miércoles, 28 de enero de 2015

LA AGENDA "POLÍTICAMENTE CORRECTA" DE LOS HISTORIADORES (Editado originalmente el 9/3/2014)


Al leer la historia desde varios puntos de vista, uno cae en la cuenta de que en la forma en que una sociedad ve y analiza su pasado (y no me refiero sólo a la II Guerra Mundial), la lectura efectuada sobre la misma refleja claramente los valores actuales y no sobre los que se llevó a cabo el hecho histórico. Esta idea me viene porque el otro día un compañero mío, algo más joven que yo, no podía entender como en los años 70/80 nos podía gustar un Seat 127 y que incluso algunos participasen en carreras y subidas en cuesta con ellos. Visto a día de hoy y con la tecnología en automoción, es evidente que aquel coche era un trasto, pero esa no es la forma de analizar ese coche en su contexto histórico. Es injusto y lleva a lecturas equivocadas. En aquel momento muchos hubiésemos querido tener aquel automóvil, sin dudar. Y ese coche y su evolución ha llevado a los coches que tenemos hoy.
 
En la historia sucede exactamente lo mismo. Y esa forma de ver con ojos actuales lo que hicieron nuestros antepasados es injusta, ya que queda mediatizada por la idea que tiene el observador actual y sus valores actuales, que son totalmente inaplicables en aquel momento histórico. Se pensaba y vivía de otra manera, no se puede juzgar con ojos de hoy ni se puede echar por la borda un período histórico por lo que pensamos hoy. Esta forma de pensar con sus prejuicios influencia la forma en que la gente encara el futuro. En los últimos 30 a 40 años, gente influyente del mundo de la formación, cultura y sus aliados políticos, han tenido éxito en implantar firmemente en el mundo occidental y su cultura una enseñanza igualitaria, liberal-democrática, multicultural y de “un solo mundo”, totalmente mediatizada por los medios como ariete de esa acción premeditada y bien diseñada por la élite apátrida.
 
Esta visión “políticamente correcta” del mundo ha entrado de lleno en los textos académicos y libros de universidad. Esto se ve claramente en las acciones anti-occidentales, pero multiculturales sobre la “raza, etnia y género”. Esto ha sido editado por la OAH (Organization of American Historians), que es es la asociación líder de los académicos en los Estados Unidos. Esta nueva agenda “políticamente correcta” ha sido adoptada formalmente por el grueso de los historiadores internacionales más importantes. Pero la cosa viene de lejos ya que durante los noventa hubo una reunión en Montreal, que se realiza cada 5 años, llamada Congress of Historical Societies (ICHS) y el objetivo fue el “re-dirigir el foco intelectual histórico en uno de las tres categorías o ‘temas mayores’ designados como:
 
Naciones. pueblos y formas de estado (Grupos Étnicos y Gnetes Indígenas; Naciones-Estado y Estados Multiculturales; Cambiando las formas de Nacionalismo)
 
Mujeres, Hombres y el Cambio Histórico: Estudio del Caso sobre el Impacto del Género en la Historia (El papel del Género y las Relaciones Hombre-Mujer en las Grandes Transformaciones Históricas-Política, Social y Religiosa)
 
Gentes en la Diáspora: Cambiando las Fuentes, Formas y Sentidos (Griegos, Judíos, Indios, Chinos Portugueses, Irlandeses, Armenios, etc.)

Una participante clave en este congreso fue Claire Moses (judía norteamericana), que era editora entonces de la llamada “Feminist Studies” y dirigente del “Woman’s Study Program” en la Universidad de Maryland. Llevó a cabo la conferencia sobre “Mujeres, Hombres y Cambio Histórico”. En su intervención dijo que “durante los últimos 20 años ha habido una revolución virtual en la profesión de historiador en la que hace años las mujeres estaban totalmente ausentes, tanto como sujetos históricos ya sea como historiadoras, pero que ya está habiendo un cambio ya que la historia oficial había ido contra las mujeres...” No voy a discutir este asunto con alguien que sólo tiene una visión feminista de la historia, ni restar méritos a las mujeres durante la historia. Lo que tengo claro a partir del comentario de esta feminista de cuota, es que la historia debe ser re-escrita según parámetros femeninos...
 
Otro tema muy importante que se debatió en ese congreso es el trato histórico del comunismo. Uno de los participantes Wilcom Washburn, entonces Director del “American Studies Program” en el Instituto Smithsoniano, puso el dedo en la llaga ante el nuevo interés de los historiadores “Cual sería la actitud de los historiadores de los dos grandes centros de poder en el mundo (USA y la URSS), tras la repentina caída del comunismo en la Unión Soviética y sus satélites, unida al descrédito del socialismo en todo el mundo” Y Washburn dijo algo muy interesante “Lo que he descubierto me ha sorprendido. Los historiadores rusos están abiertos a estudiar la situación y decir la verdad del sistema. Las únicas voces en apoyo de la tradición comunista soviética vinieron de americanos que clamaban que Stalin había pervertido el sistema y el que el marxismo-leninismo podría realmente funcionar si se aplicase correctamente” y preguntó “¿Por qué los asuntos importantes como éste durante los 80 y 90 no se reflejaban en este congreso internacional de historiadores?” Sin embargo, descubrió enseguida y lo dijo “Los asuntos en este congreso están controlados para evitar cualquier discusión del colapso de una de las más poderosas fuerzas históricas del siglo XX. Estamos dejando de lado a la historia de verdad”.

Washburn llegó a preguntar al presidente del ICHS “¿Por qué los temas más de moda se ajustan con tanta precisión cuando tratan de raza, etnia o género e ignoran el colapso del comunismo?” Evidentemente, la intervención de Washburn no fue del agrado de la audiencia, ya que ponía en evidencia el nuevo rumbo de la historia oficial que daba y foco énfasis a cuestiones que podían ser laterales a la historia en sí y por lo tanto manipuladas a partir de ese momento (raza, género, etnia).

La sesión de la “Diáspora” fue firmemente organizada por Natalie Zemon Davis (judía norteamericana) y prominente feminista y el historiador israelí Joseph Kaplan. Los que asistieron a esta parte y Washburn fue uno de ellos “se quejaron de que la categoría “Diáspora” había llegado más allá de cualquier reconocimiento por muchos grupos ansiosos de establecer su estatus de oprimidos”. Pero a pesar de las voces que disentían, poco pudieron hacer ante el entusiasmo de los organizadores del congreso. Incluso Herbert Shapiro (judío norteamericano) y profesor de la Universidad de Cincinnati (murió en Octubre 2012), ridiculizó la idea de que la izquierda radical fuese una amenaza para la vida académica norteamericana, pero que sí lo era la derecha radical. Evidentemente la izquierda radical ha destruido la vida académica norteamericana, profesor Shapiro...

El congreso de Montreal dejó un legado muy importante para la nueva historia que sería re-escrita (recordemos 1984...), y la que fuese viniendo bajo unos criterios determinados. Y sobre todo reflejó la nueva moda/manía de la “victimización” por la cual los negros, judíos, homosexuales, feministas y otros grupos determinados recibían el reconocimiento de “estatus de víctima”. Tras este reconocimiento de los historiadores, está la noción de que parece que se concede una cierta nobleza o nivel moral a los miembros del grupo oprimido de turno. Además, una “jerarquía de la victimización” atribuye en gran medida una autoridad moral a esos que han sido más “victimizados”. El Congreso de Montreal excluyó totalmente a la población blanca europea de este estatus ya que son descritos de forma rutinaria como los “villanos de la historia”. Mientras que en la fila de los mayores opresores de la historia está el III Reich en primer lugar, no muy lejos están los británicos, franceses, españoles y los americanos blancos, por supuesto. Del comunismo no se dice nada...

Podemos pensar que ese Congreso no tuvo importancia y muchos lo consideran irrelevante y su agenda absurda. Yo tengo claro que no y marcó los pasos a dar en la historia a partir de ese momento y cualquiera en su contra es relegado al ostracismo oficial o bien tratado de perturbado mental. Lamento que el tiempo me haya dado la razón.

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