Ahora que ya ha pasado un tiempo de la tormenta que cayó sobre el libro de Hergé “TINTÍN EN EL CONGO”, creo que puede ser bueno escribir algo sobre ello. Las cosas hay que analizarlas con la cabeza fría para entresacar su verdadero contenido y ver qué sucedió realmente con ese famoso libro del joven explorador belga en uno de sus viajes por el mundo.
Desde 2007 un ciudadano congoleño afincado en Bélgica, Bienvenu Mbutu Mondondo ha perseguido, yo diría que casi una cruzada, el libro de Hergé para conseguir su prohibición total. Según el equipo de abogados que asesoraba a Mondondo, el libro de Tintín “TINTÍN EN EL CONGO” es “una justificación de la colonización y del supremacismo blanco”, que debe ser perseguido por racista bajo la ley belga y expulsado de las estanterías de libros”. Como podemos imaginar, el abogado del editor y de los derechos de autor, Alain Berenboom, rechazó los cargos como “una lectura totalmente alterada” y que la obra de Hergé “era un mero reflejo de su tiempo”. No olvidemos que se han vendido más de diez millones de copias de este libro en concreto y hasta la fecha, que yo sepa, nadie se había quejado.
El abogado del editor también indicó que el libro reflejaba el “tipo de paternalismo de los años 30, cuando fue publicado por primera vez”. También dijo que Hergé “escribió y dibujó el libro cuando tenía 23 años y que nunca salió de Bélgica. Su inspiración fueron las historias de los misioneros, objetos en los museos y artículos en la prensa burguesa y conservadora de la época”.
Tengo muy claro como dije en el artículo anterior a este “La Agenda “Políticamente Correcta de los Historiadores”, que no se puede juzgar una obra de entonces con nuestros ojos de hoy. Para un lector de hoy, empapado de multiculturalismo, multurracial, sostenibilidad, feminismo, tolerancia, diálogo y demás zarandajas de la izquierda, las escenas descritas en esta aventura de Tintín pueden ir de la incorrección política a la ofensa. Recuerdo una en la que una negra se inclina ante Tintín diciendo “Hombre blanco muy grande. ¡Señor blanco es un gran hombre ju ju!”. Sencillamente, hacía reír y ya está.
El año pasado, la justicia belga ya emitió su veredicto diciendo que el libro no era racista y por ello no estaba prohibida su publicación y difusión en suelo belga, tal como había solicitado el tal Mondondo. Pero claro, ya estaba puesta la semilla de la discordia ya que en la “políticamente correcta” Inglaterra, este libro comenzó a venderse con una tira externa en la que se avisaba al lector de que el contenido del libro podía ser ofensivo. De todas formas, este tipo de acciones aparentemente buenas (nunca lo son), tienen un doble filo ya que ahora es uno de los libros más vendidos de Hergé y quien no había caído en ese posible insulto a los negros, ahora se lo pasa en grande con la lectura “políticamente incorrecta” del mismo.
De todas formas, para mí hay algo que hemos de analizar y reflexionar: ¿Como es posible que un congoleño pueda pensar que puede venir y vivir en Bélgica y decirle a los belgas que tipo de tebeos o libros pueden tener o leer en su propia casa? La respuesta es muy simple: Porque puede. Esto es otro ejemplo de nuestra cobardía patológica que nos han inyectado durante muchos años, para no defender lo nuestro ante gente que no tiene nada que ver con nosotros, que son de imposible integración ni interés para nuestra cultura y forma de vida. Si el mensaje emanado de las sociedades europeas o derivadas de la misma fuese que los blancos van primero y por delante en virtud de como son y están en su propia tierra, y que desde un punto de vista legal los extranjeros genéticamente distantes van en último lugar, como sucede en las repúblicas del África negra en la actualidad, el tal Mondondo, no hubiese escogido jamás el quedarse en Bélgica, ni hubiese tenido la audacia o pretensiones de decirle a los belgas lo que se les permitía hacer en su propia casa.
En conexión con todo esto y como movimiento globalista y las abstracciones de la Iluminación, creo que los franceses y los norteamericanos se han llevado la peor parte. Francia perdió su más próspera y provechosa colonia; Haiti. Hoy es el país más pobre del hemisferio occidental y uno de los más corruptos del mundo. Se llamaba Santo Domingo y se decía que era “la perla de las Antillas”. En su libro de 1914 “La Revolución Francesa en Santo Domingo”, Lothrop Stoddard, explica como las noticias y las ideas de la revolución en Francia, acabaron inflamando a la enorme población negra de la colonia y disparó una guerra racial de quince años, que acabó con un régimen negro y la exterminación de todos los blancos que aun estaban allí.
Los Estados Unidos también han acabado con un supremacismo negro, pero con la salvedad es que la destrucción de prosperidad y el proceso de eliminación de los blancos en puestos de relevantes fue hecho bajo mano, más lento y más insidioso. En ambos casos fueron los blancos los que aportaron las ideas, el dinero y mucho de la organización y sobre todo blancos que creían vehementemente en la ideología de su propia inmolación. Ninguna víctima del globalismo o la Iluminación ha aprendido la lección. Al contrario, siguen activamente persiguiendo su aplicación y aprobando cualquier solicitud o demanda hecha por activistas étnicos no europeos, que se han apropiado de esos buenismos abstractos y estúpidos, para sus propios fines.
Por una gran variedad de razones que van desde lo cultural, sociobiológico o fisiológico, las abstracciones de la Iluminación y su consecuente concepción de que es universalmente aplicable, son invenciones del Norte de Europa. Por ello, fueron europeos blancos, empezando por el Imperio Británico, los primeros en abolir la esclavitud, mientras que los reyezuelos africanos se escandalizaban por ello, por su abolición.
Es curioso que el tal Mondondo como congoleño, pontifique sobre racismo, colonialismo y supremacismo blanco, mientras que en el Congo aún se espera que llegue la era de oro de los derechos humanos. Los Bantues, en la República del Congo practican la esclavitud hoy con los pigmeos, mientras que su vecinos de la República Democrática del Congo, han estado practicando el canibalismo con los pigmeos también en una campaña de exterminación, como mínimo hasta el 2003 según la ONU. ¿Donde está el ultraje del tal Mondondo por esta barbaridad inhumana? Mientras que la gente es devorada o esclavizada en su tierra, el tal Mondondo reside confortablemente en Bélgica, persiguiendo judicialmente al editor de un libro de más de ochenta años.
El tal Mondondo debería callar y agradecer las oportunidades que tiene la suerte de disfrutar en Bélgica. El hecho es que él tenga el tiempo, seguramente el dinero y la tranquilidad de pensamiento para enredarse en batallas legales sobre un viejo libro, nos sirve de testimonio de la mucha mejor vida que hay en Europa que en el Congo, donde seguramente tendría otros problemas que encarar. Allí las enfermedades y el hambre son moneda común. Los traficantes de armas matan a civiles, destruyen la propiedad y violan. La corrupción está entre las más altas del mundo, las elecciones están amañadas, los golpes de estado son frecuentes y la expectativa de vida está por debajo de los 54 años. Creo que un congoleño debería preocuparse por ello.
El tal Mondondo debería recordar también que bajo lo que el considera la supremacía blanca, la República Democrática del Congo fue el país más industrializado del continente negro tras Sudáfrica. Y que bajo el supremacismo negro se ha convertido en el segundo país más pobre del planeta. Sólo puedo pensar que Hergé pintó un ¡Congo idílico!
Y por útimo, yo leí y tengo el libro en su edición de los años 60’s y era un libro entretenido. No me convirtió en un fiero defensor del supremacismo blanco. Al contrario, son personas como el tal Mondondo y otros como él que tienen la cabeza llena de ese supuesto supremacismo blanco, los que me han convertido en alguien que no quiere tolerar cosas que afectan al sentido común y que son mentiras de cabo a rabo (pero un buen negocio para algunos...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario