viernes, 29 de diciembre de 2017

QUITARSE DE ENCIMA VERSALLES (1)


Las disposiciones irracionales del Tratado de Versalles firmado en 1919, en la que se culpaba a Alemania de provocar la I Guerra Mundial y a pagar una cifra colosal, inasumible y falsa por aquella terrible contienda, dejó al descubierto que había que sacarse aquella losa de encima lo antes posible. Hubo una persona en Alemania que puso todo su empeño en ello y lo consiguió.

El primer éxito de Hitler para romper esas cadenas que asfixiaban a Alemania en todos los sentidos, fue la victoria legal en el Plebiscito de Sarre celebrado el 13 de Enero de 1935. Esta región muy industrializada fue separada de Alemania y puesta bajo la administración de la Liga de Naciones (padre de la ONU) por el infame Tratado de Versalles. Los términos de ese tratado estipulaban un plebiscito  en el Sarre a los 15 años con tres opciones:
 
A) Regreso a Alemania
B) Anexión por parte de Francia
C) Continuar bajo el mandato de la Liga de Naciones
 
En una votación totalmente libre y legal los votos fueron de 477.119 a favor de regresar a Alemania y sólo 46.613 en favor de continuar con el status del momento. A pesar de haber ofrecido a los habitantes del Sarre unas grandes ventajas en impuestos y aduanas si se decidían a ser parte de Francia, sólo el 0,4% de los votantes votaron esa opción, 8,85% votaron por la independencia del Sarre y seguir bajo la batuta de la Liga de Naciones y un apabullante 90,75% votaron por seguir siendo Alemania. Los habitantes del Sarre que votaron aplastantemente el regresar a Alemania eran en su mayoría trabajadores industriales, social-demócratas y católico-romanos. Sabían lo que les esperaba en Alemania: una dictadura, la destrucción de los sindicatos y restricciones en la libertad de expresión, sabían de la existencia del campo de trabajo de Dachau y la reciente ejecución de los traidores de las SA durante la purga contra Röhm el 30 de Junio de 1934. La economía alemana en Enero de 1935 no era sustancialmente mejor que la Francia u otros países de Europa. Y a pesar de esos supuestos problemas, los votantes lo tuvieron muy claro. Las elecciones del Sarre fueron una prueba del atractivo irresistible del nacionalismo alemán.
 
El Führer inició su asalto a los puntos del Tratado de Versalles con la creación de una fuerza aérea alemana el 9 de Marzo de 1935. El 16 de Marzo de ese mismo año, Hitler anunció la restauración del servicio militar obligatorio. Alemania veía como el ejército de la URSS de cerca de un millón de hombres (960.000), era muy grande y que Francia había incrementado los términos del servicio militar de sus ejércitos. Hitler quería incrementar su potencia militar hasta los 550.000 hombres, por la amenaza Franco-Soviética. Alemania siguió modificando el Tratado de Versalles firmando el Acuerdo Naval Anglo-Alemán el 18 de Junio de 1935. Este tratado fijaba el tamaño de la flota alemana a un 35% del tonelaje total de las naciones pertenecientes a la Commowealth Británica. También podía construir una fuerza submarina tan grande como la inglesa. Hitler estaba muy contento con el acuerdo. Había soñado con una alianza Anglo-Alemana desde que había luchado contra Inglaterra en la I Guerra Mundial. El tratado británico con Alemania también era muy superior al “Stresa Front” que Inglaterra había acordado con Francia e Italia a principios de 1935.
 
Bajo el Tratado de Versalles, Alemania tenía prohibido construir fortificaciones o mantener tropas en la amplia zona desmilitarizada a lo largo de su frontera occidental. Esta obligación hacía que las vitales zonas del Rhur y Rhineland fuesen vulnerables a un ataque francés. El Tratado de Locarno, por el cual Inglaterra e Italia era co-garantizadores, también avalaba de desmilitarización del Rhineland. Hitler desafió esta limitación cuando envió tropas al Rhineland el 7 de Marzo de 1936. A pesar de que fue una gran jugada del Führer, Francia fue incapaz de responder a Hitler sin el apoyo británico. Inglaterra era reacia a autorizar cualquier cosa parecida a una guerra ya que había un sentimiento general en Inglaterra de que Alemania sólo estaba reafirmando su derecho de soberanía dentro de sus propias fronteras.
 
En ese momento Alemania era capaz de proteger su frontera occidental construyendo la Línea Sigfrido. Lloyd George en anterior Primer Ministro británico elogió a Hitler en la Cámara de los Comunes por haber re-ocupado el Rhineland para proteger su país diciendo: “Francia ha construido las más gigantescas fortificaciones que se hayan visto jamás en ningún país, donde a 30 metros bajo tierra puede mantener un ejército de 100.000 hombres, donde tiene cañones que apuntan a Alemania. Entonces los alemanes se supone que han de permanecer si ni siquiera una guarnición, sin una trinchera... Si el señor Hitler hubiese permitido eso sin proteger su país, él hubiese sido un traidor a su patria”. En una reunión posterior con Hitler, Lloyd George fue “hechizado por la increíble personalidad de Hitler y sus trato” y se refirió al Führer como “Sin duda un gran hombre. Führer es el nombre apropiado para él, es un líder nato; sí un hombre de estado”.
 
Otros hombres de estado británicos también resultaron impresionados con Hitler. En un libro publicado en 1937, Winston Churchill expresó su “admiración por el coraje, la perseverancia y la fuerza vital que le permitía retar, desafiar, conciliar o superar a todas las autoridades o resistencias que obstaculizaban su camino”. Hitler y sus socialistas-nacionales han mostrado “su ardor patriótico y amor por su país”. También escribió “Esos que se han visto con el señor Hitler cara a cara han encontrado a un funcionario muy competente, frío y bien informado de maneras agradables, con una sonrisa desarmante y muy pocos no han sido afectados por ese sutil magnetismo personal. Esta impresión no es meramente por el deslumbrado del poder. Lo ha ejercido con sus compañeros a cualquier nivel de esta lucha, incluso cuando la fortuna estaba al más bajo nivel”.
 
En Marzo de 1936, Alemania había dado importantes pasos para eliminar las limitaciones del Tratado de Versalles. Hitler no hizo más movimientos en Europa durante los siguientes dos años. Hasta 1938, los movimientos de Hitler en política exterior fueron muy pocos pero sin descanso como la Guerra Civil Española y el trueque entre países. Desde el punto de vista de los poderes occidentales, sus métodos constituían una diplomacia no convencional, cuyos objetivos eran reconocibles en consonancia con el clamor tradicional tradicionalista alemán. Los estadistas de la Conferencia de Paz de París, habían querido dividir en vez de unificar Austria y Alemania. Austria había solicitado permiso a esa conferencia para entrar en una zona libre de comercio con Alemania. La solicitud fue denegada.
 
Si nos vamos atrás en el tiempo, ya en Abril y Mayo de 1921 los plebiscitos de unión con Alemania se celebraron en Austria en el Tirol y Salzburgo. Los votos en el Tirol fueron de unos 140.000 para la unión con Alemania y de sólo 800 en contra. A pesar del abrumador deseo de los austríacos para unirse a Alemania, el Tratado de Sant Germain firmado por Austria tras la I Guerra Mundial, impedía la unión. Bajo los tratados de Versalles y Saint Germain, Alemania y Austria si siquiera podían tener una simple unión aduanera sin permiso de la Liga de Naciones. En 1931 y duramente golpeada por la Gran Depresión, Alemania también pidió ese permiso para formar una unión aduanera entre Austria y Alemania. La Liga de Naciones denegó de nuevo esa la solicitud. Alemania más tarde solicitó un final a su obligación de pagar las reparaciones de guerra debido a la crisis económica generada por la Gran Depresión. De nuevo fue rechaza la solicitud. Muchos historiadores creen que la situación económica llevó a los socialistas-nacionales al poder en Alemania. Los rechazos aliados también incrementaron el deseo de los nacionalistas alemanes y austríacos de ejercer su derecho de tomar decisiones, como naciones que eran.

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