miércoles, 18 de marzo de 2015

ARMAS MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN


Es evidente que hay armas de muchos tipos y capacidades de destrucción. No es bonito, pero así ha sido a los largo de la historia. Seguramente el capítulo de armamento y su desarrollo ha sido el más “regado con dinero” en comparación a otras necesidades reales de la población durante la historia. Es injusto pero así ha sido. Pero también es cierto que hoy disfrutamos de muchos productos en casa que fueron desarrollos militares en su inicio. Por ejemplo las latas de conserva que fueron una solicitud de Napoleón a su científicos de entonces para que los soldados llevasen provisiones sin problemas de uso en cualquier circunstancia. O las placas vitrocerámicas de nuestras cocinas que vienen de los submarinos  alemanes en la II Guerra Mundial. Hay muchos más, pero hoy quisiera centrarme en dos armas terribles la nuclear y la química/biológica.


 
Esta segunda me preocupa bastante más que la primera ya que es silenciosa y letal necesariamente. La bomba atómica es horrible y sus consecuencias desastrosas, pero puede darse la circunstancia remota de que escapes a ella. Hay casos que acreditan lo que digo. Las armas químico/biológicas han sido usadas desde la I Guerra Mundial con sus gases en las trincheras, hasta Vietnam y su “agente naranja” del cual aún perduran sus efectos en personas, animales y plantas. También contra los kurdos y otros horribles ataques. La II Guerra Mundial parece que dio una cierta tregua a todo este material letal, o eso parecía.
 
Un libro de 1999 titulado “Biohazard: The Chilling Story of the Largest Covert Biological Weapons Program in the World” (Editorial Random House), nos demuestra que no hubo un programa de desarrollo de armas químicas/biológicas tan grande y avanzado como el de la Unión Soviética. Quien lo ha escrito, Ken Alibek (Kanatian Alibekov), había trabajado en ese sector secreto de desarrollo militar en la Unión Soviética. Fue un científico de alto nivel con acceso a información secreta desde 1975 y fue el primer diputado en jefe desde 1988 hasta 1992, cuando huyó a los USA.
 
No nos engañemos, los japoneses tuvieron un programa muy avanzado de armas químico/biológicas, pero eso también lo tuvieron los USA durante los años 50/60’s. Recuerdo que en 1969, el presidente Richard Nixon renunció al uso de dichas armas, y los USA desmantelaron su desarrollo en armas químicas/biológicas y restringieron la investigación a medidas defensivas como el desarrollo de inmunizantes. La Alemania de Hitler también fue muy avanzada en estos desarrollos, pero desde un punto de vista de uso defensivo si llegaba el caso. Así y todo no usaron el enorme stock de gases y enfermedades de que disponían incluso en momentos del ataque despiadado del Ejército Rojo sobre Alemania. Hitler no era partidario de esas armas ya que él mismo sufrió sus efectos en la I Guerra Mundial.
 
Sin embargo el caso de la Unión Soviética es terrible. De hecho da comienzo durante la feroz guerra civil de 1917 a 1921, en la cual el régimen soviético venció a los dispersos y divididos anti-comunistas llamados “Ejército Blanco”. En esa lucha murieron más de 10 millones de personas. Muchas de esas muertes no se dieron en combate, sino que lo fueron de hambre y enfermedades, especialmente el tifus. Conscientes de ello, el gobierno revolucionario soviético le dio la máxima prioridad a las enfermedades como método de guerra. En 1928 redactó una orden secreta para el desarrollo de tifus como arma para el campo de batalla. En las décadas siguientes, la Unión Soviética desarrolló y mantuvo una enorme variedad de gases y enfermedades letales. Por ejemplo y eso lo cita Alibek en su libro, los científicos soviéticos desarrollaron una capacidad enorme de plagas mortales como arma de guerra, y en un arsenal en Kirov, hoy llamada Vyatka, se almacenaron 20 toneladas de armas químico/biológicas en aerosol.

Mientras fue un estudiante que se graduó en la “Toms Medical Institute” de 1973 a 1975, Alibek estudió los archivos médicos soviéticos durante el periodo de la II Guerra Mundial. Esos archivos demuestran que el Ejército Rojo utilizó tularemia contra el ejército alemán en la zona de Stalingrado en 1942. La tularemia es una bacteria altamente infecciosa que produce unos terribles y debilitadores dolores de cabeza, nausea y fiebre muy alta. Si no se trata, puede ser letal. Asimismo, es muy difícil de extinguir lo que la hace muy atractiva para cualquiera que quiera desarrollar y producir armas químico/biológicas.
 
Alibek descubrió que las “primeras víctimas de la tularemia fueron los tanquistas alemanes, que caían enfermos en gran cantidad durante el final del verano de 1942, en que la campaña alemana se detuvo temporalmente”. Además, explica, miles de soldados soviéticos y civiles que vivían en la región del Volga, cayeron también enfermos en la primera semana del ataque alemán. Nunca había habido en Rusia una epidemia como esa.  Y surge la pregunta ¿por qué tantos hombres cayeron enfermos de tularemia sólo en el lado alemán? Además, el 70% de los alemanes infectados también sufrieron una forma de neumonía de esa enfermedad, que según dice Alibek “sólo podía haber sido causada por una diseminación intencionada”.
 
Sea como fuere, se reportaron 10.000 casos de tularemia en la Unión Soviética en 1941. En 1942, cuando la batalla de Stalingrado estaba en su fase más potente, el número de casos subió a ¡más de 100.000!. Luego en 1943, la incidencia de la enfermedad volvió a los 10.000 casos. La batalla por Stalingrado duró desde septiembre de 1942 hasta el 2 de Febrero de 1942, cuando von Paulus, comandante en jefe del VI Ejército se rindió con 91.000 hombres y oficiales. Sólo sobrevivieron 6.000 en manos soviéticas. Alibek está convencido en su libro y así lo demuestra que “las tropas soviéticas rociaron de tularemia a los alemanes. Un cambio súbito en la dirección del viento también infectó a nuestros soldados y se expandió por la región”.
 
Le explicó a su profesor, el coronel soviético Aksyonenko, que las pruebas que había encontrado “sugería  que esa epidemia fue causada intencionadamente” Aksyonenko le respondió con un aviso contundente “Por favor, le quiero pedir de que se olvide de lo que acaba de decir. Yo también lo olvidaré. Nunca comente a nadie más lo que acaba de decirme”. Algunos años más tarde, un viejo teniente coronel soviético que había trabajado durante la guerra en una fábrica de armas químico/bacteriológicas en Kirov, le dijo a Alibek que la tularemia como arma se había desarrollado allí en 1941. También le dijo “Sin duda alguna el arma fue usada”. Este mismo militar le sugirió que un tipo de fiebre Q que sufrieron las tropas alemanas que dejaban Crimea en 1943, fue el resultado de otra arma químico/biológica soviética utilizada contra ellos”.
 
Dejo al lector la reflexión de esta historia y la falta de escrúpulos soviéticos y americanos en el uso de estas armas contra enemigos que luchaban de forma convencional ya sea en Europa, Vietnam, etc.
 
El libro no tiene desperdicio.

2 comentarios:

  1. Hola buenas noches desde Colombia, es interesante todo lo que sucedió en la Segunda Guerra Mundial con las armas biológicas. Sin embargo, quisiera saber si me puedo contactar con usted para hablar más de las armas nucleares.
    Soy periodista de Actualidad Extéreo, el medio de comunicación de la Universidad Externado de Colombia y estoy interesado en hacer un artículo del 70 aniversario de la bomba nuclear que cayó en Hiroshima, de antemano gracias por su pronta respuesta.

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  2. Hola amigo Ozcar, lamento el retraso en mi respuesta por problemas ajenos a mi.
    Si estamos e tiempo me gustaría colaborar con usted en lo que solicita. Sé que las efemerides de Hiroshima y Nagasaki ya pasaron, pero sigue siendo interesante en cualquier momento del año.
    Quedo pendiente, saludos, Felipe Botaya

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