martes, 8 de noviembre de 2016

MEMORIAS DE UN DOCTOR (y 5)


Hitler se instaló en el Hotel Weizinger en Linz, donde solicitó una habitación con vistas a la montaña de Poestling. Era el paisaje que él veía durante su niñez y juventud desde su casa. Al día siguiente llamó a algunos viejos conocidos: Oberhummer, un funcionario local del partido, el músico y amigo de infancia y juventud Kubitschek, Liedel el relojero, el Dr. Huemer su antiguo profesor de historia. Era comprensible que él no pudiese llamar a un judío y así lo entendió el Dr. Bloch, aunque se interesó por él. Durante un rato Hitler llegó a considerar el llamarle, pero no hubiese sido algo apropiado en aquellas circunstancias.

Hitler había llegado el Sábado por la tarde y el Domingo visitó la tumba de sus padres y se reunió con los miembros locales de su partido. No iban de uniforme pero vestían pantalones de esquí o pantalones tiroleses de cuero. Ese mismo Domingo Hitler se marchó.
 
La primera vez que el Dr. Bloch se dio cuenta de que estaba recibiendo un trato especial fue cuando la Gestapo local le telefoneó. Podía borrar los signos amarillos de su casa/consulta. Luego sucedió otra cosa su casero, un alemán, fue a la Gestapo a preguntar si se le permitía seguir en su casa “No se atreva a tocar este tema” le dijeron “Se lleva desde Berlín”. Parece que Hitler sí recordaba al Dr. Bloch. Sin embargo con el paso del tiempo su actividad como médico fue menguando. Los pacientes alemanes fueron francos con él y le explicaron la razón. Por ello, su actividad fue centrándose sólo en pacientes judíos. Parecía ser una forma de decirle que cesase en su labor, o eso siempre creyó el Dr. Bloch.
 
El 10 de Noviembre de 1938, fue dictado que todos los judíos debían de abandonar LInz en 48 horas. Se tenían que ir a Viena. Fue un shock para el doctor el tener que abandonar la ciudad. Llamó a la Gestapo ¿debía marcharse también? Se le informó de que se había hecho una excepción en su caso y podía quedarse. ¿Y su hija y su marido? Como que habían indicado su intención de emigrar a America más adelante, podían quedarse también. Pero debían dejar la casa y se les permitía estar en la casa del doctor.
 
Tras tantos años de actividad como doctor, el Dr. Bloch consideró que su trabajo llegaba a su fin. Se le permitió tratar sólo a los judíos. Tras la evacuación sólo quedaban 7 judíos en Linz y todos por encima de los 80 años de edad. Es comprensible, nos dice también, que su hija y su marido quisieran poner los ahorros de sus vidas a salvo cuando se fuesen a America y el doctor haría lo mismo. Tenía claro que no podría ver a Adolf Hitler, pero trataría de hacerle llegar un  mensaje por si pudiera ayudarles en su situación. Y si era inaccesible, quizás alguna de sus hermanas les ayudarían. Klara era la que estaba más cerca, vivía en Viena. La hija del doctor, Gertrude, iría allí a verla pero fue y tras llamar a la puerta, nadie abrió, aunque estaba segura de que había alguien en la casa. Entonces llamó a la casa de un vecino que le dijo que Klara sólo recibía a amigos íntimos. Pero esa mujer amable se ofreció a hacerle llegar el mensaje. Gertrude esperó y llegó la respuesta. Klara les mandaba saludos y haría todo lo que estuviese en su mano. Por fortuna Hitler estaba en Viena esa noche, en la opera. Klara le vio y creen que le dio el mensaje, pero no hubo excepción en su caso.
 
¿Cómo era posible que Hitler tratase así a un viejo amigo de la familia? Sin embargo y teniendo en cuenta la situación del momento, veamos qué favores recibió el Dr. Bloch: Se le permitió mantener su pasaporte. No se estampó la J en su cartilla de racionamiento cuando la comida escaseaba. Esto era de mucha ayuda ya que los judíos sólo podían comprar en horarios restringidos. Sin la J en su cartilla podía comprar en cualquier lugar y a cualquier hora. Y además se le entregó una cartilla para ropa, algo que generalmente se denegaba a los judíos. Si sus relaciones con la Gestapo no eran precisamente cordiales, al menos no sufrió ningún problema con ellos como otros judíos. Se le trató con corrección ya que el Dr. Bloch creía que en Linz recibieron órdenes de la Cancillería en Berlín de que le diesen  un trato correcto.
 
Nos explica el Dr. Bloch que en muchas ocasiones le visitaron biógrafos de Hitler para tener información de su juventud, pero siempre rechazó hablar de ello. Pero sí le habló a uno de ellos. Era un caballero muy educado, de unos 40 años, de Viena que venía del departamento oficial dirigido por Rudolf Hess, por lo tanto del círculo próximo al Führer. Estaba escribiendo una biografía oficial. El Dr. Bloch le dio todo tipo de explicaciones y detalles que recordaba y los partes médicos que el caballero envió después a la sede central del partido en Munich. Estuvo en Linz y Braunau durante varias semanas, luego el proyecto terminó de forma abrupta y no supo nada del personaje que le visitó.
 
Cuando le llegó el turno de marcharse de Linz hacia America, se dio cuenta de que resultaba imposible llevarse sus ahorros con él. Pero la Gestapo le hizo un nuevo favor... Le dejó llevarse 16 marcos en vez de los 10 permitidos en aduanas. El partido le hizo una carta de recomendación para allá donde fuera, donde especificaba los grandes conocimientos del doctor y su capacidad para ayudar a los enfermos y que se había ganado el aprecio de sus compañeros médicos. Un miembro del partido le sugirió que se esperaba de él una carta que expresase cierta gratitud por todos esos favores¿quizás una carta para el Führer? Antes de marcharse de Linz en una fría y nublada mañana de Noviembre, la escribió. Siempre se preguntó si habría llegado a su destinatario. La carta decía:
 
“Su Excelencia:
 
Ante de que pase la frontera quisiera expresar mi agradecimiento por la protección que he recibido. En absoluta pobreza material dejo la ciudad donde he vivido durante 41 años, pero la dejo consciente de haber vivido habiendo cumplido con mi obligación. A los 69 años, empezaré mi vida de nuevo en un país extranjero donde mi hija está trabajando duro para ayudar a su familia
 
Fielmente suyo,
Eduard Bloch”

4 comentarios:

  1. Gracias Felipe.

    Da qué pensar sobre el alma, el corazón y lo que implican...

    Entonces habló el bravo Horacio,
    el capitán de la Puerta: "Para todo hombre sobre ésta tierra,
    Muerte pronto o tarde llega.
    Y cómo puede morir mejor un hombre
    que afrontando terribles opciones,
    por las cenizas de sus padres,
    y los templos de sus Dioses."
    -Thomas Macaulay-

    Un saludo.

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  2. Podria hacer videos, Señor Felipe Botaya??

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  3. Judios buenas personas y nobles seguro que hubo y hay, lástima que sus elites esten envenenadas

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  4. Esto da mucha pena y es la prueba de que las élites judías llegan donde apuntan sin importarles si pisan gentiles o a otros judíos (más o menos como las élites gentiles). Pero aunque la conducta humana se rija por parámetros similares, sin lugar a dudas una religión excluyente (la que más de la Trilogía del Desierto) y maquiavélica como el judaísmo ha prestado una gran ayuda a las bases epistemológicas del sionismo.

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