lunes, 26 de enero de 2015

POR SU SEGURIDAD (Editado originalmente el 16/12/2013)

Este no es un artículo amable. Ni lo pretende, ni quiere serlo. El asunto que trata es de la máxima seriedad y nos afecta a todos, sin distinción de persona, sexo, raza, país o continente. Trata de la nueva dictadura que de forma sutil, implacable y siguiendo su propio ritmo establecido, nos va atenazando en todas las áreas de nuestra vida. Bajo los epígrafes gubernamentales supuestamente bondadosos como “Por su seguridad”, “Lo hacemos por usted”, “Pensamos en usted”, “No podemos conducir por usted” y otros a cual más hipócrita, se esconde un factor de dominación y de control de nuestras vidas absoluto. Los avances tecnológicos, que siempre van a más, son una herramienta formidable en manos de quienes quieren saber todo lo hacemos siempre, en todo momento. Sin descanso.

Este artículo también surgió de mi interés particular por todos aquellos asuntos que tienen que ver con nuestra vida normal y corriente. Son situaciones diarias, normales que para cualquier persona quizás no representen nada en particular, pero que una vez analizadas, representan mucho. Por ejemplo, el año pasado tuve que ir a Madrid desde Barcelona en el Puente Aéreo. Cada vez que debo viajar en avión he de reconocer que me resulta incómodo por los antes y después del vuelo. Creo que el tiempo que pasamos antes de subir a bordo, los controles y la humillación por la que nos vemos obligados a pasar, son en muchos casos una auténtica pérdida de tiempo, así como al llegar a destino y las esperas, sino pérdidas, del equipaje en las cintas de entrega. Todo es muy complicado.

En ese viaje y antes de embarcar tuve que pasar, como todos los viajeros, el consabido control y arco de seguridad. Tras haberme despojado de todo aquello que podía sonar y que unas pantallas de televisión me mostraban con todo lujo de detalles (relojes, monedas, anillos, cartera, cinturón, ordenador, etc…) y con el omnipresente “POR SU SEGURIDAD”, me dispuse a pasar bajo el arco de control. Una vez atravesado el pitido sonó implacable, indicando que llevaba algo no adecuado para los niveles de seguridad establecidos. Un empleado de una empresa privada situado junto al arco me preguntó si llevaba algo más. Le indiqué que no y me hizo pasar de nuevo por el arco. Éste siguió con su pitido. En aquel momento y con un lector manual que pasó sobre mi persona, me dijo con aire de suficiencia “Son los zapatos. Tiene que quitárselos y pasarlos por allí” dijo indicándome el scanner por donde pasan las bolsas de mano y otros complementos. Evidentemente, yo no iba vestido de terrorista, mi traje y corbata delataban que era uno más de los miles de trabajadores de empresa que pasan a diario por la terminal, sin más intención que viajar. Le pedí por favor que no me hiciese sacar los zapatos.

En aquel momento soltó la frase lapidaria y triunfal “Es por su seguridad”. He de reconocer que en ese momento y tras haber seguido todas las recomendaciones por absurdas que sonasen, un cabreo perfectamente descriptible me inundó. “¡Será por la suya!” le dije de inmediato “Aquí el único que va armado es usted.  Yo no llevo armas. Seguramente ustedes nos tienen miedo y nos humillan de esta forma. ¡Ya está bien!”. Mi interlocutor se quedó un momento sin habla, le descoloqué. Seguidamente se giró y solicitó a uno de los Guardias Civiles que suelen estár situados más atrás, que se personase allí. “Este pasajero no quiere quitarse los zapatos” le dijo solícito. El Guardia Civil, sin duda más profesional, comprendiendo la situación de inmediato y en un tono muy educado me dijo “Comprenderá que cumplimos órdenes de la superioridad, no es por nuestro gusto” Eso me sonó bien, aunque ¿quién forma parte de esa Superioridad. A quién se le han ocurrido estas sandeces?. “Seguramente la alarma ha sonado por los ojales metálicos de sus zapatos, por donde pasan los cordones”. Así era. “Le ruego que ponga sus zapatos en el scanner, y pase usted sin más problemas”. Así lo hice y efectivamente, sin zapatos y aguantándome el pantalón, pude pasar. Es evidente que yo había tratado con dos personas que, a pesar de que obligan a la cumplimentación de las normas, ellos son meros peones sin más entidad. Son ejecutores, pero no los culpables, no los inductores. Tras todo este show, cuando voy a Madrid utilizo el AVE. Ya no me humillan, voy más cómodo y gano bastante más tiempo y dinero.

¿Cual es la lección de todo este asunto que pasó un día cualquiera, en un aeropuerto cualquiera y piense el lector cuantas veces ha vivido escenas así? Básicamente, que en cumplimiento de una supuesta norma de seguridad que surge tras el derrumbe del New York World Trade Center el 11/S y para evitar ataques o acciones terroristas en medios aéreos de transporte, todos somos sospechosos y tratados de forma humillante. No tengo dudas que es peor el remedio que la enfermedad. El tiempo que se pierde en esos absurdos controles que cualquier terrorista tiene claro y evita (hay muchas formas de introducir armas o bombas en el avión, no tengan dudas), no evitan realmente un atentado. La bomba se puede poner en un barco, autobús, tren, edificio, etc… Pero ese no es el objetivo real de los que mandan. No es nuestra seguridad lo que está en juego, esa es la excusa, es la de ellos. El objetivo real es ver cual es la capacidad de aguante de la población ante órdenes oficiales absurdas, humillaciones de todo tipo, controles, etc…, y comprobar el nivel de aceptación y resignación de la gente.

Sin duda nuestra capacidad ovejuna de aguante es superior a cualquier previsión llevada a cabo por la “Superioridad”, esté donde esté ese ente. Esa “Superioridad” nos tiene miedo, no se fía de nosotros y quiere saber todo de cualquiera en cualquier momento. Tiene que controlarnos, para aplastarnos con su poder. Somos sospechosos y peligrosos a sus ojos y no cejará en aumentar su presión, hasta convertirnos en ganado, bebiendo, comiendo y siendo entretenidos con sus productos, fabricados por sus multinacionales y espectáculos que nos ofrecen sin descanso y para mejorar nuestra vida, pero siempre… ¡por nuestra seguridad!.

4 comentarios:

  1. Excelente análisis. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Muy correctos sus comentarios. Pero no me extranaria que fuera usted uno de los que mas criticaran a las autoridades si esos chequeos se eliminaran y entonces se produjera un acto terrorista.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Apreciado Antfreire, agradezco su aportación.
    Si piensa eso es que no me conoce (aunque puedo entender que lo piense)
    No son controles por mi seguridad, es por la de ellos. Un terrorista de verdad no va por esas puertas de los aeropuertos y usted lo sabe como yo.
    Es una humillación contínua del ciudadano para que vaya tragando. Nos tienen miedo y nos atenazan con medidas estúpidas e ineficaces. Si pudiesen conducir por nosotros, no nos permitirían conducir y todo se andará...
    Saludos y reitero mi agradecimiento, Felipe Botaya

    ResponderEliminar