Como ya dije en mi artículo anterior, Alemania perdió ya en la I Guerra Mundial la batalla de la propaganda, aunque luego al poco de acabar esa contienda se demostraron como falsas toda esas historias horribles sobre los alemanes y la actuación de su ejército por las zonas por donde se movían.
Hay una gran diferencia entre la propaganda alemana y la aliada durante la Gran Guerra. En el primer caso, los alemanes mostraban a sus enemigos criticándolos desde un punto de vista racional. Es decir, llamaban más a la razón que a la emoción. Era el caso contrario de los aliados, que presentaban a los alemanes como bestias inhumanas y sedientas de sangre. Os invito a que veáis los carteles que podéis encontrar en internet. Se explican por si mismos.
Los aliados y los ingleses en particular se demostraron como maestros en la manipulación mundial al propagar unos relatos fantásticos de la maldad alemana. Desde el principio de la guerra, estas historias terribles llenaban los periódicos ingleses y americanos. Como dato hay que saber que en aquel momento los periódicos americanos dependían de los servicios de noticias británicos en aquellas noticias sobre Europa, y que se enviaban vía cable submarino que controlaba Inglaterra. Los alemanes no tenían acceso a los medios USA e Inglaterra ya se preocupó de ello cortando los seis cables transatlánticos alemanes a USA.
Las primeras noticias de las atrocidades alemanas empezaron cuando el ejército alemán cruzó Bélgica para luchar contra Francia, al principio de la contienda. No era el propósito alemán el atacar u ocupar Bélgica, sino flanquear las defensas francesas y poder alcanzar rápidamente París. Esta estrategia fue conocida como el “Plan Schlieffen”, que Alemania creía que era la única forma para conseguir una victoria rápida sobre Francia. La “violación” alemana de la neutral Bélgica sirvió de pretexto a los ingleses para declarar la guerra a Alemania, a pesar de que la verdadera razón era económica... y ya había sido tomada tiempo atrás. Pero para entrar en guerra había que conseguir el apoyo público y las oportunidades propagandísticas que ofrecía la entrada alemana en Bélgica y las atrocidades falsas eran enormes. Se encontraron “testigos oculares” que describían a los “Hunos con cascos puntiagudos” lanzando al aire a bebés belgas y ensartándolos al vuelo en sus bayonetas mientras marchaban cantando canciones guerreras. También hubo historias de soldados alemanes amputando las manos de los jóvenes belgas y la razón era que así no podrían disparar... Historias de mujeres belgas con los pechos amputados se multiplicaron aún más. Las violaciones eran las historias favoritas de todos los cuentos de atrocidades. Incluso hubo historias de soldados aliados crucificados. No olvidemos que en aquel momento occidente era bastante más religioso que hoy y esto era algo ultrajante e insoportable. Me gustaría añadir que de todas las pruebas aceptadas en un juicio en la actualidad, los testimonios de “testigos oculares” son las menos sólidas.
También hubo un tour de un grupo de belgas por los USA, pagado por el gobierno británico, explicando estas historias directamente. Inglaterra quería que los USA se involucrasen en la guerra lo antes posible. Incluso el presidente Woodrow Wilson les recibió en la Casa Blanca.
Alemania negó todas estas historias y también lo hicieron los periodistas USA que estaban con el ejército alemán y sabían que eran mentiras, pero esto no llegó a los periódicos USA ya que Inglaterra controlaba, como he dicho antes, el flujo informativo hacia America. Ante todo ello y para ganar credibilidad, los ingleses llamaron al vizconde James Bryce a principios de 1915 para encabezar una comisión que llevase a cabo una investigación. Por supuesto que el gobierno británico quería que Bryce respaldase esta falsa propaganda que, efectivamente, él siguió al pie de la letra. Bryce era un conocido historiador con una buena reputación en los USA. No sólo fue embajador en Washington, sino que había escrito varios libros sobre el gobierno americano. Los ingleses sabían que lo que dijese sería creíble, además Bryce era leal a su país y por lo tanto era perfecto para ese trabajo.
Bryce y su equipo de seis personas todos abogados, historiadores y académicos “analizaron”, si se puede decir así, unas 1.200 declaraciones escritas de “testigos oculares” que decían haber visto esas atrocidades alemanas de primera mano. Casi todo los relatos venían de belgas que dejaron Bélgica como refugiados en Inglaterra y también de algunos soldados ingleses en Francia. La comisión de Bryce jamás interrogó directamente a ninguno de esos “testigos oculares” y se fiaron de su declaración escrita. Debido a que había una guerra en marcha, no hubo investigación de las supuestas atrocidades sobre el terreno. Además ningún “testigo ocular” fue identificado por el nombre, ni siquiera los soldados. La comisión confirmó oficialmente que esas historias, independientemente de su fantasía, eran ciertas. Esta investigación manipulada fue otra parte de la campaña de propaganda anti-alemana.
El “Informe Bryce” fue entregado el 13 de Mayo de 1915, y el gobierno británico se preocupó de que llegase a los periódicos de los USA. El impacto fue fenomenal, especialmente porque llegaba a los pocos días del hundimiento del barco Lusitania por un submarino alemán, y que provocó la muerte de 135 americanos. El ultraje llegó a todos los USA y hubo una ola de rechazo a Alemania. De repente, los americanos pedían la guerra: objetivo cumplido.
Pero también hubo escépticos del “Informe Bryce”. En Inglaterra, Sir Roger Casement dijo que el informe era mentira y escribió un artículo refutándolo, pero no consiguió eco alguno. El abogado americano Clearance Darrow, fue tan escéptico que viajó a Francia en 1915 y buscó en vano a un sólo “testigo ocular” que pudiese confirmar una sola de las historias del “Informe Bryce”. Su duda iba en incremento hasta el punto que ofreció públicamente 1.000$ (¡¡hoy serían unos 25.000$!!), a cualquiera que pudiese presentarle a un solo chico belga al que le hubiesen amputado las manos los soldados alemanes, o a cualquier otra víctima belga o francesa que hubiese sido mutilada por las tropas alemana. No encontró a nadie.
Las “pruebas” aportadas por el comité de Bryce en su investigación y los métodos empleados para su obtención, violaron cualquier regla elemental con las pruebas. Académicos serios han demostrado de largo que el todo el informe había sido hecho con distorsiones y falsedades. Pero Inglaterra estaba decidida a empujar a los USA a la guerra y Bryce y sus colegas fueron cómplices en ese esfuerzo británico. Justificaron sus mentiras y exageraciones
Hay una gran diferencia entre la propaganda alemana y la aliada durante la Gran Guerra. En el primer caso, los alemanes mostraban a sus enemigos criticándolos desde un punto de vista racional. Es decir, llamaban más a la razón que a la emoción. Era el caso contrario de los aliados, que presentaban a los alemanes como bestias inhumanas y sedientas de sangre. Os invito a que veáis los carteles que podéis encontrar en internet. Se explican por si mismos.
Los aliados y los ingleses en particular se demostraron como maestros en la manipulación mundial al propagar unos relatos fantásticos de la maldad alemana. Desde el principio de la guerra, estas historias terribles llenaban los periódicos ingleses y americanos. Como dato hay que saber que en aquel momento los periódicos americanos dependían de los servicios de noticias británicos en aquellas noticias sobre Europa, y que se enviaban vía cable submarino que controlaba Inglaterra. Los alemanes no tenían acceso a los medios USA e Inglaterra ya se preocupó de ello cortando los seis cables transatlánticos alemanes a USA.
Las primeras noticias de las atrocidades alemanas empezaron cuando el ejército alemán cruzó Bélgica para luchar contra Francia, al principio de la contienda. No era el propósito alemán el atacar u ocupar Bélgica, sino flanquear las defensas francesas y poder alcanzar rápidamente París. Esta estrategia fue conocida como el “Plan Schlieffen”, que Alemania creía que era la única forma para conseguir una victoria rápida sobre Francia. La “violación” alemana de la neutral Bélgica sirvió de pretexto a los ingleses para declarar la guerra a Alemania, a pesar de que la verdadera razón era económica... y ya había sido tomada tiempo atrás. Pero para entrar en guerra había que conseguir el apoyo público y las oportunidades propagandísticas que ofrecía la entrada alemana en Bélgica y las atrocidades falsas eran enormes. Se encontraron “testigos oculares” que describían a los “Hunos con cascos puntiagudos” lanzando al aire a bebés belgas y ensartándolos al vuelo en sus bayonetas mientras marchaban cantando canciones guerreras. También hubo historias de soldados alemanes amputando las manos de los jóvenes belgas y la razón era que así no podrían disparar... Historias de mujeres belgas con los pechos amputados se multiplicaron aún más. Las violaciones eran las historias favoritas de todos los cuentos de atrocidades. Incluso hubo historias de soldados aliados crucificados. No olvidemos que en aquel momento occidente era bastante más religioso que hoy y esto era algo ultrajante e insoportable. Me gustaría añadir que de todas las pruebas aceptadas en un juicio en la actualidad, los testimonios de “testigos oculares” son las menos sólidas.
También hubo un tour de un grupo de belgas por los USA, pagado por el gobierno británico, explicando estas historias directamente. Inglaterra quería que los USA se involucrasen en la guerra lo antes posible. Incluso el presidente Woodrow Wilson les recibió en la Casa Blanca.
Alemania negó todas estas historias y también lo hicieron los periodistas USA que estaban con el ejército alemán y sabían que eran mentiras, pero esto no llegó a los periódicos USA ya que Inglaterra controlaba, como he dicho antes, el flujo informativo hacia America. Ante todo ello y para ganar credibilidad, los ingleses llamaron al vizconde James Bryce a principios de 1915 para encabezar una comisión que llevase a cabo una investigación. Por supuesto que el gobierno británico quería que Bryce respaldase esta falsa propaganda que, efectivamente, él siguió al pie de la letra. Bryce era un conocido historiador con una buena reputación en los USA. No sólo fue embajador en Washington, sino que había escrito varios libros sobre el gobierno americano. Los ingleses sabían que lo que dijese sería creíble, además Bryce era leal a su país y por lo tanto era perfecto para ese trabajo.
Bryce y su equipo de seis personas todos abogados, historiadores y académicos “analizaron”, si se puede decir así, unas 1.200 declaraciones escritas de “testigos oculares” que decían haber visto esas atrocidades alemanas de primera mano. Casi todo los relatos venían de belgas que dejaron Bélgica como refugiados en Inglaterra y también de algunos soldados ingleses en Francia. La comisión de Bryce jamás interrogó directamente a ninguno de esos “testigos oculares” y se fiaron de su declaración escrita. Debido a que había una guerra en marcha, no hubo investigación de las supuestas atrocidades sobre el terreno. Además ningún “testigo ocular” fue identificado por el nombre, ni siquiera los soldados. La comisión confirmó oficialmente que esas historias, independientemente de su fantasía, eran ciertas. Esta investigación manipulada fue otra parte de la campaña de propaganda anti-alemana.
El “Informe Bryce” fue entregado el 13 de Mayo de 1915, y el gobierno británico se preocupó de que llegase a los periódicos de los USA. El impacto fue fenomenal, especialmente porque llegaba a los pocos días del hundimiento del barco Lusitania por un submarino alemán, y que provocó la muerte de 135 americanos. El ultraje llegó a todos los USA y hubo una ola de rechazo a Alemania. De repente, los americanos pedían la guerra: objetivo cumplido.
Pero también hubo escépticos del “Informe Bryce”. En Inglaterra, Sir Roger Casement dijo que el informe era mentira y escribió un artículo refutándolo, pero no consiguió eco alguno. El abogado americano Clearance Darrow, fue tan escéptico que viajó a Francia en 1915 y buscó en vano a un sólo “testigo ocular” que pudiese confirmar una sola de las historias del “Informe Bryce”. Su duda iba en incremento hasta el punto que ofreció públicamente 1.000$ (¡¡hoy serían unos 25.000$!!), a cualquiera que pudiese presentarle a un solo chico belga al que le hubiesen amputado las manos los soldados alemanes, o a cualquier otra víctima belga o francesa que hubiese sido mutilada por las tropas alemana. No encontró a nadie.
Las “pruebas” aportadas por el comité de Bryce en su investigación y los métodos empleados para su obtención, violaron cualquier regla elemental con las pruebas. Académicos serios han demostrado de largo que el todo el informe había sido hecho con distorsiones y falsedades. Pero Inglaterra estaba decidida a empujar a los USA a la guerra y Bryce y sus colegas fueron cómplices en ese esfuerzo británico. Justificaron sus mentiras y exageraciones
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