miércoles, 28 de enero de 2015

NUREMBERG Y HESS (Editado originalmente el 4/4/2013)


Tras esquivar a un Spitfire y a la defensa aérea inglesa en una misión de paz ciertamente cándida, Rudolf Hess fue detenido por los británicos y Winston Churchill rechazó cualquier trato de paz con Alemania de forma inmediata. Y además Hess fue encarcelado como prisionera de guerra a pesar de que tanto su avión como él iban desarmados y había volado hasta allí de forma libre. Este embajador de paz permaneció encarcelado hasta su muerte a los 93 años en 1987.

En aquel momento histórico Churchill no dijo nada sobre el asunto Hess. Se cubrió con un manto de silencio oficial implacable. Había entonces en Inglaterra un movimiento muy fuerte por la paz y Churchill temía que este movimiento le sacase de la poltrona de su ministerio por no intentar un acuerdo con Alemania. Parece que Churchill no tenía en cuenta los cientos de miles de soldados ingleses que tenían que morir a partir de ese momento por su decisión.

Seguramente para muchos la muerte de este hombre, que perteneció al círculo íntimo del Führer hasta el inicio de la guerra, significó el fín de un tiempo terrible. Sin embargo y desde mi punto de vista, fue una víctima de la cruel justicia de los vencedores. Seguramente Hess representa más que nadie la hipocresía del tribunal de Nuremberg, pero ¿cómo fue todo eso?

Al poco tiempo de acabar la guerra en 1945, Hess fue llevado a Nuremberg para ser juzgado junto a otros líderes alemanes por los Estados Unidos, Inglaterra, la Unión Soviética y Francia como “criminal de guerra”. Creo que Hess fue tratado con más injusticia que cualquier otro de los encausados y el mismo tribunal no tenía ni la altura legal ni moral para juzgar a nadie. Muchas personas importantes en Europa y Estados Unidos ya indicaron que ese proceso violaba dos principios fundamentales del derecho y la defensa:

Fue un juicio de los vencedores sobre los vencidos. Lo vencedores eran juez y parte, además de fiscales, supuestas víctimas y en parte complices por el caso de Unión Soviética por iniciar la II Guerra Mundial.
 
Los cargos acusatorios fueron creados para la ocasión y definidos tras el hecho. Lo que se llama “ex post facto”

El Responsable de Justicia de la Corte Suprema de los Estados Unidos Harlan Fiske denominó al tribunal y su justicia como un fraude.  El fiscal en Jefe de los Estados Unidos Jackson decía “no me importa lo que les pase a los nazis, pero odio ver la pretensión de que esto es una corte y que se procede según la ley. Esto es un fraude”. El adjunto a la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, William O. Douglas, cargó contra los aliados diciendo que eran culpables por “sustituir el principio por el poder” en Nuremberg. Y también escribió más tarde “Yo pensaba entonces y aún pienso que el Juicio de Nuremberg no tenían principios. La ley se creó “ex post facto” para acomodarse a la pasión y el clamor del momento”.

Lo que más me disgusta a mi de todo este asunto además de lo que he citado hasta ahora, es la participación soviética en el juicio. Creo que es lo que le dio el aura de “show” y de mínima  credibilidad al mismo. Por ejemplo, el juez I.T. Nikitchenko que presidió la solemne sesión de apertura, fue juez en los infames “Juicios de Moscú” de 1936 juzgando y ejecutando a Zinoviev y Kamenev entre otros muchos. No creo que fuese un juez imparcial en Nuremberg con ese precedente por el cual debería de haber sido encarcelado como mínimo.
 
Pero el trato dado a Hess muestra la injusticia que prevaleció en todo ese tiempo. Estaba entre los acusados sobre todo porque había sido lugarteniente de Hitler. Sus deberes con el Führer tengo claro que eran totalmente ceremoniales. Llevaba a cabo el discurso anual a la nación en Navidad, recibía a delegaciones de alemanes étnicos del extranjero que visitaban Alemania, aparecía en actos de caridad popular y presentaba al Führer en el Congreso Anual del Partido en Nuremberg. Recuerdo esa imagen de la película de Leni Riefensthal “El Triunfo de la Voluntad”, donde Hess aparece como maestro de ceremonias con ojos muy abiertos y casi en éxtasis al dar paso a Hitler. Seguramente es la imagen más popular o conocida de él durante aquel período.

Curiosamente, se le conocía como la “Consciencia del Partido” y muy a menudo usaba su influencia para intervenir en defensa de las víctimas por persecuciones de los extremistas del partido nazi. En su detallado estudio “Justicia en Nuremberg” muy crítico con los alemanes, el historiador Robert E. Conot denomina a Hess como un “hombre decente y honesto” y “un pacifista de corazón”. En su acusación, los cuatro poderes aliados le presentaron de la forma más siniestra posible y diciendo que Hess ya empezó sus actividades conspirativas al terminar al I Guerra Mundial enrolándose en organizaciones militaristas y nacionalistas. Y en el colmo del absurdo dijeron que “Hess fue uno de los miembros de la conspiración nazi que ya en 1933, tenía en su ánimo la completa dominación mundial”. Ya me explicarán cómo llegaron a esa conclusión... La parte de Hess en esa supuesta conspiración nazi es tan grande como el partido que dirigía, por la tanto, los crímenes del partido eran suyos.

De todas maneras, el encausamiento aliado contra Hess era débil. Hitler mantuvo a su lugarteniente en la sombra  en cuanto a su política exterior y decisiones militares. Sencillamente no tuvo nada que ver. Se estableció claramente en Nuremberg que Hess no estuvo presente en ninguna de las reuniones en la que Hitler discutía sus planes militares. Y evidentemente, él no tuvo nada que ver en lo que pasó en la guerra tras su vuelo a Escocia, ni mucho menos en el ataque a Rusia. De todas maneras, el tribunal declaró a Hess como culpable de “crímenes contra la paz, planificando y preparando una guerra agresiva” y “una conspiración con otros líderes alemanes para cometer esos crímenes, pero inocente de “crimenes de guerra” y “crímenes contra la humanidad”.

No creo que ningún historiador serio hoy pueda creer que Hess fue culpable de “crímenes contra la paz”. Toda la crítica contra él en los últimos tiempos vienen por su firma en las Leyes de Nuremberg de 1935, donde no se permitía a los judíos disfrutar de la plena ciudadanía y derechos como a los alemanes y prohibía las bodas o relaciones sexuales entre judíos y no-judíos. Se alega que estas leyes “abrieron el camino” para el Holocausto años después. Creo que su firma fue totalmente un acto protocolario gubernamental y dudo que tuviese que ver en el redactado de esas leyes. De todas maneras y aunque Hess hubiese estado involucrado en ese redactado, no podemos olvidar que eran de carácter doméstico y que tenían su contrapartida previa en muchos otros países también, entre ellos los Estados Unidos.
 
Creo que Hess no se congració con el tribunal ya que no expresó remordimientos por su soporte leal a Hitler y al régimen Nacionalsocialista, he hizo un discurso final en el que firmó su suerte futura. Si lo queremos ver bajo ese prisma, Albert Speer, ex-ministro de armamentos y que hizo mucho más que Hess, sólo fue condenado a 20 años de prisión. El juez soviético solicitó ejecutar a Hess y los demás prisión de por vida, excepto lo franceses que solicitaban 20 años de prisión. Fue internado en la prisión de Spandau.
 
Incluso Churchill en 1950 se lamentó sobre el trato que recibía Hess y escribió con la mayor hipocresía que “Viendo la historia de forma global, estoy contento de no ser el responsable de cómo   Hess ha sido y es tratado. Cualquiera que sea la culpabilidad moral de un alemán que estaba junto a Hitler, según mi punto de vista, Hess ha expiado todo ello por su completa y devota obra de lunático. Vino a nosotros de forma libre y, aunque sin autoridad, tenía una cierta importancia. Él era un caso médico y no criminal y así debe ser considerado”
 
La antigua prisión de Spandau fue demolida tras su muerte.

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