Cuando se habla de la guerra civil, se suele citar desde la ayuda de Stalin o Hitler a cada bando, las tropas del Duce o las Brigadas Internacionales. Estas últimas han sido deíficadas por la izquierda como paladines de la libertad, cuando está más que demostrado que su formación fue llevada a cabo por los esbirros de Stalin y entre sus componentes, al margen de algún despistado o algún escritor que luego supo vender bien su historia personal, no dejaban de ser sino aventureros, rufianes y comunistas varios que venían a matar españoles y a robar todo lo que podían. La libertad y su aplicación no estaba en su bagaje.
Sin embargo, hubo otros voluntarios de los que apenas se habla y que formaron un pequeño contingente a las órdenes de Franco. Eran los voluntarios fascistas, muchos provenientes de las Islas Británicas e Irlanda. Fueron unos 1000 en total y curiosamente, nunca fueron bien recibidos por Franco. Este contingente estaba formado por:
Fascistas franceses para los cuales la República Española era una extensión de su odiado Frente Popular de París.
Rusos blancos, que esperaban que España restableciese y pudiese ganar la guerra civil contra los bolcheviques.
Un puñado de ingleses
Unos 700 fascistas irlandeses
Como he comentado más arriba, eran un total de unos 1000. Junto a ellos también lucho un australiano, algunos alemanes, norteamericanos, polacos y un surtido de ciudadanos llegados desde los estados bálticos. Creo que como las Brigadas Internacionales, estos voluntarios de Franco, veían España como el lugar donde podían asestar el primer golpe de una larga guerra que creían que habría y a la que estaban comprometidos. Para ellos, los nacionalistas de Franco estaban del lado de la religión católica y los valores tradicionales que estaban en peligro por la democracia izquierdista, el secularismo y el comunismo.
Si intentamos ver el origen de esta sorprendente cantidad de británicos, se puede decir que es cierto que había habido una tradición en las familias aristocráticas españolas a enviar a sus hijos a las escuelas públicas católicas inglesas. Cuando empezó la guerra civil, algunos grupos que compartían asociaciones que venían de la época de esa escuela, crearon el “Friends of National Spain”, compuesta por católicos británicos y españoles anglófilos. Presionaron al gobierno británico en nombre del General Franco y consiguieron dinero para la causa nacionalista en Inglaterra. También ayudaron a los voluntarios que querían unirse a Franco en su viaje hasta España. Al igual que algunos expatriados españoles importantes, los grupos de presión ingleses que actuaban ayudando a Franco, incluían al historiador Sir Charles Petrie, El Miembro del Parlamento el conservador Victor Cazalet y el editor de la “Catholic English Review” Douglas Jerrold.
Todos ellos hicieron lo que pudieron para promocionar la causa de Franco, como alquilar el avión, Dragon Rapide, en Inglaterra que llevó a Franco al norte de África al estallar la guerra. de forma destacada entre los voluntarios ingleses está Peter Kemp. Un joven, recién licenciado en leyes en Cambridge, y que creía en la monarquía y en los valores que eran, como describe en su autobiografía, los de la “extrema derecha de los Torys de Cambridge”. Kemp era protestante y siempre lo clasificaron sus camaradas españoles como si pudiese ser un masón. A las tropas de Franco se les había inculcado que el Protestantismo y la Masonería iban de la mano, a pesar de que en el caso de Kemp no era masón. Se convirtió en teniente de la Legión Española y al final de la guerra fue repatriado a Inglaterra gravemente herido.
Un galés, Frank Thomas, en busca de aventuras pero sin ayuda española, hizo el viaje en tren desde Burgos hasta Talavera de la Reina, donde se alistó con dos ingleses en la Legión Española. Fue herido gravemente en combate y fue enviado convaleciente a un hospital en Cáceres. Allí Thomas convenció a los voluntarios irlandeses que acampaban en la ciudad mientras esperaban a salir de España para que se lo llevasen clandestinamente a Inglaterra.
Sin embargo el grupo más grande de voluntarios era el de los irlandeses, con un total de 700 hombres, en la llamada “Irish Brigade”. Eventualmente, se convirtieron en la 15 Bandera de la Legión Española, a pesar de ser comandados por sus oficiales irlandeses. Uno de ellos, Eoin O’Duffy, fundador del grupo de derechas “Blue Shirts”, estaba al mando. Con los simpatizantes británicos, los irlandeses vinieron a luchar con Franco para defender su compartida “fe de sus padres”. Los jóvenes voluntarios irlandeses venían sobre todo de las áreas rurales de Irlanda, con un contingente muy importante del oeste de Belfast. O’Duffy era del Ulster. A pesar de que O’Duffy recibió un baño de honor cuando vino a España por primera vez, la “Irish Brigade” disfrutó de una experiencia accidentada en la Península ibérica. Tras llegar en Noviembre de 1936, permanecieron en un campamento en Cáceres hasta Febrero de 1937.
Sin embargo, hubo otros voluntarios de los que apenas se habla y que formaron un pequeño contingente a las órdenes de Franco. Eran los voluntarios fascistas, muchos provenientes de las Islas Británicas e Irlanda. Fueron unos 1000 en total y curiosamente, nunca fueron bien recibidos por Franco. Este contingente estaba formado por:
Fascistas franceses para los cuales la República Española era una extensión de su odiado Frente Popular de París.
Rusos blancos, que esperaban que España restableciese y pudiese ganar la guerra civil contra los bolcheviques.
Un puñado de ingleses
Unos 700 fascistas irlandeses
Como he comentado más arriba, eran un total de unos 1000. Junto a ellos también lucho un australiano, algunos alemanes, norteamericanos, polacos y un surtido de ciudadanos llegados desde los estados bálticos. Creo que como las Brigadas Internacionales, estos voluntarios de Franco, veían España como el lugar donde podían asestar el primer golpe de una larga guerra que creían que habría y a la que estaban comprometidos. Para ellos, los nacionalistas de Franco estaban del lado de la religión católica y los valores tradicionales que estaban en peligro por la democracia izquierdista, el secularismo y el comunismo.
Si intentamos ver el origen de esta sorprendente cantidad de británicos, se puede decir que es cierto que había habido una tradición en las familias aristocráticas españolas a enviar a sus hijos a las escuelas públicas católicas inglesas. Cuando empezó la guerra civil, algunos grupos que compartían asociaciones que venían de la época de esa escuela, crearon el “Friends of National Spain”, compuesta por católicos británicos y españoles anglófilos. Presionaron al gobierno británico en nombre del General Franco y consiguieron dinero para la causa nacionalista en Inglaterra. También ayudaron a los voluntarios que querían unirse a Franco en su viaje hasta España. Al igual que algunos expatriados españoles importantes, los grupos de presión ingleses que actuaban ayudando a Franco, incluían al historiador Sir Charles Petrie, El Miembro del Parlamento el conservador Victor Cazalet y el editor de la “Catholic English Review” Douglas Jerrold.
Todos ellos hicieron lo que pudieron para promocionar la causa de Franco, como alquilar el avión, Dragon Rapide, en Inglaterra que llevó a Franco al norte de África al estallar la guerra. de forma destacada entre los voluntarios ingleses está Peter Kemp. Un joven, recién licenciado en leyes en Cambridge, y que creía en la monarquía y en los valores que eran, como describe en su autobiografía, los de la “extrema derecha de los Torys de Cambridge”. Kemp era protestante y siempre lo clasificaron sus camaradas españoles como si pudiese ser un masón. A las tropas de Franco se les había inculcado que el Protestantismo y la Masonería iban de la mano, a pesar de que en el caso de Kemp no era masón. Se convirtió en teniente de la Legión Española y al final de la guerra fue repatriado a Inglaterra gravemente herido.
Un galés, Frank Thomas, en busca de aventuras pero sin ayuda española, hizo el viaje en tren desde Burgos hasta Talavera de la Reina, donde se alistó con dos ingleses en la Legión Española. Fue herido gravemente en combate y fue enviado convaleciente a un hospital en Cáceres. Allí Thomas convenció a los voluntarios irlandeses que acampaban en la ciudad mientras esperaban a salir de España para que se lo llevasen clandestinamente a Inglaterra.
Sin embargo el grupo más grande de voluntarios era el de los irlandeses, con un total de 700 hombres, en la llamada “Irish Brigade”. Eventualmente, se convirtieron en la 15 Bandera de la Legión Española, a pesar de ser comandados por sus oficiales irlandeses. Uno de ellos, Eoin O’Duffy, fundador del grupo de derechas “Blue Shirts”, estaba al mando. Con los simpatizantes británicos, los irlandeses vinieron a luchar con Franco para defender su compartida “fe de sus padres”. Los jóvenes voluntarios irlandeses venían sobre todo de las áreas rurales de Irlanda, con un contingente muy importante del oeste de Belfast. O’Duffy era del Ulster. A pesar de que O’Duffy recibió un baño de honor cuando vino a España por primera vez, la “Irish Brigade” disfrutó de una experiencia accidentada en la Península ibérica. Tras llegar en Noviembre de 1936, permanecieron en un campamento en Cáceres hasta Febrero de 1937.
Habían diferencias culturales y problemas en su relación entre los oficiales irlandeses y sus adjuntos e intérpretes españoles. Los irlandeses encontraron que la comida española era incomible y nunca adquirieron el hábito abstemio español. Los españoles veían a los irlandeses como rudos e incontrolables. O’Duffy cuenta en su biografía que cuando los habitantes de Cáceres montaron una corrida de toros para entretener a sus visitantes, los irlandeses apoyaban al toro con gritos entusiastas.
A pesar de su aparente robustez para el frente de batalla, los primeros combates fueron desoladores. En su camino al frente recibieron disparos de su lado, un batallón fascista recién llegado desde las Islas Canarias que los confundieron con brigadistas internacionales. Cuando alcanzaron su zona asignada en el frente, se vio el pobre liderazgo y capacidad de los irlandeses. Bajo un bombardeo de artillería, la unidad se dispersó y huyó. Como resultado, un gran número de irlandeses votó por volver a Irlanda. Los que se quedaron fueron incorporados a la Legión Española, bajo mando español. En general, los extranjeros que fueron a la España nacionalista para apoyar a Franco, no sólo eran pocos para inclinar la balanza, sino que sabían muy poco de la política española. Ellos vinieron a luchar en lo que creían que era una guerra internacional.
A pesar de su aparente robustez para el frente de batalla, los primeros combates fueron desoladores. En su camino al frente recibieron disparos de su lado, un batallón fascista recién llegado desde las Islas Canarias que los confundieron con brigadistas internacionales. Cuando alcanzaron su zona asignada en el frente, se vio el pobre liderazgo y capacidad de los irlandeses. Bajo un bombardeo de artillería, la unidad se dispersó y huyó. Como resultado, un gran número de irlandeses votó por volver a Irlanda. Los que se quedaron fueron incorporados a la Legión Española, bajo mando español. En general, los extranjeros que fueron a la España nacionalista para apoyar a Franco, no sólo eran pocos para inclinar la balanza, sino que sabían muy poco de la política española. Ellos vinieron a luchar en lo que creían que era una guerra internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario