viernes, 6 de marzo de 2015

¿ESTO ES EUROPA? ¿ESTO ES INGLATERRA?


Cuando observo la ya rápida sustitución de la población autóctona por gentes llegadas del llamado Tercer Mundo y nuestro bajísimo nivel de hijos, es cuando me siento enfadado, aunque con la mente clara para ver qué está pasando. Inglaterra y buena parte de Europa están adaptando las locuras (“cultura” le llaman los buenistas y progresistas) de esos países subdesarrollados y que ya empiezan a anclar fuertemente en nuestras sociedades ¡Cuidado con criticar eso! Te aplicarán la gran tolerancia de la que carecen los buenistas… Y dirán que nos aportan riqueza.

Asesinatos de honor, matrimonios forzados, tráfico de personas, esclavitud, pisos patera, exorcismos violentos, niños trabajando, mutilación del clítoris y yihadistas enmascarados dispuestos rebanarnos en cuello en cuanto se presente la oportunidad, todo esto es la colorida y estimulada oficialmente mezcla multicultural. Sin habernos pedido jamás el voto democrático para recabar nuestra opinión, nuestros países, nuestras patrias, nos están siendo arrebatadas, secuestradas ante nuestras narices y no hacemos nada.

Lo que digo no es el fruto de una simple observación o un comentario que podría ser tildado de racistas por los buenistas oficiales. No. Creo que concierne a la supervivencia de nuestros países. Por ejemplo, en Inglaterra hay hoy más británicos-musulmanes luchando por el EI en Oriente Medio o en prisión en UK por delitos de terrorismo que jóvenes británicos apuntándose al ejercito de Su Majestad. En vez de ser un país (y pensemos en los nuestros también y España en concreto), con unos valores profundos comunes, lo cuales son el requisito para una identidad nacional y una existencia común, Inglaterra hoy es un vertedero habitado por inmigrantes, que no sienten el menor cariño, ni la menor lealtad, orgullo o sentimiento por la vieja Inglaterra que les ha acogido. Igual en el resto de países europeos.

Pero todo tiene un culpable. Durante décadas la izquierda liberal y extrema ha sostenido la idea, sin explicación coherente o disculpa alguna, de que el muticulturalismo era y es muy bueno para nuestras almas y sociedad. No importa que los imanes musulmanes estimulen el odio hacia nosotros, que hombres de origen pakistaní raptasen a niñas inglesas para explotarlas sexualmente, que hayan rumanos acampados en Park Lane en Londres. Todo forma parte de esa vibración multicultural. Todo es bueno y aceptable. Nosotros somos los malos. En vez de ello, vemos nuestros valores corrompidos, nuestra paciencia puesta a prueba, nuestra tolerancia básica y sentido del juego limpio solo sirve para hacernos trampas y ser burla de estos llegados del Tercer Mundo.

De acuerdo, olvidemos mi forma de ver las cosas. Voy a Inglaterra a menudo y he visto la balcanización de mi país, la fragmentación del mismo en grupos raciales y sectarios, todos compitiendo y que se ofenden fácilmente si no se les da lo que quieren. Y todos proclamando sus rencores y sentido de sus derechos. Para la izquierda esta situación es una gozada. Como los desempleados o mantenidos por el gobierno, estos inmigrantes suministran la base del voto natural a las izquierdas (o eso piensan ellos). Hay que permitirles que sigan llegando en sus barcazas o escondidos en los bajos de un camión. Todo los que llegan son bienvenidos independientemente de su religión, color de piel o nivel de antipatía hacia el país europeo que los acoge.

Pero el resultado final es que la nación muere. Y lo hace incluso antes de que nos demos cuenta. Empieza cuando adaptamos nuestro idioma a los chapurreos de esta gente para ser entendidos. Y sigue con la caída en la educación que convierte en tontos a nuestros jóvenes y acaba con un vocabulario no compartido, sin mencionar la historia de la propia nación o valores ya que no tienen ninguna importancia para esa minoría inmigrada. Un buen amigo mio de Birmingham hace poco trató de ayudar a su mujer de la limpieza africana para que superase el test de ciudadana británica y le preguntó si conocía la identidad de la vieja dama que aparecía en un retrato. “Esa es tu abuela” contestó la mujer. Se trataba de la reina de Inglaterra. Mi amigo continuó incansable  y le preguntó el nombre del actual Primer Ministro “Lo sé, lo sé… Margaret” No hay esperanza, señores…

Podemos pensar que los inmigrantes aprenderán y contribuirán a la sociedad y que su lealtad y pasión por nuestro país aumentará. Creo que somos ingenuos. En Inglaterra se ven más musulmanes quemando las amapolas del Remembrance Day en protesta, que llevándolas en el ojal. He paseado por zonas de Londres que harían que cualquier mujer se lo pensase dos veces y luego huir, que entrar en calles sin el burka. Esta no es nuestra forma de ser ni de hacer las cosas, sin embargo se acepta. Los taxistas de Barcelona ya empiezan a ser pakistaníes y parece que a nadie le preocupa. Muchos bares ya están en manos de chinos.

Para ellos nuestros países, nuestras patrias son sólo un lugar en la Tierra para trabajar o enriquecerse y nada más. Sólo hace falta visitar cualquier hospital y emergencias en concreto, de cualquier ciudad europea para ver qua hay traductores en esa Torre de Babel. A nadie se le pide el pasaporte o permiso de estancia, ni se sienten en la necesidad de hablar nuestros idiomas. Se les tiene que servir y ya está. Hagan eso en Arabia Saudí o Somalia…

Bueno me diréis, eso son pequeños detalles. Pero sin una lengua común no habrá integración, ni compartiremos culturas. Habrá, en su lugar, desconfianza, individualismo, instinto de guetto y una mirada interior como miembro de una raza concreta, sin amor o lealtad a la nación de acogida. Los líderes musulmanes en Inglaterra se sienten ultrajados cuando el gobierno británico les dice que trabajen más duro en promocionar el sentido de lo inglés en su comunidad. Ellos parecen creer que no tienen un problema y que son las víctimas de una caza de brujas racial. Sin embargo, no son los anglicanos los que escupen odio desde sus púlpitos, luchando en la yihad, cortándoles el cuello a soldados en la calle o poniendo bombas en nuestros metros.

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