jueves, 1 de enero de 2015

ARRASAR ALEMANIA (Editado originalmente el 4/6/2012)

Cuando vemos tanta película, informe, palabrería y demás sobre la maldad intrinsica de los alemanes durante la II Guerra Mundial y por contra la bondad infinita de los aliados en la misma, hay algo que chirría inevitablemente. Sencillamente, es imposible, no es verdad. Lo lamento por los que piensen lo contrario. Veamos algún ejemplo.

Un personaje adorado hasta la saciedad ha sido Winston Churchill, el premier británico durante la gran contienda. Fue un hombre camaleónico y de grandes cambios de opinión y acción durante su vida. Seguramente su intransigencia permitió que la guerra se extendiese en el tiempo y en el horror, ya que en ningún momento quiso hablar de paz con Alemania, a pesar de los repetidos intentos de Hitler en ello. Su estilo fue implacable y afortunadamente algunas de sus ideas para aplicar sobre Alemania no se llevaron a cabo. Veamos la catadura moral del personaje.

En un informe militar secreto, Churchill le dijo a sus asesores que quería arrasar Alemania con gas venenoso. Este informe de Churchill de Julio de 1944 a su general del Estado Mayor Hastings Ismay, apareció en la revista “American Heritage” en su número de Agosto/Septiembre de 1985. Su contenido no tiene desperdicio. En él Churchill habla sin ambigüedades. El informe de cuatro páginas empieza: “Le solicito que piense muy seriamente sobre el asunto del gas venenoso. Es absurdo considerar la moralidad en este asunto, cuando todo el mundo lo utilizó en la última guerra, sin una sola palabra de queja de los moralistas o la Iglesia. Por otro lado, en la última guerra los bombardeos sobre las ciudades estaban prohibidos. Ahora todos lo hacen como algo normal. Es una simple cuestión de cambio de moda, como sucede con las faldas largas o cortas en las mujeres”

El informe dice de repente “Quiero que se haga un cálculo frío de cómo utilizar el gas venenoso... Realmente uno no tiene que pensar en convicciones estúpidas de si eso se hacia así en la última guerra y lo que se hace en esta” Y Churchill propone de forma específica “Podemos arrasar las ciudades del Ruhr y muchas otras ciudades en Alemania de tal manera que la mayoría de la población requerirá atención médica constante... En algunas semanas o meses cuando le pida que arrase Alemania con gas venenoso lo haremos al cien por cien. Al mismo tiempo, quiero este asunto analizado con sangre fría por gente sensible y no por derrotistas uniformados  que cantan salmos y que nos los cruzamos ahora por aquí y ahora por allí...”

La propuesta de Churchill, que habría violado la Convención de Ginebra de 1925 que prohibía el uso de gas venenoso, no se llevó a cabo jamás. Sus asesores militares argumentaron que el uso del gas cambiaría los planes de los aliados del bombardeo estratégico y efectivo actual sobre ciudades e industria alemanas. Los ataques con gas no habrían sido decisivos, temían, y Alemania podría lanzarlos también sobre Inglaterra de forma devastadora. Churchill se quejó privadamente a un asesor de que “él no estaba del todo convencido por este informe negativo. Claramente no puedo estar en contra de las personas y los militares al mismo tiempo”.

El artículo citado del “American Heritage” escrito por el profesor de historia de la Universidad de Stanford Barton J. Bernstein, también dice que los altos mandos norteamericanos urgieron para lanzar gas venenoso contra Japón. El Mayor General William N. Porter, Jefe del Servicio de Guerra Química, alegó a mediados de Diciembre de 1943, ante los mandos del ejército de los Estados Unidos, para iniciar la guerra de gases venenosos contra los japoneses y también en varias ocasiones en 1945 el General George C. Marshall, Jefe Superior del Ejército, urgió para el uso de gases venenosos en el Pacífico. Pensemos que había un cierto apoyo popular, aunque minoritario. El New York Daily News declaró “Debemos gasear Japón”. Y el Washington Times-Herald estaba de acuerdo diciendo “Podéis cocerlos mejor con gas”. Después de la guerra, el General Marshall explicó que la razón principal para no haber usado el gas venenoso en el pacífico y Japón fue la oposición de los ingleses, que temían que una desesperada Alemania pudiese usarlo en Europa.
 
Los Estados Unidos fabricaron unas 135.000 toneladas de agentes químicos durante la guerra, mientras que Alemania unas 70.000, Inglaterra unas 40.000 y Japón sólo 7.500. A pesar de que los aliados tenían más en sus almacenes, seguían siendo los gases venenosos tradicionales. Los alemanes habían desarrollado gases nerviosos muy adelantados como los devastadores Tabun, Sarin y Soman. Nunca fueron utilizados.

Después de la guerra, un experto británico en guerra química, dictaminó que “Alemania podría haber retrasado el desembarco de Normandía en más de seis meses si hubiesen tenido el gas. Este retraso le hubiese dado tiempo a los alemanes para completar sus nuevas armas, que hubiesen hecho mucho más difícil el trabajo de los aliados y empeorado los bombardeos británicos”. Opino que no era necesario ya que no estaba en el ánimo alemán el uso de estas armas. Incluso en Marzo y Abril de 1945, cuando la resistencia alemana cedía rápidamente, Alemania mantuvo el compromiso de no usar gases venenosos, ni siquiera contra las hordas comunistas. Hitler rechazó el considerar el uso de estas armas en parte por su experiencia personal en el frente que le dejó ciego temporalmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario