domingo, 31 de diciembre de 2017

QUITARSE DE ENCIMA VERSALLES (y 2)


Hitler fue reconocido positivamente por la pacífica incorporación de Austria a Alemania cuando se reunió con Lord Halifax en Berchtesgaden el 19 de Noviembre de 1937. Lord Halifax mencionó las importantes cuestiones de Danzig, Austria y Checoslovaquia por iniciativa propia sin ser preguntado por Hitler. Le dijo al Führer que UK se daba cuenta de que los Tratados de París de 1919 contenían errores que debían ser rectificados. También le dijo que UK no iría a la guerra para prevenir la unión (el Anschluss) con Austria, la transferencia de los Sudetes a Alemania o el retorno de Danzig al Reich. Incluso UK estaba dispuesta a servir como intermediario en la devolución efectiva de lo que pertenecía a Alemania, si todo se hacía de forma caballerosa. Es decir, Lord Halifax le dio a Hitler su aprobación para la pacifica incorporación de los alemanes en Austria, Checoslovaquia y Danzig a Alemania “si se hace sin provocar disturbios”. 


El historiador británico A.J.P. Taylor escribió: “Esto es exactamente lo que quería Hitler... y si tenían algún sentido práctico eran una invitación a Hitler para promocionar la agitación nacionalista alemana en Danzig, Checoslovaquia y Austria. Y la seguridad de que esas agitaciones no tendrían respuesta exterior de nadie. Pero esto no sólo vino de Lord Halifax. En Londres Eden le dijo a Ribbentrop que “La gente en Europa reconoce que una conexión más estrecha entre Alemania y Austria iba a suceder en algún momento”. Las mismas noticias llegaron de Francia. Von Papen en una visita a París “fue sorprendido al ver” que el Premier Chautemps y Bonnet el ministro de finanzas “consideraban una re-orientación de la política francesa en la Europa central como algo abierto a discusión...”. No tenían “objeción alguna en la extensión de la influencia alemana en Austria lograda a través de la evolución”, ni en Checoslovaquia “sobre la base de una reorganización a una nación de nacionalidades”.
 
El mensaje de Lord Halifax a Hitler subrayaba un punto crucial en la historia de ese momento: la agenda de Hitler no era una sorpresa para los presidentes europeos. Cualquier alemán nacionalista hubiese pedido ajustes a las fronteras marcadas por el Tratado de Versalles. Con la aprobación británica por la pacifica unión con Austria era como hacer que los austríacos aprobasen esa unión. El Canciller austríaco Kurt von Schuschnigg pronto forzó el asunto. Desde el verano de 1934, Austria había sido gobernada por una dictadura conservadora presidida por el Dr. Kurt von Schuschnigg. Éste persiguió a los austríacos que favorecían la unidad con Alemania. Los disidentes políticos acabaron en campos de trabajo y el régimen negó el derecho al trabajo a personas catalogadas como de “confianza cívica deficiente”.
 
En Enero de 1938, la policía austríaca descubrió planes de algunos socialistas-nacionales para derrocar a Schuschnigg en violación clara del “Acuerdo de Caballeros” con Alemania del 11 de Julio de 1936. Schuschnigg se reunió con Hitler en Berchtesgaden el 12 de Febrero de 1938. Hitler se disculpó por el intento de derribo de su gobierno parte de socialistas-nacionales austríacos. Llegaron a un acuerdo ese mismo día, pero Schuschnigg dijo que Hitler se había mostrado violento en sus formas durante las primeras dos horas de conversación. Algunos testigos de su encuentro dijeron que el austríaco había sido intimidado por Hitler y tuvo que escuchar una larga lista de indignidades.
 
Schuschnigg empezó a considerar cómo repudiar el acuerdo suscrito con Hitler. La solución fue celebrar un plebiscito amañado. El 9 de Marzo, anunció que se llevaría a cabo un plebiscito cuatro días después, el 13 de Marzo de 1938 para decidir, finalmente y para siempre, si Austria quería seguir siendo una nación independiente. El plebiscito planeado fue totalmente un juego sucio. Sólo había una pregunta que contestaba el ciudadano: “¿Está usted por una libre, independiente y social cristiana y unida Austria, para la paz y el trabajo, por la igualdad de todos aquellos que se afirman a sí mismos por el pueblo y la patria?”. No había listas de votantes, el gobierno había suministrado papeletas solo para el SI. Quien quisiera votar NO tenía que traer su propia papeleta, de la misma medida que la del SI, pero con la palabra NO. Durante la preparación del plebiscito, la prensa del gobierno austríaco anunció que cualquiera que votase NO sería culpable de traición.
 
El gobierno austríaco también dio otros pasos adicionales para asegurar el cambio de voto a sus intereses. La edad de voto subió hasta los 24 años, haciendo imposible que los jóvenes socialistas-nacionales pudiesen votar. Schuschnigg y sus hombres también hicieron volar a muchos pilotos y sus aviones hasta los últimos rincones de Austria lanzando octavillas propagandísticas. También hubo camiones con altavoces por todo el país transmitiendo el mensaje de independencia. Hitler estaba conmocionado por el plebiscito. Tenía esperanzas por una estrategia evolutiva en Austria que gradualmente uniría a Austria con el Reich. Sin embargo, Hitler se sintió humillado y traicionado por Schuschnigg y no podía permitir que ese plebiscito de broma siguiese adelante. Tras recibir el 11 de Marzo de 1938 la palabra de que Mussolini aceptaba el Anschluss, Hitler decidió marchar sobre Austria con sus tropas el 12 de Marzo de 1938. Hitler fue ovacionado de forma entusiasta por el pueblo austríaco. No hubo ni un solo disparo del ejército alemán.
 
Hitler era consciente de la mala publicidad en el extranjero que ese aparente acto de fuerza generaría, pero Schuschnigg y todo su gabinete renunció de sus cargos tras la denuncia de Italia, UK y Francia sobre ese plebiscito de broma. Hitler temía que los marxistas austríacos aprovecharían la ventaja del vacío político temporal y llevarían a cabo una insurrección. Göring también avisó de la posibilidad que los vecinos de Austria explotarían su debilidad temporal y ocuparían territorio austríaco. Hitler decidió entonces la ocupación militar de Austria para prevenir cualquier eventualidad de esas. El 10 de Abril de 1938 se celebró un plebiscito al mismo tiempo en Alemania y Austria para aprobar el Anschluss. Todos los alemanes y austríacos a partir de los 20 años podían votar, con la excepción de los judíos y criminales. El resultado de la votación fue de que el 99,08% de la población estaba a favor de la unión.

Algunos sostienen que el plebiscito pudo ser manipulado hasta un cierto punto, pero no olvidemos que las papeletas no eran anónimas ya que el nombre y dirección del votante estaba impreso en el dorso. De todas formas, no hay duda de que la gran mayoría de alemanes y austríacos aprobaban el Anschluss. Los deseos de Hitler tuvieron un gran apoyo ya que coincidía con las aspiraciones del pueblo y el plebiscito reflejó la popularidad de Hitler entre el pueblo alemán. La entrada en Austria pudo afectar la imagen pública de Alemania y de nuevo el historiador británico A.J.P. Taylor escribió: “Hitler había ganado. Había logrado el primer objetivo que ambicionaba. No en la forma que él deseaba. Había planeado absorber Austria de forma imperceptible de tal manera que al terminar nadie hubiese dicho que ya no era independiente. Hubiese utilizado métodos democráticos para acabar con la independencia como los que utilizó para acabar con la democracia en Alemania”.
 
“Sin embargo, en vez de eso utilizó al ejército alemán. Por primera vez, Hitler perdió la excusa de la moralidad agraviada y aparecía como un conquistador que se basaba en la fuerza. La creencia general quedó establecida en que el acto de Hitler contra Austria era un complot deliberado, preparado de antemano y que era el primer paso para la dominación de Europa. Esta creencia es un mito. La crisis de Marzo de 1938 fue provocada por Schuschnigg, no por Hitler. No hubo preparaciones previas militares o diplomáticas alemanas. Todo fue improvisado en un par de días, policía, movimientos, fuerzas armadas, todo... Pero los efectos ya no se podían deshacer. El equilibrio parecía ir de la paz hacia la guerra. Los propósitos de Hitler pueden parecer justificables, pero sus métodos condenables. Debido al Anschluss o mejor dicho por la forma en que fue llevado a cabo, Hitler dio el primer paso para ser nombrado como el más grande de los criminales de guerra. Y lo dio de forma no intencionada. De hecho, no sabía ni que lo había dado”.
 
Winston Churchill hizo la siguiente afirmación en un discurso en los Comunes poco después del Anschluss: “... La mente del público ha sido condicionada sobre los aspectos morales y sentimentales de la conquista nazi de Austria, un pequeño país brutalmente aplastado, su gobierno dispersado, la opresión del partido nazi y su doctrina impuesta sobre la población católica y sobre la clase trabajadora de Austria y Viena, la dura persecución que seguirá sobre esos que hasta esta última semana, estaban ejerciendo sus derechos políticos indudables, no dejándoles llevar a cabo sus deberes a su propio país”.
 
Lo que dice Churchill es una tergiversación de la verdad. La abrumadora mayoría de austríacos deseaban la unión con Alemania. El Anschluss fue muy popular en Austria. Churchill en su discurso había empezado el belicismo que llevaría a la II Guerra Mundial... “Forzaremos a Hitler a la guerra, lo quiera o no” Churchill 1936 (Ver: Did Jews Fake Hitler’s “Master Race” Phrase To Create War?).


2 comentarios:

  1. Feliz año nuevo Felipe lleno de prosperidad y nuevos proyectos entre ellos libros...cuando vas a publicar uno nuevo???jajaja,apetece,saludos¡

    ResponderEliminar
  2. Feliz, próspero y venturoso Año Nuevo, Felipe. Efectivamente, un nuevo libro tuyo será un excelente acontecimiento para este 2018 que tan lleno de incertidumbre se presenta. Animo. Un saludo

    ResponderEliminar