Uno de los mantras más cacareados por los progresistas es el de las ventajas que nos ofrece una sociedad multicultural, racialmente mezclada y con un mestizaje en toda regla. Incluso hay una canción “rap” (paradigma de la música mestizada) en el que se afirma que “La diversidad es nuestra fuerza, debemos celebrarlo y bla, bla, bla”, típico de los estribillos repetitivos de esa supuesta música. Es cierto que la gente se mueve por todo el planeta con bastante más facilidad que hace unos cuantos años, y cada año que pasa, nos guste o no, las naciones occidentales se van convirtiendo racial y étnicamente en más diversas. Muy bien, ese es el hecho de difícil discusión. La pregunta es ¿eso es bueno o malo para nuestras sociedades occidentales?
Siempre he sospechado que detrás de todo esa supuesta celebración de la diversidad, hay un miedo profundo y a la vez lo que debe ser un artículo de fe para la corrección política. Las estadísticas de crímenes y todo tipo de violencia en occidente son utilizadas por los medios para que veamos los conflictos que suceden por nuestra intolerancia. Sin embargo, el gobierno y las entidades oficiales siguen diciendo que la mejor manera para solucionar esos conflictos creados por la diversidad racial es la propia diversidad en sí misma. Recuerdo el caso en los Estados Unidos en que el gobierno del país y los diferentes gobiernos de los estados, preparan y promocionan los actos multiculturales y los diálogos “inter-étnicos” en los cuales un negro-americano activista, se encuentra con un coreano-americano activista también, los niños blancos van de acampada con niños de color, etc. La idea es que a mayor contacto se rompen las barreras y el sueño de los progresistas de que todos podemos marchar unidos.
Pero de acuerdo a un provocativo nuevo estudio de Robert Putnam de finales de la primera década del 2000, uno de los científicos-políticos más preeminentes, esto no es verdad. Putnam no remueve la idea de la llamada “teoría del conflicto” que versa diciendo que la diversidad fortalece las identidades de grupo, y por lo cual incrementa el etnocentrismo y el conflicto. Tampoco predice una especie de Armaggedon racial. Lo que ha hallado Putnam tras un exhaustivo estudio de 30.000 americanos, es algo muy interesante. Putnam dice que la diversidad está convirtiendo a los Estados Unidos en un país de tortugas, que se encierran en su concha para protegerse y no ver qué sucede. Según ese estudio, hay una potente y fiable relación entre la confianza interracial y la homogeneidad étnica. En otras palabras: cuanto menos diversa es una comunidad, la gente está más abierta en confiar en los demás. Y lo contrario también es verdad según el estudio: cuanta más diversidad étnica hay, menos nos fiamos de los demás.
Además, y se preguntó a los encuestados qué pensaban de la gente de diferentes orígenes étnicos y los de su propia raza. La respuesta fue sorprendente: en los lugares de los Estados Unidos donde hay más diversidad, la gente tiende a no creer en nadie que sea diferente racialmente. La diversidad entonces no tiene como resultado el conflicto o aceptación de la misma, sino el aislamiento social, la distancia del diferente racialmente. De acuerdo con Putnam, los residente en comunidades diversas racialmente “tienden a retirarse de la vida colectiva, no fiarse de sus vecinos, independientemente del color de la piel, esperan lo peor de su comunidad y sus líderes, dan menos a obras de caridad, no se ayudan en voluntariado social, votan menos y pasan más tiempo ante la televisión”
Putnam consideró y tuvo que rechazar otras explicaciones a sus hallazgos. Al final los números que ofrece el estudio son descorazonadores: la diversidad aplasta la confianza y la sociabilidad sobre todo en comunidades más pobres, pero el altruismo queda más afectado en comunidades más ricas. Afecta más a la sociabilidad entre los conservadores, pero también es un problema entre los liberales. El efecto se nota más entre los blancos, pero lo no blancos no son inmunes tampoco. Los que tienen veintitantos parecen menos afectados que las generaciones mayores, pero no lo suficiente ara alterar el esquema general. Las mujeres están afectadas por los resultados al igual que los hombres.
Esto sugiere que celebrar y promocionar la diversidad no va ayudar. Putnam indica la necesidad de cada uno en la construcción de nuevas identidades sociales. Él recuerda que en los años 50 en los USA y sobre todo en el medio oeste, cuando la religión era una fuerte barrera social entre vecinos. Casi cuatro décadas después, dice que los americanos tienen “más o menos deconstruida la religión como una división social”. Estoy de acuerdo, incluso en España, que el poder y unificación social que representaba la religión ha disminuido significativamente.
Pensemos en todo esto cuando vemos en España como avanza la sociedad multirracial, como es jaleada por los medios, políticos, artistas y todo tipo de personajes con proyección pública y a donde podemos llegar con todo eso. En qué nos podemos convertir ¿alguien preguntó al pueblo si queríamos una sociedad así, con lo democráticos que somos...? La pregunta de la policía es ¿a quien beneficia todo esto?
America es el espejo de lo que puede suceder con nuestra vieja y querida España...
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