En el diario británico “The Telegraph” apareció la noticia de que Rusia quiere prohibir las críticas a sus tácticas y decisiones militares durante la II Guerra Mundial e incluso a decir que Rusia no ganó la guerra... Siempre he creído que modificar, cambiar o manipular la historia no es ni ha sido bueno nunca, pero los jerifaltes rusos creen que así evitarán las críticas de su desastre de mando en la gran contienda.
Este asunto ha venido después de un controvertido documental televisivo de la cadena rusa NTV, en el que se exponía la escala de pérdidas humanas durante una de las más sangrientas batallas de la II Guerra Mundial. El programa agitó emociones muy profundas en un país, Rusia, que tradicionalmente ha glorificado el heroico comportamiento del soldado raso durante “La Gran Guerra Patriótica”, pero que creo que ha ignorado el enorme coste humano tras la victoria sobre Alemania.
Mientras aumentaba la ira entre los veteranos, el gobierno vio la oportunidad de capitalizar este asunto entre el público y distraerle, cuando la amenaza de una recesión económica aparecía en el horizonte de la popularidad de Putin. El ministro de Situaciones de Emergencia (no es broma), el respetado Sergei Shoigu, ha solicitado una ley, basada en la de la negación del Holocausto que se aplica en Alemania, que convierta en ofensa criminal sugerir que la Unión Soviética no ganó la guerra (textual). El ministro indicó que la legislación también prevé castigar los países del este europeo o antiguos estados soviéticos que nieguen que fueron liberados por el Ejército Rojo (vaya liberación...). Los líderes de esos países podrían sufrir cargos en territorio ruso.
Los comentarios del ministro han afectado particularmente en Estonia, que había cambiado de emplazamiento una estatua de un soldado del Ejército Rojo, desde una céntrica plaza en la capital, Tallinn, hace dos años hasta un cementerio cercano y que fue una ofensa para los rusos. Según el ministro Shoigu “Nuestro parlamento debe aprobar una ley que permita perseguir la negación de la victoria soviética en la “Gran Guerra Patriótica. Por ello, a los presidentes de cierto países que lo nieguen no se les permitirá visitar nuestro país y quedar sin castigo. Los alcaldes de ciertas ciudades también se lo pensarán muchas veces antes de retirar monumentos”.
El gobierno de Estonia ha dicho que ve a la Unión Soviética como un ocupante más que un liberador. Las tropas soviéticas invadieron Estonia en dos ocasiones durante la guerra, una de Rusia como aliado de Alemania y luego en 1944 como su enemigo. Se quedaron hasta 1991... Shoigu tiene el apoyo a su propuesta del fiscal general Yuri Chaika y otros legisladores que han dicho que la propuesta será presentada ante el parlamento en los próximos meses. Los rusos liberales temen que la legislación se utilice para castigar a cualquiera que critique la forma en la que Stalin condujo la guerra o se utilice para proteger a las matanzas soviéticas como la de Katyn y sus 22.000 ajusticiados polacos en 1940, y que Moscú mantiene que no fue un crimen de guerra.
Los expertos estiman que más de 26 millones de soldados y civiles soviéticos murieron entre 1941 y 1945, un peaje mortal que empequeñece los de cualquier otro país. Incluso en la propia Rusia, donde todavía se hacen reverencias a Stalin, como el salvador del país en la guerra, hablar de este asunto está prohibido. El documental de la NTV trató de hablar de este tabú con una explicación sobre las batallas del Rzhev, de 1942/43, en las que murieron hasta 1,5 millones de soldados, dos tercios soviéticos. Las batallas no son muy conocidas en Rusia e incluso el mariscal Zhukov, el héroe militar soviético que dirigió esas batallas, apenas las nombra en su biografía.
El documental mostró unas recreaciones de las batallas e incluyó entrevistas con veteranos de guerra alemanes que expresaron su horror de cómo conducían a sus tropas los oficiales soviéticos, conviertiéndolas en “carne de cañón”. La película recibió un amplio rechazo. Los críticos pidieron el arresto de su presentador el conocido Alexei Pivovarov, que fue acusado de ser parte de una conjura judía, financiada por occidente para empequeñecer el esfuerzo de guerra soviético. El general retirado Ivan Korbutov dijo que “Se ha puesto de moda destruir la heroicidad del pueblo soviético y difamar su estilo de vida. Estas acciones orquestadas a favor de occidente para desacreditar nuestro glorioso pasado, deben de ser llevadas ante un tribunal y castigados los periodistas responsables”
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