viernes, 23 de enero de 2015

EL PROTOCOLO DE HOSSBACH (Editado originalmente el 19/3/2012)

Siempre se nos ha dicho, una y otra vez, que Hitler quería conquistar el mundo o por lo menos Europa. Como mínimo, es discutible sin embargo, en el juicio de Nuremberg, los victoriosos aliados trataron de demostrar que Hitler y sus “secuaces” habían puesto en marcha una siniestra “conspiración para llevar a cabo una guerra agresiva”. La prueba más relevante de esa acusación fue un documento conocido como “El Protocolo Hossbach” o “Memorandum Hossbach”. Pero, ¿Qué documento o protocolo es este? Veamos cómo surgió.
 
El 5 de Noviembre de 1937, Hitler citó a varios oficiales de alto rango para una conferencia en la Cancillería en Berlín. Asistieron el Ministro de la Guerra Werner von Blomberg, el Comandante del Ejército Werner von Fritsch, Almirante Erich Raeder, jefe de la Luftwaffe Hermann Göring y el Ministro de Asuntos Exteriores Konstantin von Neurath. También estaba presente el adjunto militar de Hitler, coronel Conde Friedrich Hossbach.
 
Cinco días después, Hossbach escribió una memoria no autorizada de la reunión basada en su memoria. No tomó notas durante la conferencia. Tras la guerra Hossbach dijo que en dos ocasiones le pidió a Hitler que leyese el memorandum, pero éste le respondió que no tenía tiempo. Aparentemente, ninguno más de los asistentes conocía la existencia de este documento del coronel. Ni siquiera consideraron la conferencia como algo particularmente importante.
 
Unos pocos meses después de esta conferencia, Hossbach fue transferido a otro puesto. Su manuscrito fue archivado con muchos otros papeles y olvidado. En 1943, el oficial del Estado Mayor el coronel Conde Kircbach encontró el manuscrito entre los archivos y se hizo una copia para él. Dejó el original y le dio la copia a su cuñado, Victor von Martin, para que lo guardara en lugar seguro. 

Poco después del final de la guerra, von Martin le entregó la copia a las autoridades de ocupación aliadas, los cuales la usaron para realizar una versión muy alterada como elemento y prueba incriminadora en Nuremberg. Frases como las que se dice que dijo Hitler “La cuestión alemana sólo puede ser resuelta por la fuerza” fueron inventadas e insertadas en el documento. Pero sobre todo, el documento presentado en Nuremberg es menos de la mitad que el manuscrito original de Hossbach. 

Tanto el documento original escrito por Hossbach, como la copia de Kirchbach/Martin, han desaparecido muy oportunamente.
 
De acuerdo con el documento presentado en Nuremberg y muy difundido desde entonces, Hitler le dijo a los presentes que estos puntos debían ser contemplados como su “última voluntad” en caso de fallecimiento. La parte más incriminadora sostiene que Hitler dice que las fuerzas armadas deberán actuar sobre 1943-1945 como máximo para asegurar el “espacio vital” o “Lebensraum”, que Alemania necesitaba. De todas formas, si Francia se debilitaba antes de ese momento por crisis internas, Alemania debería hacer algo contra Checoslovaquia. O si Francia se involucrase en guerra con Italia, con lo que no podría ir contra Alemania, entonces Alemania se aprovecharía de Checoeslovaquia y Austria a la vez. Las supuestas alegaciones de Hitler sobre el “espacio vital” alemán, se refieren sólo a Austria y Checoeslovaquia.
 
Cuando Hitler llegó al poder democráticamente en 1933, militarmente hablando Alemania estaba a merced de estados extranjeros hostiles. El rearme había empezado despacio a principios de 1937 debido a la escasez de materias primas, con las consiguientes disputas entre las tres ramas del ejército. Contrariamente a lo que establece el “Protocolo de Hossbach”, Hitler llamó a la conferencia del 5 de Noviembre de 1937 en parte para reconciliar a los mandos de los diferentes ejércitos y en parte para revivir parcialmente el programa alemán de rearme. La política exterior era solo un tema menor en este caso. Hitler vio la necesidad de justificar la reconstrucción del poder militar alemán, presentando exageradamente las hipotéticas crisis en el exterior y que por ello podían requerirla acción militar, que en ningún caso se produjo. Hitler no anunció ningún camino nuevo alemán en política exterior, ni mucho menos planes para una guerra agresiva. En Nuremberg, Göring testificó que Hitler le había dicho en privado poco antes de la conferencia que la razón de la misma era “presionar al General von Fritsch, ya que él, Hitler, estaba insatisfecho con el rearme del ejército”. El almirante Raeder confirmó las palabras de Göring.
 
Al igual que otros aristócratas y conservadores tradicionalistas, Hossbach se convirtió en un oponente de Hitler y el régimen nazi. Fue íntimo amigo del General Ludwig Beck, que fue ejecutado en 1944 por su importante papel en la conspiración para asesinar a Hitler y derrocar a su gobierno. A pesar de su negación pos-guerra, es casi seguro que Hossbach preparó su versión sesgada de la conferencia a solicitud de Beck para su posible uso en el descrédito del régimen de Hitler tras el golpe de estado. Hossbach también era muy próximo al Almirante Wilhelm Canaris, jefe de la inteligencia militar, y del General Ziehlberg los cuales fueron ejecutados por su papel en el atentado. Incluso ya en 1938, Hossbach, Beck y Canaris estaban a favor de un golpe que derrocase a Hitler.
 
El “Protocolo de Hossbach” se cita de forma frecuente en obras muy populares como prueba concluyente de los planes de Hitler para una guerra agresiva. Un ejemplo: en el conocido y poco fiable libro de William S. Shirer “Auge y Caída del III Reich”, el autor alega que el protocolo demuestra “el punto de giro decisivo en la vida del III Reich”. Sobre esta conferencia, Shirer escribió “Hitler comunicó su decisión irrevocable de ir a la guerra. Al grupo de hombres que debían dirigirla no les cabía duda alguna”. Como muchos otros propagandistas germanófobos, Shirer cita el “Protocolo de Hossbach” como un dato fiable. Incluso Shirer distorsiona la importancia de los participantes durante la guerra. De los cinco altos oficiales, tres Blomberg, Fritsch, Neurath perdieron sus puestos a los pocos meses de la conferencia. El Almirante Raeder fue sustituido en Enero de 1943. Sólo Göring estaba de verdad junto al Führer.
 
El importante papel del fraudulento “Protocolo de Hossbach” en Nuremberg es otra confirmación de lo extravagante de ese juicio. Basándose en ese protocolo, que fue el documento 366-PS de Nuremberg, el tribunal declaró “Un grupo influyente de conspiradores nazis se reunieron con Hitler el 5 de Noviembre de 1937 para discutir la situación. Una vez más se enfatizó que Alemania debía tener un “espacio vital” en la Europa Central. Reconocieron que esa conquista se encontraría con resistencia que debía ser eliminada a la fuerza y que su decisión probablemente llevaría a una guerra general”. El fiscal americano Sidney Alderman le dijo al tribunal que el protocolo, uno de los  documentos capturados más reveladores, eliminaba cualquier duda sobre la culpabilidad de los líderes alemanes por sus crímenes contra la paz. También fue la base de la conclusión de los jueces de Nuremberg de que la “conspiración alemana para provocar una guerra agresiva” empezó en la conferencia del 5 de Noviembre de 1937. El documento fue crucial para condenar a Göring, Neurath y Raeder por sus papeles en la “conspiración criminal”. El espúreo “Protocolo de Hossbach” es demasiado típico para el tipo de pruebas utilizadas por los aliados victoriosos en Nuremberg, para legitimizar al prisión y el asesinato de los líderes de la Alemania vencida.
 
Ahora no hay duda de que el “Protocolo de Hossbach” no tiene valor como documento histórico. Tras la guerra tanto Hossbach como Kirchbach declararon que la versión de los fiscales americanos era diferente al documento manuscrito original. Hossbach también testificó en Nuremberg que no podía confirmar que la versión de la fiscalía correspondiese por entero con la manuscrita por él en 1937. En sus memorias, admitió que en cualquier caso Hitler no planificó ningún “plan de guerra” en la conferencia. En Nuremberg, Göring, Raeder, Bomberg y Neurath (Fritsch estaba muerto), denunciaron el “Protocolo de Hossbach” como una burda representación de la conferencia. El protocolo sólo trata con la primera mitad de la reunión con lo que distorsiona lo que sucedió. El protocolo termina con una simple frase: “La segunda parte de la conferencia trató sobre la cuestión del material de armamentos”. No se dan más detalles. En 1968 Victor von Martin describió el protocolo con esta palabras: “El protocolo presentado en ante el tribunal de Nuremberg estaba puesto de tal forma que cambiaba totalmente el sentido del original y por lo tanto puede ser descrito como una burda falsificación”.
 
Cuando A.J.P. Taylir escribió su “The Origins of the Second World War” , aceptó el “Protocolo de Hossbach” como un documento fiable de esa reunión de 1937. De todas formas, en un suplementario de “Segundos Pensamientos” añadidos a las últimas versiones de su libro, el renombrado  historiador británico admitió que se había fiado la “leyenda oficial” del documento. La supuesta significativa conferencia fue simplemente una “reunión de asuntos internos”. El mismo protocolo, dice Taylor “no contiene directivas, ni órdenes para acciones más allá del deseo de incrementar los armamentos”. También observa tristemente que “esos que creen en juicios políticos deberían cuestionarse el “Protocolo de Hossbach”. H.W. Koch profesor de la Universidad de York en Inglaterra, desmontó la leyenda en un artículo de 1968 en el que concluye que el infame protocolo sería “inadmisible en otro tribunal que no fuese el de Nuremberg”.
 
Dankwart Kluge ha hecho una valiosa contribución para entender los orígenes de la II Guerra Mundial. Su estudio se mantendrá durante muchos años como la disección más autorizada de un gran fraude documental. Este atractivo trabajo incluye el texto completo del “Protocolo de Hossbach” como un apéndice, cuatro fotografías y un amplia bibliografía. Kluge nació en Breslau , Silesia (hoy Wroclaw). Desde 1974 trabajó como abogado en el Berlín oeste. Ha hecho un trabajo admirable reuniendo todo este material, que no sólo viene de documentos ya publicados, sino de entrevistas a personas y correspondencia con testigos clave. Kluge argumenta que el caso es irresistible, a pesar de que su estilo narrativo es algo débil. 

Este estudio tan importante no deja lugar a dudas de que el muy promocionado protocolo, es una falsa revisión de una copia no certificada, de un original no autorizado que ha desaparecido. Harry Elmer Barnes, el reconocido historiador y pionero del revisionismo histórico, a quien Kluge dedica el libro, lo habría recibido con alegría.

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