viernes, 23 de enero de 2015

¿QUIÉN PAGA LAS REVOLUCIONES? 1/2 (Editado originalmente el 5/5/2013)


Hay una pregunta muy catalana que yo me hago cada vez que veo manifestaciones, huelgas, “indignados” y follones sociales varios y es “¿quien paga todo esto?”. Porque aunque parezca mentira, todas esas supuestas muestras espontáneas valen dinero. Y quien paga manda... Y si no puede mandar, no paga. Así de claro. Me sorprende ver a estudiantes o personas en edad de trabajar que se pasan tranquilamente días y días en la manifestación de turno sin aparentes problemas económicos, ni un puesto de trabajo que les reclame esos días de asueto tomados por conciencia social...

Recomiendo un libro titulado “Revolution from Above” (La Revolución desde Arriba) del neozenlandés Kerry Bolton y que trata precisamente de mi pregunta arriba mencionada. El libro se cuestiona el ¿por qué la “izquierda” en sus varios disfraces: comunistas, antifascistas, feministas, gays, defensores del multiculturalismo, ecologistas y otros enemigos de la cultura europea tradicional, tienen siempre considerables recursos de todo tipo a su disposición? ¿Por qué esta gente siempre son recompensados con presencia constante en los medios e influyentes puestos académicos?

El libro indica que la respuesta es simple: la izquierda genérica es la criatura y la protegida del poder real “El Gran Capital” y por ello, la disolución de las naciones cristianas de occidente siempre ha sido un objetivo primordial de la élite financiera internacionalista, desde hace muchísimos años. Siempre he dicho y dejé constancia de ello en mi libro “No le llame negro, llámele subsahariano. Guía para evitar lo políticamente correcto”, que para cualquier revolución social hacen falta dos cosas: organización y dinero. El pueblo no tiene ninguna de las dos, pero la élite sí.

Bolton se centra en el último siglo de destrucción de los valores tradicionales, instituciones sociales como la familia a través de los políticos, universidades y los medios masivos. El libro contiene información valiosa sobre cómo Wall Street ha estado detrás de muchas revoluciones, desde los bolcheviques, hasta las ampliamente difundidas y recientes revoluciones de “colores” en las antiguas repúblicas de la Unión Soviética o la llamada “Primavera Árabe”. Ninguna escapa al control financiero que además son provocadas por ese mismo poder financiero para alcanzar sus objetivos de dominación total.

En este bien documentado trabajo, Bolton traza el inicio del fin de la civilización occidental unos siglos atrás, cuando los mercaderes y banqueros empezaron a reemplazar a la aristocracia propietaria de latifundios como clase dirigente, trayendo además la usura, industrialización, la urbanización, la miseria social y el valor económico de cualquier actividad. La paradoja aparente es que esencialmente esas mismas fuerzas crearon y alimentaron el socialismo/comunismo. 

Como demuestra Bolton, el socialismo/comunismo nunca ha sido el enemigo de “El Gran Capital”, incluso aunque la gran mayoría de socialistas hayan vivido y muerto creyendo en esa ilusión. Bolton indica que este desarrollo puede ser documentado tan atrás como en la Revolución Francesa, aunque empieza su relato en la Revolución Rusa de 1917. Y que los comunistas que conquistaron Rusia, fueron fuertemente financiados por Wall Street es una verdad histórica que no se puede discutir. Sin embargo, este dato es sistemáticamente ignorado en los libros de historia y documentales televisivos.

El financiero más importante de la revolución bolchevique fue Jacob Schiff, responsabel del banco de inversión judío Khun, Loeb &Co. Es interesante reseñar que su socio en la firma, su cuñado Paul Warburg, fue el arquitecto del Sistema de la Reserva Federal norteamericana. El hermano de Warburg, Félix, era el marido de la hija de Schiff, Frieda. Bolton dice que los USA han seguido una política exterior desde la época del presidente Woodrow Wilson, que ha sido dictada por los banqueros internacionalistas a través del CFR (Consejo de Relaciones Exteriores). Esta política exterior llega hasta la “revolución mundial” y mucho más allá de lo que promulgó Trotsky y los bolcheviques (pag 227)

El CFR fue fundado en 1921 en Nueva York. Sólo fue una formalidad ya que era dirigido por la misma camarilla de plutócratas que con su mundo académico y medios comprados, había dirigido la economía USA y sus políticas exteriores ya con Wilson desde 1913 hasta 1921. El CRF y su gemelo  al otro lado del Atlántico, el “Royal Institute of International Affairs fueron concebidos de hecho en el hotel Majestic de París el 30 de Mayo de 1919, durante las negociaciones del Tratado de Versalles. Estas dos instituciones han sido la cúspide de la estructura mundial de poder de la plutocracia organizada desde entonces.

Es curioso que ha habido pocos cambios desde los tiempos de Wilson que llevó a la guerra a los USA bajo el hipócrita slogan de “hacer más seguro al mundo para la democracia”. Su sucesor FD Roosevelt involucró a los USA en II Guerra Mundial con la misma retórica pomposa y de de hecho, inauguró una relación aun más amistosa con el mundo comunista. Y todos estaban en las manos de los mismos cosmopolitas del dinero, como Bernard Baruch, que fue consultor de ambos presidentes.
Siempre tuve claro y Bolton lo confirma, que el senador Joseph no luchaba contra molinos de viento cuando avisó a la nación de la infiltración comunista a los más altos niveles del aparato americano de poder. A pesar de que él no entendía, al principio, de que no era una simple red de espías de repente se encontró con algo muy poderoso y maligno. Bolton cita al historiador oficial del CFR Peter Grosse como sigue:

“Las preocupaciones empezaron a presionar al inicio de los años 50’s. La nación estaba en peligro de sucumbir a una cierta locura con el cebo del comunismo con la aparición en los titulares del senador Joseph R. McCarthy. No es sorprendente que los miembros del CFR estuviesen sólidamente unidos para contener al demagogo de Winsconsin (McCarthy). Bajo su retórica provocativa, había un velado ataque a la política exterior del gobierno de la Costa Este, cuyos miembros se reunían regularmente en conferencias a puerta cerrada en la Harold Pratt House”. Según Bolton y yo estoy de acuerdo con él, está es la verdadera razón por la que el nombre del bravo senador sigue siendo arrastrado por el barro desde entonces como sinónimo de paranoia política. MCCarthy había tocado la esencia del problema y a punto estuvo de desenmascarar al verdadero enemigo.

Bolton dice que si no hubiese sido por Stalin, el rápido desarrollo del gobierno mundial que ahora está en marcha, se hubiese impuesto justo después de la II Guerra Mundial. La razón principal de las Naciones Unidas es que iba a ser una organización mucho más potente de lo que en realidad se ha convertido. El tirano comunista no había eliminado a todos sus adversarios para convertirse en un mero subordinado de un poder externo e internacionalista. Por ello, según Bolton, la Guerra Fría no fue del todo un conflicto falso como se piensa. Cuando la Unión Soviética fue desmantelada, esas fuerzas no perdieron el tiempo en recuperar su vieja agenda de dominio: un gobierno global que haría un mundo seguro para la explotación.

Hoy el CFR opera a través de instituciones financiadas por los gobiernos, enmascaradas como organizaciones independientes que actúan con ideales muy nobles y democráticos. Uno de los méritos del libro es que no sólo muestra a los infames neoconservadores que quieren la guerra, como John Podhoretz, William Kristol, o Paul Wolfowitz,sino también a figuras menos conocidas como Max Schachtman y sus discípulos como Tom Kahn, que tuvo una considerable influencia en  la política exterior de Reagan y Carl Gershman uno de los promotores de la National Endowment for Democracy. Bolton dice que todos estos personajes eran Troskystas que en un momento se envolvieron en la bandera USA para ser más exitosos en su estrategia de revolución y dominación mundial y casi todos ellos, curiosamente, eran y son judíos. A pesar de que los judíos están sobre-representados en extremo no sólo en la política exterior USA, también lo estaban entre los ideólogos, políticos y financieros de la revolución rusa de 1917. Bolton dice que silenciar esta verdad ignora algo extremadamente importante y es el factor étnico y cultural de la revolución a nivel mundial. 

Actualmente, la gente está condicionada a rechazar cualquier información sobre los judíos que no sea en el sentido positivo. Aún es dudoso si esta situación puede ser entendida completamente y por qué el factor histórico judío en grandes movimientos sociales y políticos sea sistemáticamente ignorado. Esto no es ni bueno ni malo, simplemente es un factor de la historia que no se comenta y que quizás explicaría muchas acontecimientos con una claridad que hoy no hay. Por ejemplo, Jacob Schiffs dio apoyo financiero a los bolcheviques y su motivación fue el odio visceral al régimen zarista y no como una buena inversión, aunque lo fue ya que los comunistas siempre respetaron a su banco.

En el campo financiero es cierto que hay dinastías no judías, sin embargo nunca han mostrado ningún signo de solidaridad étnica con su propia gente, que es algo notorio entre la élite financiera judía. Al contrario, han jugado un papel prominente en la red internacional de “El Gran Capital”. Rockefeller, dice Bolton, ha sido uno de los principales inversores del CFR y el padre de la Comisión Trilateral y el Club Bilderberg, que son organizaciones en las cuales los Wallenbergs, entre otros, han tenido la más alta representación. La revolución global que tuvo sus orígenes en la revolución bolchevique, continúa en occidente desde la época de la posguerra, pero no por métodos violentos y es apoyada por las mismas fuerzas que financiaron la revolución de 1917. Desde la II Guerra Mundial la estrategia revolucionaria en occidente, ha perseguido y se ha centrado en introducir ideas destructivas y promover comportamientos anti-sociales para romper el tejido cultural, intelectual y moral de nuestra sociedad. Como por ejemplo a través de la escuela de Frankfurt o los Boasianos, entre otros. Y siempre se ha hecho en nombre de la “liberación”...

Este camino de destrucción gradual del occidente cristiano y blanco, fue dicho claramente y coherentemente por la Escuela de Frankfurt arriba citada a través de su “Teoría Crítica”. El propósito de esta supuesta escuela científica y filosófica fue la crítica destructiva de la moral, tradición, fe, familia y nación. En otras palabras, los puntales de la civilización occidental. Bolton dice que la corrección política, la enfermedad intelectual que ha infectado la mentalidad de hoy en general y académica en particular desde hace más de medio siglo, empieza su camino en la Escuela de Frankfurt.

Como sugiere el nombre, esta escuela neo-marxista de pensamiento fue desarrollada en la Universidad de Frankfurt, capital financiera de Alemania. Se afilió a la universidad con el aséptico nombre de Instituto de Investigación Social en 1924 y fundada por el rico argentino-judío Felix Weil. Atrajo a los judíos intelectuales jóvenes de toda Europa central, que si bien eran comunistas, habían perdido la fe en el “potencial revolucionario” de la clase obrera. A ojos de esos revolucionarios de academia, los trabajadores son instintivamente conservadores. La destrucción de la despreciable civilización cristiana, pedía entrar con la revolución en la mente de la gente. Esta noción básica unió a Max Horkheimer, Theodor Adorno, Wilhelm Reich, Erich Fromm, Herbert Marcuse y demás compinches.

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