotocopias de estos artículos cuando el hijo del periodista, Anthony Weller, los halló tras la muerte de su padre. Cuatro se publicaron en 2005 por primera vez en el diario de Tokio “Mainichi Shinbun”, que se los compró a Anthony. Los artículos publicados en Japón y que luego se incluyeron en un libro compilatorio que preparó Anthony titulado “First Into Nagasaki”. Este libro daba un giro muy importante sobre la visión de las consecuencias de una explosión de este tipo.
El primer artículo archivado por Weller el 8 de Septiembre de 1945, dos días después de llegar a la ciudad antes que ningún otro periodista, indica “la efectividad de la bomba como ingenio militar”, pero no hace mención alguna a la radiación, ni a sus consecuencias. Sin duda la ciudad las sufría tras escasamente un mes después de la explosión. Sin embargo, en ese mismo día y tras visitar un hospital, Weller describió una misteriosa “Enfermedad X” que le sobresaltó, y que mataba a la gente que parecía que había sobrevivido a la bomba y que parecían en buen estado. Indicaba Weller en el artículo que “morían en silencio muchos de ellos con sus brazos y piernas llenas de unas manchas rojas”.
Al día siguiente describe la “peculiar enfermedad” de la bomba atómica y que los especialistas en Rayos X estaban convencidos de que esa gente “estaba sufriendo las consecuencias desconocidas de la radiación de la bomba”. Anthony Weller dijo que fue una gran consternación para su padre durante toda su vida de que esas personas fueron asesinadas por Mac Arthur, que según su padre “quería toda la gloria por haber ganado la guerra y no unos científicos en Nuevo México”. Algunos han opinado que la verdadera razón para la censura de este material es que los Estados Unidos no querían que el mundo aprendiese del problema moral que tenían las radiaciones por dos razones: quería evitar preguntas de por qué se había usado ese arma en 1945 y para garantizar su desarrollo a gran escala en los años venideros. Por ello se ocultó mucha de esta información durante décadas y lo último que querían era un testigo del horror de esas bombas que ni siquiera Hitler utilizó sobre la población.
No hay comentarios:
Publicar un comentario